Una sola persona tuvo influencia decisiva en el ascenso y caída de Mauricio Macri, más precisamente en su lanzamiento a la política, deportiva primero y nacional después, y en su festejada retirada hace apenas unos días. Curiosamente, lleva cuatro años muerto. Se trata de Franco Macri, su padre, contra cuya figura y consejos el ex presidente construyó toda su trayectoria.
En los días previos a la difusión del video, los allegados más cercanos a Macri se dividían en sus pronósticos. Los que lo conocen de los últimos años, o sea muchos periodistas y subordinados suyos en el PRO, desarrollaban una teoría basada en “el fuego sagrado” que envuelve a las primeras figuras de la política. Como hubieran hecho Raúl Alfonsín o Carlos Menem, el expresidente buscaría la revancha en una elección difícil, por la imagen catástrofica dejada en su reciente paso por el Gobierno, pero todavía ganable frente a un oficialismo golpeado por el combo de deuda, pandemia, internas desbordadas, guerra en Europa y sequía histórica.
Macri vs. Macri
Los que lo conocen de antes, muchos vinculados al Grupo Macri, apostaban más a lo que irónicamente sintetizó la tapa de Página/12: “El triunfo de la reposera”. Lejos de cualquier intención peyorativa, todos ellos aseguran que lo que más impulsó la carrera de Mauricio fue demostrarle a su padre que se había equivocado al considerarlo incapaz de llevar adelante los negocios familiares. Así pasó por Boca, la Ciudad de Buenos Aires y la presidencia de la Nación, siempre contra la expresa voluntad de Franco que consideraba que cada uno de esos escalones terminarían siendo contraproducentes para el imperio económico que había forjado. Según sus amigos, muerto el patriarca, había desaparecido también el impulso íntimo que lo había llevado a semejantes alturas.
De alguna manera, esa mirada quedó confirmada por la absoluta insustancialidad del mensaje grabado en el video donde nadie pudo entender cómo un discurso que empezó con los argumentos de un lanzamiento de campaña terminaba sin explicaciones en una despedida.
Racionalidad y voluntad, el dilema de los Macri
Los amigos de los últimos años reconocen que a Macri le costó mucho tomar la decisión. Que quería volver pero, sobre todo, lograr una reivindicación pública de su desastrosa gestión.
Si hubiese primado el político sobre la reposera no era un horizonte imposible. A pesar del 70% que aseguraba en las encuestas que nunca lo votaría, podría haber aprovechado su peso específico como fundador del espacio para forzar renuncias en la interna y ganarla, si fuese necesario, con el apoyo de la base más ultra. Después, ya convertido en el principal candidato opositor, apostaría a la debacle económica nacional que tanto impulsa con sus sucesivas declaraciones. La última, sostener que el Gobierno estaba manoteando los depósitos en dólares de los particulares, un absurdo que provocó la indignación de los propios bancos.
Lamentablemente para el Frente de Todos, que perdió a su rival más accesible, primó la racionalidad de la reposera sobre la prepotencia de la voluntad. Esa falta de osadía también lo diferenciaba de su padre. Poco tiempo después del lanzamiento de Página/12, el recepcionista de turno llegó fastidiado a las oficinas de dirección. “En la puerta hay uno que dice que es Franco Macri, yo le quise dar salida pero insiste en verlos”, aseguró un poco agitado. En ese entonces, el titular de Socma aparecía seguido en las notas del diario como la cabeza de uno de los grupos económicos que más había crecido al amparo de la dictadura.
Seguros de que se trataba de un engaño, casi toda la dirección fue curiosa a la puerta para descubrir al bromista. No lo era, ahí estaba Franco Macri en persona, se presentó sonriente y en la siguiente hora, cafés de por medio, se desarrolló una larga y argumentada charla. Nadie cambió de opinión, el diario siguió publicando lo que publicaba pero, a pesar de ello, Socma se convirtió en uno de los primeros anunciantes privados de Página/12.
Una mínima muestra de la audacia que le faltó a su hijo para presentarse en las elecciones presidenciales de 2011 y de 2023, siguiendo la “racionalidad” de las encuestas de sus consultores. Quizás no esté de más recordar en este punto que en 2009, cuando peor le daban los números al gobierno de Cristina en medio de la crisis mundial, la epidemia de dengue y el conflicto con los empresarios agrarios, Néstor Kirchner se puso a la cabeza de las listas para enfrentar el temporal. Perdió con el ignoto Francisco De Narváez pero logró mantener unido al oficialismo y, contra todo pronóstico, iniciar así la recuperación que, después de su muerte, terminó en el triunfo de 2011.
