El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, descartó ayer que haya un ambiente de “caos” en la Casa Blanca, pero poco después de ese anuncio se conoció la salida de escena del jefe de Comunicaciones del gobierno, Anthony Scaramucci, nombrado hace apenas diez días en ese cargo.

“No hay caos en CB!”, afirmó Trump en Twitter al inicio de la jornada, para destacar la existencia de “mejores estadísticas económicas”, “desempleo más bajo en 17 años”, “aumento de salarios”, “frontera segura”. Sin embargo, el mensaje presidencial de optimismo no sobrevivió a la realidad de la Casa Blanca, que había atravesado toda la semana pasada en medio de una espectacular controversia que tenía precisamente a Scaramucci como personaje central.

Scaramucci había sido señalado como responsable por el despido del jefe de gabinete, Reince Priebus, quien fue sustituido por el general John Kelly, secretario de Seguridad Interna. Kelly prestó juramento ayer como nuevo jefe de Gabinete y, según fuentes coincidentes, su primera iniciativa fue pedir a Trump el despido inmediato de Scaramucci de la Casa Blanca.

De acuerdo con una escueta nota de la oficina de prensa de la Casa Blanca, Scaramucci “sintió que lo mejor era darle al jefe de Estado John Kelly un nuevo comienzo y la posibilidad de montar su propio equipo. Le deseamos lo mejor”.

Al ser nombrado director de Comunicaciones de la Casa Blanca, Scaramucci aseguró que el presidente Trump lo había llamado para poner fin a las filtraciones a la prensa, pero su llegada a la Casa Blanca desa- tó una feroz lucha intestina. Su nombramiento provocó la renuncia inmediata del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, pero Scaramucci puso la mira en Priebus, al que acusaba de haber bloqueado el acceso a Trump y de ser el responsable por las filtraciones a la prensa.

Ya en su primer pronunciamiento público, Scaramucci había dejado claro que se reportaba “directamente al presidente”, adelantando de esa forma que no pretendía discutir nada con Priebus. La semana pasada, Scaramucci mostró su musculatura cuando Trump anunció el despido de Priebus.

Sin embargo, la divulgación de una explosiva llamada de Scaramucci a un periodista, repleta de vulgaridades e insultos del más bajo nivel dirigidos a Priebus y a otros funcionarios de la Casa Blanca, pareció sellar su suerte. Scaramucci nunca ocultó su enemistad con Priebus,y en esa llamada, Scaramucci adelantó que pretendía despedir a quien fuera necesario en la Casa Blanca y definió a Priebus como un “esquizofrénico paranoide”.

Al tomar juramento a Kelly ayer como jefe de Gabinete, Trump expresó su convicción de que el general “hará un trabajo espectacular, no tengo ninguna duda”. En ese marco, Kelly tendrá por delante la descomunal tarea de poner punto final a las constantes luchas por el poder en el interior de la Casa Blanca.

El gobierno había tenido días de pesadilla la semana pasada, ya que no solo la lucha intestina se tornó pública de una forma brutal, sino que además se registró el hundimiento en el Senado de su controvertido proyecto de reforma del sistema de salud.

Antes de ser escogido jefe de Gabinete, Priebus se había desempeñado durante varios años como presidente del Comité Nacional del partido Republicano, de forma que su presencia en la Casa Blanca debía asegurar un aceitado canal de comunicación entre el gobierno y ese partido. Su salida de escena, sin embargo, abrió un interrogante sobre cómo el gobierno recompondrá ese diálogo con las bancadas conservadores en la Cámara de Representantes y el Senado.

Scaramucci, de 53 años, había llegado a ese puesto en medio de una tormenta política en Washington. Vinculado al equipo de Trump desde hace más de un año, Scaramucci ingresó a la Casa Blanca el pasado 21 de julio sin ninguna experiencia en el Gobierno y procedente del sector financiero de Wall Street.

Nacido en Long Island, Nueva York, se vinculó formalmente con Trump cuando fue nombrado en noviembre pasado integrante de un comité de transición de 16 personas, del que formaban parte también los tres hijos de Trump y su yerno. Su nombramiento como director de Comunicaciones no fue el primer intento de Trump por sumarlo a la Administración, ya que en enero pasado fue designado director de la Oficina de la Casa Blanca para Asuntos Públicos e Intergubernamentales. Sin embargo, tuvo que echarse para atrás mientras era escrutado por la Oficina de Etica Gubernamental.

No estaba claro si Scaramucci, al que se conoce informalmente como El Mooch, permanecerá en la Casa Blanca en otro puesto o se irá totalmente. La Casa Blanca había dicho originalmente que su fecha oficial de inicio  como empleado del gobierno debía ser el 15 de agosto, aunque comenzó a desempeñar sus funciones inmediatamente.

Aunque la objeción de Kelly fue el factor decisivo en la salida de  Scaramucci, personas cercanas a la decisión dijeron que Trump y su familia se habían alejado rápidamente del ex administrador de fondos de inversión de alto riesgo de Long Island. 

Ivanka Trump, la hija del presidente, y Jared Kushner, su marido, habían impulsado al presidente a contratar al  Scaramucci, considerándolo como una manera de forzar a Priebus y sus aliados en el West Wing . En eso Scaramucci tuvo éxito. Spicer, un aliado cercano a Priebus, renunció pocas horas después de que la noticia sobre la contratación de Scaramucci se hiciera pública. Y poco después de que Scaramucci llamara a Priebus un “paranoico esquizofrénico”, añadiendo un término más vulgar al comienzo de la frase, Priebus también ofreció su renuncia.

La rápida partida de Scaramucci es una indicación de que Kelly tiene la intención de afirmar su autoridad sobre las decisiones de la Casa Blanca y que varias de las personalidades allí –incluyendo a Kushner, Trump y Bannon– pueden estar inclinados a aceptarlo.