La realidad está siendo alterada. Los deepfakes del Papa Francisco con una camperón blanco y el arresto de Donald Trump sirvieron de antesala para la carta abierta difundida el último miércoles. En las mismas horas que expertos y empresarios alertan sobre los avances de la Inteligencia Artificial (IA) sobre la sociedad, un usuario de Twitter bromeaba viralizando una imagen hiperrealista y engañosa del rapero Snoop Dogg dentro de Seinfeld

No es la primera vez que esta herramienta se mete con dicha comedia. Hacia febrero, Twitch censuró un programa que recreaba esta sitcom por medio de IA –y la retransmitía 24x7- por un chiste transfóbico. ¿El locuaz Jerry habrá despertado a Skynet? En definitiva, son cada vez más las voces autorizadas que advierten sobre el desempoderamiento de la humanidad por el uso de estos sistemas y pidieron una pausa de medio año para su experimentación. Aquí un repaso de las series que habían jugado con el imaginario de rebelión robótica, memorias comprimidas en chips, sueños eléctricos de inmortalidad, metapresentes en la red y fake news haciendo su juego, antes de que Terminator las prohíba.

Sistemas todopoderosos

  • Devs. Miniserie (Star+)

Una corporación desarrolla un programa que podría alterar el curso de la humanidad. Nadie puede explicar con claridad qué es lo que hay detrás de “Devs”, ni siquiera los que trabajan en esa división de vanguardia de una compañía de Silicon Valley. La miniserie de Alex Garland (Ex Machina, Aniquilación) fue definida por su propio ideólogo como una “historia de ideas” bajo la carcasa del tecnothriller. A solo dos años de su estreno, la minisierie hoy suena extrañamente inquietante.

El relato sucede en el interior de un gigante que ha logrado engullirse a toda la competencia. Su mentor es un gurú de la innovación que tiene “más dinero que Dios” pero luce como Diógenes cruzado con Steve Jobs. A Forest (Nick Offerman) le gusta meditar entre monolitos dorados y azuzar a los demás con ideas sobre el determinismo. Mesiánico, volátil y emocionalmente quebrado por algo que le sucedió en el pasado, pone todo su empeño en un programa parido por el “misticismo cuántico”. ¿Qué es lo que se esconde en esa edificación de cemento en medio de un bosque? “Alquimia”, sugiere el CEO ante un experimento que inquieta a las autoridades y seduce a espías rusos. Quien oficia de guía para el relato es Lil (Sonoya Mizuno), una especialista en criptogramas y detective amateur, cuyo novio desapareció tras solo un día de trabajo en Devs. ¿Y si la supercomputadora en vez de procesar datos codifica un nuevo tipo de fe?

  • Tales from the loop. Miniserie (Prime Video).

¿Una IA melancólica y cándida? Según esta serie, inspirada en las ilustraciones retrofuturistas del sueco Simon Stålenhag, es posible. La premisa es la de explorar el pueblo y la gente que vive encima de “The Loop” (el bucle), una máquina construida para descubrir e indagar los misterios del universo. La intención es la de fusionar las emociones de sus personajes con postales de hierro distópico y bioma escandinavo. Sus protagonistas, entonces, habitan justo en el vórtice entre la ciencia ficción y lo sencillo. Aquí mandan los robots con forma de casas rodantes, los transbordadores que flotan en el cielo y las preguntas con esqueleto mecánico. “Cuando alguien dice que las cosas son imposibles yo pruebo que es posible”, se lo escucha decir a Jonathan Pryce, quien encarna a Russ, uno de los fundadores del aparato que cambió las cosas en nuestro mundo.

Mente y amor encapsulados

  • Dr. Brain. Miniserie (Apple TV+)

Hackear el cerebro de los muertos. De eso vive Sewon Koh (Lee Sun-kyun), cuyos lóbulos funcionan de manera diferente a la del resto de los humanos. Se trata de un genio que podría ganarle una partida de ajedrez a Deep Blue pero no puede demostrar emociones. Ni siquiera cuando las muertes y tragedias lo acosan desde pequeño. Al suicidio de su madre se le suma un accidente en el que falleció su hijo y dejó a su esposa en coma. 

El modo de procesar semejante duelo será adentrándose en una investigación que implica el escaneo y trasplante de las experiencias de personas fallecidas. El mismo Sewon será el conejillo de indias de estas “sincronizaciones cerebrales” que vienen con letra chica. A saber: el personaje irá adquiriendo el carácter de los fallecidos y tendrá complicaciones en eso de distinguir lo real de lo imaginario. Como buen producto Made in Corea del Sur, la cámara ama el desconcierto y lo truculento. ¿Su protagonista? Un personaje que bien podría ser una IA a punto de ser consciente de su poder.

