Está con rinitis. Le apareció después del descenso de temperatura de los últimos días, tras la ola de calor agobiante. Una molestia que no le impide ir y venir: porque Dora Barrancos, socióloga, historiadora feminista y asesora presidencial (ad honorem) va y viene, dando charlas, clases --en maestrías, doctorados, diplomaturas-- y capacitaciones sobre la Ley Micaela en clubes de fútbol o ante funcionarixs judiciales, entre sus diversos auditorios. En su andar por el espacio público la suelen rodear de mucho afecto: sus “fans” la saludan con idolatría, le agradecen por su palabra, su voz potente y clarificadora. Por estos días está por lanzarse en Buenos Aires su último libro Los feminismos en América Latina, editado en 2020 en México. Le llevó tres años escribirlo. En una entrevista de Página 12, Barrancos habla de los debates al interior de los feminismos en el país y lamenta que no haya movilizaciones masivas --como las que convocaron al Ni Una Menos o la marea verde-- para reclamar una ley integral de cuidados. El presidente Alberto Fernández envió el año pasado a la Cámara de Diputados el proyecto, pero nunca se debatió, ni siquiera en comisiones. “Tiene una gravitación muy importante sobre la condición femenina” para desarmar la desigualdad de género, apunta.
Barrancos rechaza la postura que excluye a las mujeres trans como sujetos de los feminismos, una discusión muy candente por estos días en España: “Es un disparate lo que plantea”, dice. “Es igual a lo que piensan las derechas: defienden órdenes binarios, justo ahora que estamos yendo más adelante para mostrarles a los neurocientíficos machirulos que no hay un cerebro femenino como no hay un cerebro masculino”, señala.
También alerta sobre el programa contra los avances en los derechos de las mujeres y las disidencias que tienen hoy las derechas. “Lo hemos escuchado en boca de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni: la defensa cerrada del binarismo, la familia tradicional, el orden biológico, se ha tornado un programa. Por lo tanto, eso de cerrar ministerios de Mujeres --como plantean candidatos como Milei, Rodríguez Larreta y Bullrich-- es la superficie, lo que está abajo es que no quieren más este tipo de avances de derechos”, destaca Barrancos. También opinó sobre las políticas gubernamentales contra la violencia machista y los femicidios, la tendencia de jueces y juezas a revincular niñes con padres denunciados por abuso o violencia, los discursos de odio y el histórico debate en los feminismos sobre prostitución y trabajo sexual.
--¿Sobre qué temas giran hoy los debates en los feminismos en el país?
--Sobre todo entre aquellos feminismos vinculados a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, giran en torno al reclamo por el cumplimiento de la ley de IVE: hay interiores provincianos y algunas provincias que tienen dificultades para garantizar el acceso al aborto. Por otro lado, hay una preocupación transversal a todos los feminismos sobre las violencias, sobre todo cada vez que hay un femicidio. También, hay un reclamo fuerte de una reforma judicial feminista. Tuve que dar una conferencia por el Día de la Mujer en la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires, y me impactó muchísimo el número de mujeres de profesiones jurídicas que se me acercaron: a muchas no conocía, algunas me escribieron después, porque puse el acento fuerte acerca de cómo se sigue formando a profesionales del área jurídica, la forma de separación estanca que tienen los fueros, hice unas observaciones acerca de las ideologías con las que todavía se tramita en la formación jurídica la utopía de la familia como una unidad beatífica.
--¿Se refiere a que se sigue priorizando la unión familiar más allá de que haya un padre violento, por ejemplo?
--Se sigue protegiendo la obligación de soldar una familia más allá de que haya violencia. Se ve claramente en algunas circunstancias pavorosas la tendencia revinculante que tienen muchísimas magistradas mujeres, no solo varones, en el fuero de Familia. La revinculación es un cometido ideológico muy entrañado.
--¿Qué otro tema se está debatiendo en los feminismos?
--Aunque es un tema clave, el reclamo de los cuidados no me parece que sea una propuesta alta. Se sigue hablando del tema pero tenemos un proyecto para crear un sistema integral de cuidados enviado por el presidente a la Cámara de Diputados que no ha sido objeto de tratamiento en comisiones, pero no nos sacude la estantería de los feminismos. ¿Vos viste alguna movilización para reclamar la sanción de la ley de cuidados?
