Estamos atravesando una baja del precio de la palta por la falta de demanda”, expresó el presidente Cooperativa de Frutas y Hortalizas de la Ciudad de Salta (COFRUTHOS), Enrique Del Pino. “Ayudó a bajar el precio el ingreso de palta del norte salteño y jujeño”. 

El dueño de un puesto de comercialización dentro de ese mercado mayorista de frutas y hortalizas ubicado en la zona sur de la ciudad de Salta, agregó otros datos a la pesquisa de Salta/12. “La sequía afectó a muchos productores de palta en el norte (por Salta y Jujuy). Algunos cosecharon frutos antes de tiempo, poco carnosos, para no sobrecargar más las plantas. Por eso están tan caras”.

El mes pasado, el precio por kilo del fruto tropical experimentó oscilaciones significativas en el mercado capitalino. El 10 de marzo, un supermercado de la ciudad ofrecía cada palta (cuero de sapo o Hass cultivada en Chile) a $299. El 13 de marzo, la lista de precios que publica regularmente el Mercado COFRUTHOS de Salta capital en redes sociales exhibía un máximo y mínimo para su comercialización minorista: entre $2.500 y $1.600. Al día siguiente, una verdulería del macrocentro salteño ofrecía dos posibilidades: la Hass chilena a $2.500 el kilo o la palta criolla (de cultivos de otras variedades) a $1.000.

El 17 de marzo, otro comercio de cercanía ubicado en la zona norte de la ciudad capital, comercializaba paltas muy pequeñas a $600 el kilo. La dueña del puesto tan sólo informó que esos frutos eran de Salta. El 20 de marzo, otra verdulería al oeste del macrocentro ofertó paltas de Palma Sola (Jujuy) a $1.200 el kilo. Durante la última semana de marzo, por el importante ingreso del fruto desde el norte salteño y el sector productor en las Yungas jujeñas, la oferta en los puestos del mercado COFRUTHOS varió considerablemente. Según la procedencia, el kilo podía costar $300 (paltas super pequeñas), entre $800 y $600 por kilo la palta jujeña cultivada en Palma Sola, $1.000 el kilo del mismo fruto de origen mexicano, u oscilar (según tamaño) entre $1.200 y$1.400 el kilo de palta Hass cultivada en Chile. El último día de marzo, el mismo supermercado que ofertó cada palta a $299, publicó la unidad a $189, es decir, 63% menos que el 10 de marzo.

La oferta de palta en un supermercado capitalino (Imagen: Analía Brizuela).

Desde fines del mes pasado hasta junio probablemente, dentro del predio del COFRUTHOS, los puestos mayoristas y minoristas exhibirán las dos grandes ofertas de palta que hoy conviven en Argentina. La importada (de Chile, México o Brasil) que abastece la demanda anual del producto, y la palta nacional (de Tucumán, Jujuy o Salta) que se instala en la oferta por noviembre y puede mantenerse hasta julio como máximo.

La variedad de oferta productiva tanto nacional como importada también muestra oscilaciones desde noviembre, según los datos que publica regularmente el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA). El cajón de 10 kilos de palta mexicana (variedad Hass) pasó de $9.000 en enero a $7.500 la semana pasada. El cajón, también por 10 kilos y misma variedad de palta brasilera, osciló (según tamaño) entre los $18.000 y $16.500, bajó hasta los $10.700 y $9.400 a mediados de enero, y trepó a los $17.500 la semana pasada. La palta chilena (misma cantidad por kilo y variedad) cotizó en el MCBA entre $21.000 y $18.000 a mediados de noviembre, descendió a mediados de enero ($12.000 y $10.900), y se ubicó entre los $19.000 y $16.000 el cajón durante la última semana de marzo. La producción nacional se movió en otro rango de cotización mayorista. La tucumana variedad Lula, pasó de $4.800 los 8 kilos (enero) a $6.500 la semana pasada. Otra tucumana (variedad Torres) se movió entre los $5.000 y $6.500 la caja de 8 kilos la semana pasada.

Los consumidores de a pie que incluyen paltas en sus dietas, ¿podrán experimentar otro salto de precio del fruto debido, por ejemplo, a la sequía prolongada? “En Chile la nueva temporada productiva (por la floración) comienza en setiembre. Creo que por la sequía, la palta subirá de precio”, vaticinó otro de los puesteros consultados en el predio del mercado COFRUTHOS la última semana de marzo. “Ahora las chilenas cuestan 19.000 pesos el cajón de diez kilos. Son las más caras”.

Otra respuesta la dio un portal digital mendocino (Memo: política, economía y poder). El 20 de marzo publicó que en Chile, ante la escasez sostenida del producto, se pronosticaba una disminución en la producción 2023/2024, estimada entre 15 y 20%. Las cifras fueron calificadas como históricas para la comercialización exterior del fruto.

