Luis “Vitín” Baronetto, de 68 años, y uno de los principales querellantes de el “juicio contra los magistrados” de Córdoba, declaró ayer ante Tribunal Oral Federal N°2, presidido por el cordobés Julián Falcucci, su “preocupación” por los antecedentes del juez riojano Camilio Quiroga Uriburu, uno de los vocales, quien fuera nombrado “5 de junio de 1978 por el interventor de la dictadura en La Rioja, comodoro Francisco Llerena” como “asesor letrado en la Secretaría de Estado de la Gobernación, a cargo del vicecomodoro Daniel Eduardo Pasqualis, según consta en el decreto 1193/78”. Esta información fue revelada el domingo en PáginaI12 por Horacio Verbitsky.
El juicio que comenzó la semana pasada tiene como imputados al ex juez federal Miguel Angel Puga, al ex fiscal Antonio Cornejo, al ex defensor oficial Ricardo Haro y al ex secretario penal y ex juez Carlos Otero Alvarez. Todos están acusados de complicidad con el terrorismo de Estado.
Cuando Baronetto mencionó la información, el juez aludido se revolvió en su sillón, se acodó en el estrado para darse fuerzas y tomó todo el agua de su vaso en pocos sorbos. Siempre envuelto en su finísimo poncho de vicuña, Quiroga Uriburu no está acostumbrado al protagonismo en las audiencias, a pesar de que intervino como vocal en el Megajuicio La Perla-Campo de La Ribera. Durante los tres años, nueve meses y 27 días que duró el proceso judicial, siempre estuvo a la sombra de su colega Jaime Díaz Gavier.
Baronetto fue firme en su argumentación: “Creo que lo que salió publicado es un antecedente grave a los fines de la normalidad de este proceso, ya que estamos en un juicio por lesa humanidad, y allí se relata la designación de Quiroga Uriburu como asesor letrado en el gobierno militar en La Rioja durante los años del terrorismo de Estado, lo cual me preocupa y creo que debo manifestarlo aquí”. Tras consultas entre los jueces y los abogados querellantes, se decidió que el testigo diera su testimonio –por el que ha esperado más de 40 años– y que tras él se pasaría a cuarto intermedio hasta el lunes. Las abogadas Patricia Chalup y Adriana Gentile, que representan al testigo, tendrán 48 horas para presentar su recusación a Quiroga Uriburu, si es que así decidieran hacerlo.
En su declaración de casi tres horas, Baronetto llevó en su pecho la foto de su esposa, la maestra Marta González, quien fue una de los 31 presos políticos que fueron fusilados en falsas fugas durante 1976, a pesar de que estaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Por su asesinato fueron condenados a prisión perpetua en cárcel común, el dictador Jorge Rafael Videla y el represor Luciano Benjamín Menéndez en diciembre de 2010.
Baronetto, ex seminarista y militante en el centro vecinal y en la parroquia de su barrio, relató lo padecido desde que una patota de civiles “de entre ocho y doce personas” irrumpieron en su casa de barrio Villa Libertador, lo obligaron a dejar a María del Sol, su hijita de diez meses con los vecinos, y se lo llevaron junto a Marta a la D2, donde fueron torturados durante unas dos semanas, al punto de que Vitín (el apodo que le había puesto su hermana cuando él contaba con dos años y los represores creían “alias de guerra”) casi perdió su ojo derecho. Tal fue la ferocidad de los tormentos, que los propios torturadores lo internaron de urgencia en el Policlínico Policial.