--Solo por ese reclamo no.
--Ninguna. Es algo que se reclama pero que carece del incentivo movilizador que han tenido otros proyectos de ley, desde luego algunos con una importancia estratégica central en la vida de las mujeres como ha sido la ley de aborto. Pero este es un proyecto que tiene una gravitación muy importante sobre la condición femenina. Obviamente las mayores dificultades para iniciar el tratamiento de esta ley están en los compromisos presupuestarios, que son bien gordos. Pero compromisos gordos o flacos, es una ley de enorme gravitación. Y no vemos una demanda accionada, activa de los feminismos a la altura de la dimensión que está en juego.
--¿Qué peso tiene actualmente el debate sobre la prostitución?
--Como formas residuales el tópico que más divide históricamente es prostitución sí, prostitución no, efectivamente; pero me parece que está muy acantonado.
--¿Cuál es su posición?
--La mía es históricamente abolicionista en el sentido más radical del término: “haga usted lo que quiera, el Estado no tienen nada que decir”. El abolicionismo es la imposibilidad de criminalizar a la prostitución.
--¿Está en contra de que se considere trabajo sexual?
--Desde luego, porque la otra cuestión es la cara inexorable que tiene. He escrito sobre esto e incluso he debatido cariñosamente con mi querida amiga Marta Lamas a propósito de la tesitura de que mi cuerpo es mi límite, la gran morada de mi libertad, y por tanto mi límite. La prostitución no es una elección. Es la salida a una necesidad inexorable.
--¿No cree que en algunos casos puede ser una elección?
--Muy raros. Hay sí subjetividades, pero no me vengan a convencer de que en realidad hay un goce o una elección acerca de las candidaturas para el trámite sexual. No lo hay. Y además hay riesgos brutales.
--Pero en nuestros contextos de crisis económica y precarización laboral...
--Pero en los contextos de precarización laboral, el Estado tiene que hacer otra cosa, ofrecerles otras alternativas.
--¿Ofrece?
--Para la población travesti y trans el cupo laboral trans. ¿Por qué hemos obtenido el cupo? Ahí está la trampa de las reglamentaristas o de quienes sostienen que es un trabajo como cualquier otro, un trabajo libre en el mercado libre. Es un mercado que no es tan libre: esa es la otra cuestión. ¿Para qué queremos que haya una protección particular para las personas trans para el trabajo? Las mismas reglamentaristas han pedido el cupo trans.
--El último 8 de marzo en Buenos Aires hubo dos marchas, las izquierdas convocadas por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto se movilizaron hacia la Plaza de Mayo, y desde Ni una Menos y el movimiento que apoya al Gobierno, hacia el Congreso. ¿Qué tema piensa que puede volver a aglutinar a los feminismos como lo hizo la violencia machista y los femicidios en 2015 y luego en reclamo por el derecho al aborto?
--Lo primero que quiero decir es que no es la primera vez que hay diatriba respecto del encolumnamiento y la dirección de los feminismos pero esta vez estuvo muy politizada por razones obvias: Cristina Fernández de Kirchner. Quienes no son kirchneristas no tenían por qué adherir de ese modo pero tampoco creo que efectivamente haya referentes fundamentales de los feminismos que se les ocurra manifestar aplauso por la persecución de Cristina. Porque es una persecución toda atravesada por el género. Ahora voy a la pregunta... el 3 de junio hace unidad. Obviamente el problema de la violencia es de alta focalización pero el tema de cuidados debería ser un eje de movilización transversal equivalente y el tema que para mi gusto sigue sin producir efectos muy provocantes de movilizaciones es el propio mercado laboral.
--¿Cree que los varones se tomarán la licencia por paternidad si se llegara ampliar de dos días a 15 y progresivamente hasta 90 como establece el proyecto oficial?
--Es cuestión de costumbre. En países como Suecia no se la tomaban mayoritariamente hasta que el Estado los obligó. La licencia por maternidad también sigue siendo ridículamente corta, salvo las mejoras conseguidas en distintos convenios colectivos. Está por debajo del mínimo recomendado por la OIT. Tres meses es una barbaridad de poco. Al menos hay que agregar un mes más.