  • Osmosis. (Netflix)

El algoritmo se entromete con otro aspecto bien humano a partir de una app de citas que permite que cada uno/a/e encuentre a su media naranja. Pero el contrato de esta IA viene con una letra chica que nadie lee. El amor también puede ser doloroso.

Rebelión en la granja

  • Westworld. Cuatro temporadas (HBO Max).

El parque de diversiones donde los humanos daban rienda suelta a sus instintos más bajos. Androides del farwest que se rebelaban a sus creadores. El libre albedrío como tópico persistente. ¿Qué nos vuelve personas? ¿Los recuerdos? ¿Las rutinas? ¿Las fantasías? Las preguntas no dejaban dormir al Dr. Robert Ford (Anthony Hopkins), el director creativo del lugar que vivía recluido y fascinado con el error ocasional de sus criaturas. Hasta el momento en que sus vástagos mecanizados iniciaban la balacera. En sus primeras dos temporadas Westworld fue un asfixiante, entretenido y peculiar estudio sobre la condición humana. Su tercer arco ubicó la rebelión de las máquinas en el futuro. O, mejor dicho, de “la” máquina Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood). ¿Y quién -o qué- estaba al tope de su lista de enemigos? Rehoboam, una IA que ordenaba los designios de la humanidad luego para que esta no se fagocitara. En la siguiente temporada, Dolores ya era Christina, una humana que no tenía recuerdos de su existencia pasada.

“Los ‘anfitriones’ descubrieron que han sido creados a nuestra imagen, y se comienzan a cuestionar si quieren aspirar a esa ‘humanidad’. Teniendo en cuenta sus circunstancias, es fácil entender por qué lo hacen”, planteó Jonathan Nolan, creador de esta propuesta grandilocuente y ambiciosa. “La IA no tiene que ser inteligente en absoluto para derrotarnos. Acabamos de ser golpeados por un montón de bots en Twitter”, agregó en 2017. Habida cuenta de los nuevos acontecimientos, ¿quién se anima a dar por muerta a Dolores?

  • Humans. Tres temporadas. (Prime Video).

Lo sugestivo de esta propuesta es la presentación de una Londres paralela a la actual en el que una familia adquiere a una sintética (Gemma Chan) para que se haga cargo de las tareas hogareñas. Los androides no son replicantes taciturnos ni terminators asesinos. Anita es muy bella, servil a un nivel que perturba, y obtenida a un precio sospechosamente bajo. Lo primero que hará el padre ni bien la quitan de su envoltorio es mirar de reojo sus nalgas. “Es nuestra esclava, eso lo que es”, dirá la hija adolescente que tiene como hobbie dispararle con un aire comprimido a otros como Anita.

Sin embargo, hay quienes pregonan un trato más “humano” con estas criaturas. “No podemos seguir insistiendo con que solo son instrumentos, son más que eso, los hemos creado para que sean más que eso”, dirá alguien con certeza. Y ese es el punto buscado por los creadores de Humans. “Antes que viajar a otra galaxia, nos interesa meter ideas algo locas y espeluznantes justo en el comedor de una casa”, señalaron Sam Vincent y Jonathan Brackley. El timing de la ficción acompaña la procesión de los sometidos, sin apresurarse pero con leves y oportunos vueltas de tuerca. Porque en un momento dado, Anita va a dejar de ser la Robotina de la familia Hawkins.

Humans –con un poco menos que sarcasmo que Black Mirror– aporta algo sugerente. Más allá de discusiones bioéticas, ya habitamos ese período transhumanista con seres mejorados tecnológicamente. “Estamos obsesionados con estos temas desde Frankenstein. Alcanzar a Dios, crear seres semejantes. Y cada vez parece más cercana la gloria, sea con la medicina, la clonación o la IA. Creo que dejaremos de interesarnos por esto cuando acabemos de saber quiénes somos”, plantearon sus guionistas.

  • Love, Death & Robots. Tres temporadas (Netflix)

“Bajo la piel sintética y el cermet, hay una columna vertebral, tejido nervioso y parte de un cerebro humano. Yo también llevo mucho tiempo sola”, afirma una de las tantas figuras posthumanas que pueblan esta entrega. Treinta y cinco historias animadas sobre cyborgs descompuestos, osos cibernéticos, aspiradoras asesinas y homenajes al sci-fi clásico. La serie antológica se mantuvo fija a los tres componentes de su título como arco temático y el amplio rango de técnicas de animación involucradas. Pero el gran tópico surge de la cópula entre desesperanza y la pesadilla tecnológica que exhibe a humanos y androides, una vez más, como enemigos íntimos.

