Una mujer muere. La mujer es conocida por la familia de su amiga como la Tía Naya y con su muerte se destapa una olla sellada a presión. La amiga debe hacer el duelo pero también escupir eso que había mantenido oculto por décadas y que ahora reclama ser gritado a los cuatro vientos. ¿Qué relación tenían estas mujeres? Para la familia ese amor es una bomba y para la mujer, un rayo que se impone. Y así titula María Ucedo –actriz y bailarina– la obra que creó para compartir esta historia íntima, El rayo, que puede verse los viernes a las 21 en El Portón de Sánchez.

“La obra se encuadra en el teatro documental pero también es danza-teatro, un ensayo poético, teatro de lo real. No me gusta tanto cerrarme a una definición”, dice Ucedo cuando se le pregunta por el vínculo con el biodrama. El unipersonal narra la relación madre e hija atravesada por un secreto. La actriz recuerda que la revelación fue “un sacudón” y al inicio tenía tantas imágenes que fantaseó con hacer una película. Pero los tiempos del cine a veces son ingratos cuando hay una historia que se quiere contar con urgencia. “Yo trabajo con el cuerpo en el teatro, entonces me pareció que era mucho más real. Tenía la necesidad de hacerlo pronto porque mi mamá todavía está presente en este mundo”, explica a Página/12. Entonces se le ocurrió llamar a Valeria Correa –con quien comparte escritura y dirección– para ver cómo podían llevar el material a escena. “Era delicada la elección para hacer un trabajo tan íntimo. Fue alucinante y súper acertada, me encanta la mirada filosa que tiene Vale”.

Correa recuerda que cuando María la llamó para hablarle de su idea, le mostró un audio en el que había registrado una charla con su madre. “Yo me volví loca y le dije: ‘Esto es la obra’. Si ponemos el audio y la gente lo escucha a oscuras en el teatro, para mí ya es fascinante. Ese documento era una gema, algo muy inspirador que ocupa gran parte de la obra”, destaca. Ucedo tenía algunos textos escritos, entonces el desafío era hilvanarlos con los documentos recolectados y encontrar la mejor estructura.

En relación al concepto de biodrama, Correa agrega: “A mí me gusta usar el término pero también recalcar de dónde viene: es un concepto que inventó Vivi Tellas para sus obras. Después de todos estos años pudimos naturalizarlo e incorporarlo, y es maravilloso. Creo que El Rayo es un biodrama y a la vez no. Lo es no porque sea un material de la biografía de María sino porque nos pareció que estaba bueno incluir documentos, cosas reales de la historia. Otra opción era hacer una ficción y, como tantas, a veces uno no sabe bien de dónde vienen porque no son catalogadas como biodramas”.

La interpretación de Ucedo convive con material fílmico, fotografías, audios y una enorme tela naranja que gracias a su poder simbólico puede ser leída de múltiples formas por el público. Correa asegura que “cuando llegan las fotos, hay algo de época y de esas mujeres en particular que es muy contundente". "Ahí aparece la María Ucedo de niña, y es imposible que una ficción te lleve a ese viaje en el tiempo de ternura o entendimiento. Es lo que el teatro no puede hacer y lo que el cine sí. Y con el audio estás ahí, en la cocina, con María y con su madre. Ni siquiera compite con la ficción porque entrás de lleno a esa escena íntima”.

-Esta es la historia del romance entre dos mujeres. ¿Cómo piensan que es leída hoy, en un contexto en el que ya no tendrían que ocultarse?

María Ucedo: -Hoy esta historia no resistiría para nada por la época en que vivimos. En la obra se habla bastante de eso. Hay una parte en la que yo se lo pregunto directamente, porque siempre fue una sospecha pero nunca una confirmación. La gente de afuera se daba cuenta, pero yo que había mamado eso desde chica, no. Mi vieja dice que ella nunca ocultó nada pero a mí nunca me lo blanqueó. Creo que en un momento -muy pícara- lo dio por sentado, pero era difícil poder verlo desde mi lugar como hija. En la obra aparece todo el tiempo lo no dicho.

Valeria Correa: -Yo quizá puedo alejarme un poco y ver desde afuera. Voy a decir la obviedad de que lo personal es político, pero estoy segura de que hoy la mamá de María hubiese llevado adelante su vínculo de forma totalmente transparente. No hay una cuestión meramente ideológica o de represión familiar; esto es de época. Ellas podrían haber ido presas, podrían haberlas matado. En aquel entonces, el vínculo ni siquiera era una posibilidad. Creo que la obra le hace honor a ellas y a todas las que tuvieron que vivir sus amores en forma clandestina. Tenemos que recuperar estas historias, nombrarlas, homenajearlas, sacarlas del closet y seguir hablando porque están vivas.

Las dos provienen de grupos creativos y están acostumbradas al trabajo en equipo: Ucedo fundó El Descueve y Correa trabaja activamente con Piel de Lava. Dicen que es “una deformidad” que comparten: la escena, la escritura y la dirección se mezclan, los límites entre roles son difusos. Aquí los enfoques se complementaron: Ucedo puso el acento en el trabajo corporal y Correa en la estructura dramática. “Trabajamos juntas porque compartimos ese modo de hacer”, dicen. Ucedo es bailarina, se formó en danza contemporánea, contact improvisation, actuación, artes marciales y ashtanga yoga. Cuando se le pregunta por su concepción de la escena desde lo físico, dice que está acostumbrada a ese tipo de trabajo porque siempre creó desde el cuerpo y el movimiento: “Para mí es un lenguaje natural, nada forzado. La quiero nombrar a Andrea Fernández, que además de ser asistente de dirección ayudó mucho con eso. El desafío es incorporar la dramaturgia con lo simbólico del movimiento para llegar a una síntesis, sin necesidad de que todo tenga que ser dicho. Una imagen también puede representar eso que queremos transmitir”.

Otra arista importante de la obra es el modo en que esta historia repercutió en la infancia de María, en su autopercepción y la mirada externa: “Eso se resignificó con esta historia. Yo era la única nena que se vestía con pantalones, jugaba con varones y me estigmatizaban con apodos como ‘machona’ o ‘marimacho’. Era una forma de bullying. Creo que lo que ves de tus padres repercute después en tu vida, cómo ves las relaciones amorosas o cómo te percibís sexualmente. Mi mamá dormía siempre sola en cama de una plaza y su vida sexual era un misterio. Esto empezó cuando yo tenía 3 años, las dos estaban casadas, tenían sus familias, una era directora de un jardín de infantes: un escándalo para la época”. Entonces Ucedo vuelve al título y recuerda: “Mi mamá dice que esto era como un rayo que se le imponía, ella iba a ir para adelante y nunca pensó qué iba a hacer con sus hijos o cómo iba a enfrentar la separación. Obviamente se protegieron, pero es de una gran valentía mirándolo hoy. La obra es un homenaje a ese amor no dicho, a esa valentía cuando el amor irrumpe así y te atraviesa, te arrasa y decidís ir para adelante como sea”.

*El Rayo puede verse los viernes a las 21 en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034). Las localidades pueden adquirirse por Alternativa Teatral