--Hay una discusión muy fuerte en España que fracturó al movimiento feminista y es sobre la inclusión de las personas trans como sujetos de los feminismos. Hablan del “borrado de las mujeres”, dicen que la sustitución de la categoría sexo por la de identidad de género pone en riesgo los derechos de las mujeres. ¿Cuál es su posición sobre el tema?
--No es nuestra discusión, salvo un pequeño núcleo de TERF (N de R: acrónimo con el cual se las identifica y cuya traducción en español es Feminista Radical Trans-Excluyente). Mi posición no puede no ser la más progresista del mundo. Es un disparate lo que plantean. Como decir: “Nosotras llegamos, entonces nadie más llega”. Hay algo de una concurrencia sórdida.
--¿Por qué algunas referentas históricas del feminismo como la filósofa española Amelia Valcárcel han asumido esta postura tan retrógrada?
--Porque están con un estatuto interno paranoico. No quieren que haya mujeres que no sean biológicamente determinadas. Es una transacción regresiva. Es igual a lo que piensan las derechas: defienden órdenes binarios, justo ahora que estamos yendo más adelante para mostrarle a los neurocientíficos machirulos que no hay un cerebro femenino como no hay un cerebro masculino.
--En estos debates circula fuerte la idea de la cancelación...
--La cancelación va en el sentido de ahogar, aniquilar, impedir la otredad, la poliglosia. Está por aparecer un libro que recoge un debate que compartimos con Rita Segato y con Diana Maffía, todas de acuerdo en que cancelar puede ser una situación personal, es decir, de gustos personales pero en contra de los programas públicos de cancelación, cuando se incita a cancelar. Me parece fascista. Cada una, cada une de nosotros, tiene derecho a tomar medidas personales respecto de alguien: lo hacemos. Lo hemos hecho con diferentes figuras y por una temporada lo ponemos en el índex. Pero muy distinto es incitar públicamente a cancelar.
--¿Por qué la derecha está obsesionada con cerrar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad? ¿Qué representa esa promesa de campaña que repiten desde Javier Milei, Patricia Bullrich, Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta?
--Eso es solo la superficie. En el pasado había gente reaccionaria contra los derechos de las mujeres, gente homofóbica, transfóbica, lesbofóbica. ¿Cuál es la novedad de las derechas en el mundo? Tener programas contra el feminismo y contra los avances en los derechos de las identidades sexo genéricas. Lo hemos escuchado en boca de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni: la defensa cerrada del binarismo, la familia tradicional, el orden biológico, se ha tornado un programa. Por lo tanto, eso de cerrar ministerios es la superficie, lo que está abajo es que no quieren más este tipo de avances de derechos. No lo vamos a soportar, dicen.
-Los femicidios no bajan o lo hacen muy lentamente ¿Qué se mejoró en estos tres años en relación al abordaje de la problemática de la violencia por razones de género?
--Lo que más se mejoró son los términos de intervención, no tanto la judicial que sigue siendo bastante precarizada más allá de ciertos impulsos como las fiscalías especializadas: lo que más se pudo transformar es la asistencia a la víctima por parte del Estado con el programa Acompañar. Pero debió imaginarse la demanda que iba a haber. Se pensó en una población menor que la que lo necesita y reclama. Además, hay que extenderlo más: son seis meses y no alcanza. El otro punto es que hay que garantizarle trabajo permanente a las afectadas. ¿Y con quién quedan sus niños? Y ahí es fundamental la ley de cuidados. Estaba todo enganchado. Pero con relación a las cifras de femicidios, en realidad no sabemos si hubo una estampida o no en los últimos años porque no tenemos series históricas vinculadas a un concepto que es relativamente reciente. En el pasado el Estado era autorizador del femicido: hasta la reforma de 1921 el Código Penal argentino inicial hacía eximente al que mataba a la cónyuge o al padre que mataba a la hija por honor o dolor. No iba a la cárcel. Lo que me tornó a mi feminista en Brasil fue justamente un crimen de honor. Luego se introduce la emoción violenta, que perdonaba al que mataba a la cónyuge porque la encontraba adúltera por ejemplo. Es decir, antes el Estado era femicida porque era autorizante del femicidio. Como los femicidios recién se empezaron a contar a partir de 2008 con el Observatorio de la Casa del Encuentro y luego en 2015 con el Registro de la Corte Suprema no podemos decir que ahora los varones están matando más que antes --no lo sabemos--, pero antes también ocurría y no había ni siquiera escándalo.
