Detrás de la pantalla, en una sesión de Zoom, Micaela Vita y Juan Saraco se turnan para hablar. Faltan el mate y el ritmo del vivo pero les sobra cancha porque así, de forma virtual, son algunos de los ensayos que mantienen, vía Córdoba-Buenos Aires, con el resto de los integrantes de Duratierra, la banda que formaron hace casi veinte años. Hace un par que ellos migraron a las sierras y desde entonces alternan viajes y reuniones por computadora, y ensayos en vivo y por grabación. Así también armaron su próximo disco, que presentarán en unos meses y adelantarán, para calmar un poco la manija, este domingo 2 a las 20 en el patio del Konex (Sarmiento 3131).
La forma de trabajo no es lo único que cambió en el último tiempo para la banda, una de las más significativas de la música latinoamericana de la actualidad, que tiene editados tres discos y un EP. A lxs integrantes que quedaron de la formación original -Vita y Saraco en voz y guitarra, Nicolás Arroyo en batería y Tomás Pagano en bajo-, el conjunto sumó en el último año a Valen Bonetto, Silvia Aramayo y Martín Beckerman, “compañeres que tenían ganas de estar en esta etapa y que trajeron nuevas energías a la banda, sobre todo desde lo humano”. Talentosos músicos que sumaron, también, más guitarra, voces, percusión, un teclado y un acordeón.
Todo eso sonó -la energía y los instrumentos- en los últimos y potenciados shows que hizo la banda, y sonará en el disco (y otras sorpresas) que se lanzarán a mitad de año. Una mezcla de estilos, raíces y ritmos (rock, pop, chacarera, vals, jazz, cueca chilena, joropo, milonga, folklore, tarantela y más) que se fusionan, dinamitan las etiquetas y dan vida y originalidad al potente septeto al que sus fans llaman “la turba del bien”.
“Esta fecha es muy especial y se da en un momento de ebullición creativa muy importante de la banda. La encaramos con mucha alegría, baile, despliegue. Va a haber bastante de lo viejo, de las canciones que ya venimos tocando, y vamos a sacar a la cancha algunas de las nuevas. Estamos con mucha ilusión”, cuenta a Página/12 Vita, una de las voces femeninas más potentes de su generación.
-Están por sacar un disco, relanzaron la banda con nueva formación, incluso se vio una nueva estética en las últimas fechas y gráficas. ¿En qué momento están como grupo?
Juan Saraco: -Diría que nuestro proceso de cambio viene de hace un tiempo, tras un desgaste lógico después de muchos años de trabajo y tras una pandemia que fue dificilísima como grupo. Hicimos terapia grupal, nosotrxs nos vinimos a vivir a Córdoba y todo eso llevó a un cambio de dinámica y a un proceso terapéutico intensísimo. Hubo mucha charla, mucha transformación interna, porque lo nuestro es una familia, con lo cual contemplamos todos los procesos individuales además de lo colectivo. Teníamos claro que queríamos agrandar el proyecto y pensamos en gente que había estado cerca nuestro, que entendiera todo lo que implicaba esto. Y los sumamos, empezamos a tocar, y en un momento sentimos que esa nueva sonoridad y humanidad la queríamos dejar plasmada. Ahí empezó a tomar forma lo de hacer un disco.
Micaela Vita: -Sumo que es importante desromantizar los procesos creativos. Tener un proyecto colectivo durante veinte años es un trabajo muy grande; no es que siempre estamos de buenas, hay que laburar un montón. Creo que lo lindo de esta etapa es que el núcleo fundador, Nico, Tomás, Juan y yo, estamos con un nivel de emoción súper alto después de haberla pasado muy mal en la pandemia. Algo se drenó, algo se limpió, estamos con mucha alegría por la incorporación de los nuevos integrantes y eso se refleja en la música. El disco que se viene es muy enérgico, muy para bailar. Tiene una energía de la celebración que nos costó conseguir y que ahora queremos disfrutar.
J.S.: -Y eso que es difícil hacer un disco celebrativo en un mundo que se rompe o que ya está todo roto. Las letras del disco tienen que ver con eso, con la nueva era vincular, con la tensión entre el supuesto progreso y mal desarrollo, con los conflictos que aparecen atrás de otros.
-Con la preocupación por el planeta también, ¿no? En algunas de las canciones que ya adelantaron en shows apareció fuerte lo ambiental. ¿Tiene que ver con su migración a Córdoba, con su alejamiento de la ciudad?
M.V.: -Si, también se vienen canciones asociadas a esa raíz, a haber migrado a este territorio y a toda la transformación que nos sucedió viviendo acá. Nos cambió la perspectiva, que era un poco lo que vinimos a buscar. Te cambia el cotidiano de manera muy grande respecto a vivir en Capital Federal y eso aparece en la música. Las canciones contemplan lo que somos, visitan los ejes de los lugares por los que nos movemos y conmovemos artísticamente.
-Hablando de conmoverse, su hijito Astor subió al escenario en sus últimos conciertos y revolucionó al público. ¿Cómo viven el compartir la música con él?
M.V.: -Es fuertísimo, muy emocionante. Ya venía pidiendo pista, acá ya tiene su banda con amigos y está tocando el bombo increíble. Para nosotres se trata de acompañarlo en su deseo porque él quiso cantar, él quiso participar en el disco y nosotros la verdad es que no podemos pedir más. No sólo porque es nuestro hijo, sino porque es algo que identifica mucho a la gente que nos viene acompañando, que es que las niñeces están muy incluidas en nuestros procesos. De hecho, en el Konex la entrada será gratuita hasta los 10 años por eso, porque queremos que las infancias estén, que nuestros shows sean espacios seguros para niños y niñas.
-De nuevo aparecen los vínculos. ¿Es un poco el eje de lo que están haciendo?
J.S.: -Sin dudas. Uno cuando hace un disco no lo conceptualiza antes sino que lo descubre después. Y ahora escuchándolo vemos que lo vincular es el eje de la mayoría de las canciones. Pero no solamente el amor y desamor, que es la temática más frecuente en la música, sino los vínculos extendidos. Y es parte de lo que decíamos, de que las formas de crisis que estamos viviendo como sociedad tienen que ver con una desconexión vincular muy fuerte.
M.V.: -Nos sale eso porque es lo que somos. Nos recontra importa la construcción de vínculos sanos, discutir las múltiples formas del amor, crear ecosistemas cuidados. Duratierra es nuestro lugar de resistencia y siento que en ese sentido somos una banda que abraza mucho, que es trinchera o, como nombramos ahora, turba del bien. En un momento de mucho discurso de odio, buscamos que el show sea un bálsamo. Y sentimos que el público lo percibe así.
-Por lo general la crítica se refiere a Duratierra como una banda inscripta en la canción latinoamericana. ¿Cómo se perciben ustedes? ¿Se ponen etiquetas?
M.V.: -Es todo un tema el de nombrar. En algunos contextos es tan vital y en otros, como en la música, restringe muchísimo. Yo creo que nadie escucha música siguiendo la etiqueta de lo que esa música supuestamente es. Al menos no es desde donde nosotres sentimos el hacer. La nuestra es una banda muy libre en su quehacer artístico. En todo caso las etiquetas las ponen los demás y es algo que viene después.