La familia y el municipio: Jorge Macri dice lo suyo
Una vez disipada la apologética polvareda levantada por los medios allegados al macrismo, que intentó vestir de épica a la huida, empieza a aparecer el verdadero escenario resultante. Todos los principales dirigentes de Juntos por el Cambio aplaudieron su retirada y solo hizo pública su decepción un advenedizo como Miguel Pichetto, que reparte sus esfuerzos entre la inoperancia y la jubilación. Un marcado contraste con la reacción dentro del Frente de Todos ante la proscripción de Cristina Kirchner.
Las únicas polémicas mediáticas desatadas por el video y las posteriores entrevistas fueron de alcance municipal y tuvieron como protagonista a una ex concejal de Cambiemos. Después se sumó Martín Lousteau, afectado directo por lo único que pareció interesarle realmente a Macri a la hora de su despedida: imponer a su primo Jorge como el heredero de su “lugar en el mundo”.
Esta elección también deja al descubierto el creciente desgaste. Con el único propósito de garantizar la continuidad de los negocios concertados en tantos años de gobierno en la Ciudad, Macri terminó impulsando a un intendente bonaerense que más de una vez renegó de su apellido para hacer campaña, que no dudó de impulsar el corte de boleta en las elecciones de 2019 y que cada vez que puede remarca hasta las internas familiares que lo separan de su pariente.
El actual ministro de Rodríguez Larreta siempre recuerda que su padre, Antonio, hermano de Franco, además de empresario fue un dirigente comunitario que encabezó el Hospital Italiano y un productor de cine que enfrentó la censura militar. Sin demasiado parecido físico con su primo, acostumbra bromear con la habitual sorpresa que provocaba hace años en sus giras por la provincia, cuando tenía que mostrarle a sus interlocutores el DNI para convencerlos de que él era el Macri que esperaban. “Siempre pedí a mis colaboradores que aclararan bien el nombre para evitar las decepciones”, se ríe. No terminan allí las diferencias, Jorge señala que el apellido de su madre es Boga, bien de clase media, y no el aristocrático Blanco Villegas de la de Mauricio.
La voz de las encuestas
El único sondeo conocido hasta ahora sobre las repercusiones de la retirada fue realizado en conjunto por las consultoras D'Alessio IROL – Berensztein, de muy buena relación con el macrismo. Los dueños de D’Alessio son los padres del falso abogado Marcelo D’Alessio, detenido por espionaje ilegal y extorsiones, que mantienen su prestigio entre los principales exponentes del poder económico nacional.
En ella, la población muestra el mismo alivio que la dirigencia ante la decisión de Macri. Un 67% está a favor de que su nombre no figure en las boletas, un 27% se declara “indiferente” y un marginal 4% lo lamenta. Hilando más fino, surge que hasta el 86% de los votantes de Juntos por el Cambio, supuestamente los más fieles seguidores del expresidente, aplauden la retirada.
Pasado y presente
Comunicada la decisión de abandonar la carrera electoral, no parece que nadie lo vaya a extrañar, menos que menos sus probables sucesores, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, que mantendrán por un tiempo respetuosas reuniones con él mientras piensan cómo dejarlo totalmente de lado.
“Cuando gané la jefatura de Gobierno mi padre me invitó a almorzar –contó el expresidente poco después de la muerte de Franco—y me dijo ‘fuiste presidente de Boca, jefe de Gobierno y vas a terminar siendo Presidente. Si yo hubiese sido un tipo normal vos seguirías siendo uno de los gerentes de mi empresa. Así que al final del día el mérito de todo lo que te está pasando es mío’.”
Mauricio asegura que de alguna manera eso es cierto, que forjó su camino con el ejemplo de su padre y resistiendo lo que él llama su “boicoteo permanente”, pero que ya pudo perdonarlo.
Si la anécdota es cierta, los que difícilmente puedan hacerlo son cada uno de los millones de argentinos que sufrieron en carne propia la presidencia de su hijo.