Las razones del momento se movieron por dos lógicas argumentales: por un lado, la sequía en la zona productora de paltas (centro de ese país); por otro, la utilización excesiva del agua por parte de las empresas productoras en detrimento de los pequeños productores. Sin embargo, la principal preocupación, pasa por la comercialización futura. El valor final del producto en los próximos meses podría sufrir otra escalada y pasar a comercializarse a 10 mil chilenos el kilo o casi 13 dólares. Como en Chile se suele pagar el producto por kilo según precio de exportación, ese valor convertido a peso argentino más impuestos marcaría que en el futuro mediato, la cotización del kilo de palta chilena (cosecha 2023/2024) comprada en Argentina durante el segundo semestre, rondaría los 5 mil pesos el kilo ($4750). Es decir, casi al doble que las paltas chilenas cosecha 2022/2023. Son las que exhiben regularmente los supermercados en sus góndolas.

La producción regional: dificultades históricas

“Los problemas del productor son concretos. De raíz, las condiciones meteorológicas”, explicó Carina Armella, de la Estación Experimental del INTA de Yuto (Jujuy). “Plantas naturalizadas, sin manejo, crecen en muchas zonas de nuestras provincias”, continuó haciendo referencia a las zonas del norte argentino donde se produce palta: Salta, Jujuy, Tucumán y otras del NEA como Corrientes. “En el caso de los cultivos injertados de la variedad Hass (originaria de California), las consultas que recibimos de los productores se dividen en tres: primero, por falta de agua; segundo, las altas temperaturas que queman las plantas, y finalmente en zonas más frías con cultivos, el daño que producen las heladas. Esas son las limitantes claves para el desarrollo del cultivo”.

Paltas de Palma Sola (Imagen: Analía Brizuela).

La investigadora sumó a las limitantes meteorológicas, las propias de los suelos. “La palta es muy exigente: no resiste la excesiva salinidad de un suelo”, dijo. Explicó que si las parcelas donde se cultivan hortalizas o tabaco sin problemas, los paltos pueden no adaptarse. El problema es que no hay suelos perfectos para ese cultivo. “A veces el productor necesita invertir para adaptarlos con canales de drenaje para bajar la napa freática o inyectar suplementos diariamente para manejar la salinidad, como hacen los chilenos”, continuó. “La producción de palta no aumenta porque no hay zonas ideales donde producir. La inversión es alta y, a veces, al productor no le cierra el negocio. Nuestros productores están atados a las situaciones que deben solucionar a diario”.

La estación de Yuto cuenta con el vivero más importante de Salta y Jujuy. Allí se producen plantas injertadas certificadas, que luego compran los productores para desarrollar sus plantaciones. Entre las variedades, los injertos o clones que provienen de esquejes (fragmentos del tallo) del palto que plantó el cartero Rudolph Hass en el fondo de su casa en California (EEUU) por 1920, continúa siendo la más importante. “Nosotros tenemos una colección de variedades únicas en el país”, contó Carina Armella. “Han sido introducidas desde distintas partes del mundo. La variedad Hass es conocida mundialmente, pero tenemos en nuestra colección muchas no comerciales”. Constituyen el material de reserva para mejorar el sistema productivo regional desde diversidad genética.

Alfredo Pais, agrónomo y docente jubilado de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta, relató otros momentos en la historia productiva del fruto tropical en la región. “Betania (Güemes, Salta) tuvo cultivos de palta por la década del sesenta, en superficie muy pequeñas. Eran agricultores familiares y migrantes italianos, algunos españoles, otros criollos. Comercializaban los frutos en el mercado de Salta, aunque esas variedades no eran las de hoy, mejoradas por la investigación isrealí y americana, que es el caso de la variedad Hass o cuero de sapo”. Luego los cultivos de expandieron hacia la zona conocida como “El Ramal jujeño” y el departamento Orán (Salta) como Colonia Santa Rosa y otras parcelas próximas a la ruta nacional 50.

“En la investigación y el manejo de cultivo, el abanderado fue Tucumán, sobre todo las estaciones experimentales (del INTA) de Obispo Colombres y Famaillá. Trabajaron sobre mejoramiento de variedades, a partir de contactos con investigadores de Estados Unidos”, prosiguió. “¿Por qué no se expandió más el cultivo?”, consultó Salta/12. “Por la forma de ocupación del territorio. La disponibilidad de terrenos aptos para el palto compitió con otros cultivos establecidos y probados con la región”, respondió. “La caña de azúcar ocupó gran parte del pedemonte en Jujuy, Tucumán y Salta (años más tarde, el limón). En el caso de Salta, se sumaron el banano y el citrus. Además, es un cultivo relativamente caro”.

Actualmente se desarrolla un Censo Nacional de Frutos Tropicales en el NOA y NEA. El objetivo es obtener información precisa y detallada de esos cultivos, como, por ejemplo, las superficies cultivadas con palta en cada una de las provincias que componen las dos regiones. Desde el INTA de Yuto estiman que, hasta 2019, la superficie de cultivos de palta alcanzó las 1.300 hectáreas entre el NOA y NEA. Todavía resultan insuficientes para abastecer el mercado interno.