El homo sapiens está en desuso o ha sido mejorado genéticamente, mientras que los esclavos de metal también tienen problemas. Lo deja en claro un episodio de la segunda temporada: “Automated Customer Service”. Nueva versión de “la rebelión de las máquinas” bajo el maquillaje del humor. Allí una jubilada se bate a duelo contra dos villanos temibles: un electrodoméstico y el servicio de atención al cliente. David Fincher es uno de los responsables de la empresa junto a Tim Miller (Terminator: destino oculto) que ya tiene una cuarta temporada confirmada.

Tiempos de postverdad

  • The Capture. Dos temporadas (Lionsgate+).

Thriller de espías en el que varias agencias de inteligencia “corrigen” hechos a su favor gracias a la tecnología. La primera temporada tuvo como elemento constitutivo a la CCTV, el complejo sistema de seguridad dispuesto en cada esquina de la Londres. Todo es captado, en todo momento, y no hay lugar a una metáfora orwelliana porque se trata de la más estricta realidad. ¿Qué sucedería si esas imágenes fueran alteradas para otros fines? Ahí el quid de la entrega de la BBC con una inminente segunda temporada (se estrenará el 7 de abril por Lionsgate+).

En sus nuevos episodios, el propio Ministro de Seguridad británico aparece como target. Es que hay dos Isaac Turner (Paapa Essiedu) dando vueltas, uno creado por deepfake que sale en los programas políticos, y el verdadero que busca desentrañar hasta donde llega la conspiración. The Capture, entonces, propone un juego a tres bandas con asesinos “invisibles”, la tecnología que altera la realidad y el círculo rojo del poder.

La vida está en otra parte

  • Black Mirror. Cinco temporadas (Netflix). Upload. Dos temporadas (Prime Video)

¿Vida eterna en 0 y 1? Lo que Max Headroom planteó en los ’80, tuvo su reversión en los episodios “Be Right Back” y “San Junipero” de Black Mirror. Cabe decir que la creación de Charlie Brooker, en su conjunto, funcionó como advertencia y anverso de la promesa tecnológica. Upload, por su parte, le dio una vuelta porque vivos y fallecidos podrían interactuar sin problemas. “Los mejores días de tu vida pueden suceder cuando ésta termine”, se promete en el edén digitalizado y clasista donde sucede esta comedia creada por Greg Daniels (Parks & Recreations). Su protagonista está muerto, ha sido codificado en datos y cuenta con una consejera espiritual (Andy Allo). La propuesta tiene tanto de sátira como de esas comedias románticas donde la dupla a quererse tiene sus imposibilidades. En este caso, que una respire y la otra haya estirado la pata.

Del lado de los vivos, hay impresoras 3D de comida, los teléfonos son holográficos y los humanos están bastante convencidos de la propuesta de la vida eterna artificial. ¿Otro detalle de ese 2033? Oprah Winfrey habría sido presidenta de los Estados Unidos. Instantáneas de tiempos venideros en los que el capitalismo llega a cooptar hasta lo supraterrenal. Es un mensaje ciertamente retorcido, en tanto a los occisos se los mejor en función de su cuenta bancaria. Según Daniels, el mensaje de un paraíso consumista representa las injusticias de un mundo que no será ni distópico ni utópico. “Mediotópico”, lo definió.

  • Altered Carbon. Dos temporadas (Netflix). La periferia. Una temporada (Prime Video)

No olvidemos al ciberpunk. En estas dos entregas, adaptaciones de novelas de Richard Morgan y William Gibson, el ser humano ha dejado su conciencia en algún tipo de artefacto. Altered Carbon describe a los seres como pilas intercambiables. No todos están de acuerdo con esa existencia recargada y protestan contra el sistema establecido de tintes totalitarios. Es más, las Naciones Unidas se han convertido en un ente llamado “El Protectorado”. ¿Más alteraciones? La humanidad se ha expandido a otros planetas; ser políglota es la norma; las drogas queman literalmente los ojos y producen entornos similares a los de la realidad virtual. Eso sí, los poderosos siguen siendo más o menos los mismos, y por eso, todo sigue más o menos igual. 

En La periferia, Flynne Fisher (Chloë Grace Moretz) pega un salto al siglo XXII por medio de un aparatito que conecta a su cabeza. “La IA más moderna” le permite trasladarse a la Londres reconstruida tras una serie de catástrofes globales denominadas “The Jackpot”. El juego pronto se vuelve pesadilla y la chica terminará como una Sarah Connor conectada al más allá.