En el mes de la memoria por la verdad y la justicia, Boca Juniors organizó una jornada de charla y reflexión, en la que participaron Leticia Acosta, hermana de Adriana Acosta –desaparecida en mayo de 1978– quien fue jugadora de hockey e integró el seleccionado nacional en 1972; Martín Kohan, docente y escritor, que pidió que lo presenten primero que nada como “bostero”, y Gustavo Veiga, periodista de este diario, docente e investigador.
La actividad se llevó a cabo en el Salón Filisberto, el lugar donde el club realiza las conferencias de prensa. El primero en tomar la palabra fue Veiga, quien a lo largo de su carrera ha centrado sus investigaciones en los deportistas desaparecidos publicadas en su libro Deporte, desaparecidos y dictadura, y aclaró que la cantidad de desapariciones en el mundo del deporte está en constante movimiento.
“Nunca hablé para tanta gente”, dijo Veiga ante un salón colmado. El periodista trajo la historia de Julio Fabián Benítez Reguera, futbolista que llegó hasta la reserva de Gimnasia y Esgrima La Plata. La desaparición del jugador de la institución platense fue informada por la subcomisión de DDHH del club tripero (nota que Veiga publicó en este diario el 24 de marzo bajo el título "Cuando la memoria sigue viviendo en el Bosque").
A partir de esa información, Veiga resaltó que entonces ya no son 19 los futbolistas desaparecidos, ahora son 20 y la lista que suma un total de 220 deportistas, hoy cuenta 221 “con tendencia a que aparezcan más casos”. “Son casi el 10 por ciento del total y el rugby siguen teniendo la inmensa mayoría”, explicó.
Kohan retomó la idea que expuso Veiga y amplió con un concepto al que se refirió como “política del silencio” para hacer eje en ese debate que cuestiona la cantidad, cuando “la exigencia debería ser: dígannos dónde están los cuerpos”. Los aplausos lo interrumpieron. Muchos jóvenes, todos ataviados con camisetas del Xeneixe, como la mayoría de los presentes, mantuvieron la atención sin mirar su teléfono celular.
Al escritor y docente, se lo suele recordar cada 24 de marzo con un archivo televiso de 2017, en el que se lo ve debatir con Darío Loperfido, ex ministro de cultura porteño que puso en duda la cantidad de desaparecidos. “La cifra de 30 mil no solo es abierta desde la noción más fuerte, es una interpelación al Estado, es una exigencia de respuesta”, fue parte de su argumento, ante la atenta mirada de la conductora María O’Donell.
Al finalizar el evento, luego de que Leticia Acosta removiera los cimientos de un dolor todavía presente y soltar algunas lágrimas del público, al describir la historia de su hermana, Jorge Amor Ameal, agradeció por la convocatoria y dejó en claro que “las puertas del club siempre van a estar abiertas para este tipo cosas”, y tácitamente hubo lugar para resaltar que en la gestión de Daniel Angelici –a quien silbaron, apenas escucharon su nombre– se prefirió la “política del silencio”.
Tras las fotos y los agradecimientos, Kohan respondió algunas preguntas a Líbero y frente a la consulta de por qué se intenta separar el fútbol de la política, se explayó: “Hay distintas formas de fantasía para que la política no pase. Habría que ver qué decimos cuando usamos la palabra política. Si estamos diciendo tomar la palabra para un espacio de reflexión sobre cierto campo de cuestiones: cómo se supondría que un ámbito social, por lo pronto un club –y además subrayaría este club: con su historia, con su relación con los sectores populares, con su relación con este barrio de la Ciudad de Buenos Aires– tendría que ser un espacio eximido de la reflexión”.
–¿Y cómo se manifiesta esa fantasía en un club?
–La decisión de desalojar los espacios de discusión y reflexión de ideas por supuesto que es una decisión política y de las más drásticas. El modo en que un club se gestiona, el modo en que se mercantiliza, el espacio que se abre o no se abre, el modo de pensar el espacio de un club, respecto del barrio, pero también el modo de pensar el espacio de la propia cancha es política. Recuperar la bandeja alta de Casa Amarilla es política y en su momento, convertir en platea la tribuna alta Casa Amarilla, fue una decisión política e ideológica.
Kohan se reconoce “bostero” y en función de eso es que piensa al club. No solo escribe literatura y ensayos. Acaba de mandar un libro a Planeta que se llama A lo Boca, que va a salir en julio. Y cuenta que se divide en dos zonas: una de reflexión o ensayística, y otra que contiene historias de hinchas que fue narrando. “Boca me interpela”, dice.
–¿Qué podés adelantar del libro?
–La premisa del libro tiene que ver con eso de qué significa ser hincha de Boca y lo que desgrana es que no es como ser hincha de otros equipos. Hay una singularidad en la condición del hincha de Boca y eso es lo que vemos resumirse en la formulación ‘A lo Boca’.
Cuando otro equipo pelea y da vuelta algo en los últimos minutos y no se da por vencido, dicen ganamos a lo Boca. Cuando las otras hinchadas, intentan sostener aliento los noventa minutos, qué están queriendo hacer: ser a lo boca. Esa es la condición del hincha de Boca. Incluso quienes adoptan esta condición, la reconocen como a lo Boca. Hay un modo de jugar que, si otro lo practica, está jugando a lo Boca. Hay un modo de ser hincha que, si otro lo practica, está siendo hincha a lo Boca.