La historia del ya centenario predio comienza en 1903 cuando Don Manuel Cichero le compra a Luis Guillón una fracción de terreno que daba sobre la calle Coronel Manuel Dorrego y Carlos Casares, en el centro de Monte Grande. Con el transcurso del tiempo, el flamante dueño va comprando tierras linderas y el proyecto de una mansión que llevara por nombre “La Zaida” comenzó a crecer.
Hubo una primera construcción al momento de comprar el terreno, pero no fue hasta 1935 que Aníbal Cichero, hijo de Don Manuel y heredero de la lugar, quiso realizar una importante modificación en la quinta. La casa es hoy una histórica mansión porque le encomendó la obra a Alejandro Bustillo, considerado uno de los mejores arquitectos de la historia argentina. Entre otros hitos históricos, Bustillo diseñó la sede central del Banco Nación en plaza de Mayo, el edificio Volta, el hotel Llao Llao de Bariloche, el complejo Bristol y el Casino de Mar del Plata. El joven maestro amplió el chalet principal de La Zaida, le cambió completamente el estilo y construyó una enorme piscina con sus correspondientes vestuarios y duchas.
El original de los años treinta posee cuatro cuerpos que podían albergar hasta doce huéspedes. Tenía un parque enorme, cocheras, caballerizas, gallineros y demás espacios para aves de corral. Bustillo utilizó el “estilo Tudor” filtrado por la renovación contemporánea de Lutyens y otros modernistas tradicionalistas ingleses. El estilo original es asi llamado por la dinastía Tudor de Inglaterra, que fue de 1485 a 1603, y es de los que más tiempo mantuvo elementos medievales de diseño en lo que ya era el Renacimiento. Esto se expresa arquitectónicamente en características como el arco bajo Tudor y las ventanas en oriel, la presencia de la madera en sus entramados y su visible protagonismo en la fachada. Si se observa en detalle, las molduras son una constante, sea en exteriores o en el interior y hay una tendencia a permitir el follaje o enredaderas naturales.
Dentro de las modificaciones llevadas a cabo por Bustillo a mediados de la década del 30, se creó un nuevo chalet para huéspedes, dependencias para el alojamiento del personal de servicio, un cuarto de herramientas, un invernadero y un garaje. En aquel momento, La Zaida ocupaba casi toda la manzana. Esto fue así hasta 1963 cuando fue subdividida.
Años después, en 2008, La Zaida fue declarada Patrimonio Histórico, Cultural y Arquitectónico del partido de Esteban Echeverría. En el mismo año se instaló en el predio el restaurante “La Quintana” modificando la fachada de la quinta, aunque la ambientación se mantuvo en línea con el estilo arquitectónico anterior. Hoy en día hay dos locales en su gran extensión: el restaurante “Tazones” y la heladería “Valence”. Esto generó una polémica importante cuando los vecinos se enteraron de que existía la intención de explotar comercialmente las instalaciones y exigieron a la municipalidad que se preserve la residencia y se respete su historia.
Luego de las polémicas con los vecinos por la explotación comercial de la histórica mansión, estos terminaron aceptando que el chalet se utilice como restaurante, pero solicitaron que no se modificará “de una manera grosera” su arquitectura, para que siga conservando su esencia y aportando su cuota de belleza a Monte Grande. La declaración municipal de patrimonio si bien no impide que la casa sea vendida, la protege de ser demolida, garantizando de este modo que siga existiendo.
Décadas después, la Zaida conserva gran parte de su imponente arquitectura y es un pedazo de historia en el centro de Monte Grande, escondido detrás de comercios. La increíble residencia, a pesar de los cambios que sufrió, preserva el encanto del estilo Tudor con que fue construida y, si se presta suficiente atención, puede contar las historias de varias generaciones que pasaron por sus inmediaciones.