La Justicia procesó y dictó prisión preventiva al policía Adrián Gustavo Otero, que el 15 de julio disparó y mató a Cristian “Paragüita” Toledo Molina, el joven de 25 años vecino de la Villa 21-24 que iba en un auto junto con dos amigos. El juez Osvaldo Rappa consideró que Otero “tomó ventaja de su condición de efectivo policial para arremeter contra la vida de los damnificados, pues utilizó su entrenamiento, el armamento y parte de las municiones provistas por la fuerza para perpetrar el crimen”, por lo que “es evidente (…) que echó mano y abusó de su condición de policía para ejecutar el crimen que se propuso”. En la resolución del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 11, que también traba un embargo de 800 mil pesos sobre los bienes del policía, el magistrado procesó a Otero por “homicidio agravado por haber sido cometido con arma de fuego y abusando de su función como miembro integrante de una fuerza de seguridad”, por el crimen de Toledo, y también por tentativa de homicidio agravado contra uno de los dos amigos de Toledo que viajaba también el auto. La abogada María del Carmen Verdú, de Correpi, que representa a las familias de los tres chicos, adelantó en diálogo con este diario que apelará el procesamiento, porque el juez omitió considerar también el cargo de tentativa de homicidio en el caso del tercer pasajero del vehículo contra el que disparó el policía.
“Los tres chicos iban en el auto al que perseguía Otero. El ‘Paragüita’, el chico asesinado, iba en el asiento del acompañante, otro manejaba y el tercero iba en el asiento de atrás. Cuando empieza la persecución y el tiroteo, el chico que iba en el asiento de atrás se hizo chiquito y se metió en el espacio entre los asientos de adelante y el de atrás. Cuando declara en el juzgado, cuenta que escuchó todo, que miraba entre los asientos pero nunca se animó a mirar el auto del que les disparaba. Pero estaba ahí, adentro del auto, que también tiene balazos en el guardabarros trasero; alguna bala podría haber atravesado el baúl y el asiento y haberlo matado. Eso también es tentativa de homicidio”, advirtió Verdú, que presentará la apelación esta semana.
El procesamiento establece que “ha quedado probado que el damnificado Toledo Molina recibió un disparo, y que el imputado (Otero) efectuó al menos siete disparos en la totalidad de la secuencia, tres de los cuales dirigió al damnificado (Jorge) Nadalich”, que iba manejando el auto. El juez señaló que el policía Otero “tuvo la posibilidad de hacer algo diferente, pero no lo hizo, eligió acelerar rápidamente su auto cuando su integridad física ya estaba fuera de peligro y arremeter a balazos contra los damnificados”.
La resolución da cuenta de las declaraciones de los amigos de Toledo, de testigos que vieron la persecución y el momento en que los dos jóvenes bajaron del auto y fueron amenazados por el policía Otero (“tu amigo ya me cagó la vida, me da lo mismo matarlos a ustedes ahora”), quien además se negó a llamar una ambulancia para que atendiera a Toledo. Los peritajes practicados sobre el auto y el cuerpo del joven asesinado, advirtió el juez, apoyan las declaraciones de los jóvenes y los testigos. “No había amenaza alguna contra la persona del imputado. De ahí que no pueda sostenerse que Adrián Gustavo Otero haya actuado en legítima defensa”, señala el fallo.
En su declaración, el policía Otero contó que “venía escuchado en la radio el programa del periodista Santiago del Moro, concretamente se estaba riendo de que uno de los participantes del programa, que era travesti, estaba contando que le habían festejado el cumpleaños de quince”, cuando se le cruzó un auto y Toledo bajó con “un ‘fierro’”. Luego, dijo, intentó escapar pero lo persiguieron, que “ellos venían amedrentándolo con un objeto que le mostraban desde la ventanilla”. Minutos después, “sacó la mano por la ventanilla y dijo ‘alto, policía’ y efectuó un disparo en la cubierta del vehículo para poder frenarlo, pues su idea era llegar al destacamento que está sobre Vélez Sarsfield y pedir ayuda”.
Cuando lo detuvieron, declaró el policía, se sentía mal y fue enviado al Hospital Churruca. También “aseveró que él nunca quiso hacer el mal a nadie, que era bombero y que salvaba vidas” y “repitió lo que dijo en su primera declaración, sobre que le habían chupado el Facebook y habían amenazado a los hijos de sus amigos”.