--¿Es necesario pensar alternativas a la respuesta judicial en términos de protección y reparación a las víctimas de violencia de género?
--Por supuesto. El orden patriarcal es ínsitamente violento. No estamos haciendo nada para la prevención ultra primaria, salvo la Educación Sexual Integral. No se está pensando en una reforma curricular en la formación docente. Hay todavía deportes para niñas y para niños. Hay que modificar todo eso. Género no es una aplicación posterior. Es ínsita. Es necesario que estén capacitados para gestionar la valoración paritaria de la condición humana. Eso todavía no está en la enseñanza curricular de la docencia.
--¿Por qué no se hacen campañas sistemáticas relacionadas con la prevención de la violencia de género en todas sus formas?
--También me lo pregunto. Debería haber en las trasmisiones de fútbol. Son oportunidades perdidas. Eso me preocupa. Siempre hemos tenido un problema de comunicación en el Gobierno y de publicidad de lo que se hace. Ahora se ha mejorado un poco. Pero el tipo de recale gubernamental debería ser insistente respecto de estas temática, en los medios, en las redes.
--El comité de expertas de OEA que visitó al país semanas atrás denunció la gravedad de la violencia política contra mujeres en el país y sobre todo advirtió sobre el impacto de los discursos de odio que atentan contra política y periodistas. ¿Qué se debería hacer?
--Hay una total impunidad en las redes. Nadie le diría a otro ser humano, así de frente, las barbaridades y los insultos que se dicen en las redes amparados totalmente en el anonimato. No debe haber anonimato. Tiene que haber un mínimo de control público. Hay muchos mercenarios del lenguaje público. Con mucho dinero detrás. En relación a las redes me parece que va a haber un movimiento planetario. Estoy preocupada por el crecimiento que han tenido las derechas devenidas ultraderechas, no hay casi partidos de centro. Tiene muchísimo que ver con el estado de disponibilidad sensitivo de la gente. Las poblaciones están a merced de dos gigantes del alma, diría un psicoanalista: el miedo y la incertidumbre. Estos dos elementos son el mejor forraje que tienen las derechas. La herencia que nos dejó el macrismo, con el desempleo que generó y la deuda exponencial favorece esta situación. Las incertidumbres que trajo el propio covid y luego la corrosión que ha causado el endeudamiento y sus consecuencias, que irán pagando generaciones y generaciones. Sumado a la guerra en Ucrania y ahora la sequía.
--Y la inflación
--Sí, creo que la inflación es lo más apabullante que tenemos.
--¿Por qué un personaje como Milei que hace del ataque a los feminismos una de sus banderas tiene tanta llegada entre jóvenes?
--No sé si tiene tanta llegada entre los jóvenes. Es cierto que la falsa insurgencia, que es un acting, atrae mucho a los jóvenes. Pero es una figura completamente apegada a lo más rancio y conservativo reaccionario que exista. Representa la falsa insubordinación. No puede haber más cinismo en las fórmulas de la libertad que usa. No son liberales. Son neofascistas.
--Los jueces misóginos que fueron denunciados en el Consejo de la Magistratura siguen protegidos por la misma corporación judicial y política. Uno de los casos más emblemático es de Anzoategui y Rizzi. Los propios mecanismos creados para depurar la justicia los están protegiendo...
--Debemos conseguir representaciones populares que realmente encarnen la equidad de género, la igualdad en derechos humanos. Efectivamente hay un cierto fracaso. Hay además un incumplimiento grave del Estado argentino sobre los compromisos que asumió en el acuerdo amistoso que se firmó con al Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer de Naciones Unidas (CEDAW, por su sigla en inglés) en el caso de Olga Díaz, una sobreviviente de un intento de femicidio. Es un convenio matriz, que dice de manera sucinta como debería ser la reforma judicial. El Estado argentino le reconoce a Olga Díaz todas las circunstancias brutales por las que pasó, y reconoce su responsabilidad. Y dice que el Consejo de la Magistratura solo deberá aceptar candidaturas en las que haya una alta capacitación en perspectiva de género. Es una deuda patética.