Las más innovadoras propuestas teatrales, las obras más exitosas del teatro comercial y las más comentadas del off, aquellos unipersonales que estimularon las risas y aquellas piezas teatrales que conmovieron hasta las lágrimas: todo el teatro argentino reciente puede verse sin moverse de casa. Y ahora, además, con la posibilidad de disfrutarlo gratuitamente. Esa es la propuesta de Teatrix, la plataforma de streaming que hace ocho años llevó el teatro argentino a los hogares y que ahora lanzó Teleteatrix Fast, un canal gratuito que permite ver distintas obras sin necesidad de estar abonado al servicio. Un lanzamiento que busca hacer que el teatro argentino siga sumando espectadores, aunque aún no sea a través de la pantalla. “El teatro argentino es uno de los más valorados del mundo. Si a eso le sumás una muy buena calidad fílmica y una plataforma simple, la gente se interesa”, le cuenta a Página/12 Mirta Romay, la creadora de la plataforma audiovisual dedicada exclusivamente al teatro.

No hay ninguna duda de que el teatro es un ritual presencial. El convivio entre los espectadores y los artistas, en un ámbito cerrado y preparado para ese fin, es irremplazable. Lo que allí se produce, además, se modifica de función en función, conformando un hecho único. También es cierto que para poder ser parte de esa experiencia se necesita dinero, tiempo, y ser contemporáneos y geográficamente cercanos al momento en que las obras están en cartel. Esas condiciones no siempre están al alcance de la mano. Y esa imposibilidad es la que desde 2015 Teatrix intenta subsanar, si bien no completamente, al menos reproduciendo una función en formato audiovisual. Una opción que desde hace unos días ofrece una versión gratuita con Teleteatrix Fast, un canal libre al que se puede acceder ingresando a Teatrix.com, sin necesidad de registrarse, y donde se pueden ver distintas obras programadas diariamente. Muy pronto estará en plataformas Fast, como Pluto TV o Tubi.

“Es una señal que, de alguna forma, rememora lo que fue la vieja televisión, porque es gratuita, libre y con una programación de ocho horas diarias de estreno de obras argentinas las 24 horas”, explica Romay, la hija del “zar de la TV”. “Digo que recuerda a la vieja TV porque tiene un valor muy alto de descubrimiento, que no lo tiene el mundo de las plataformas. Cuando uno se sentaba frente al televisor miraba lo que estaba programado, con la posibilidad de descubrir algo que no se conocía, desde actores a autores y abordajes. Fue una TV muy generadora de la novedad. Hoy, el modelo es inverso: uno busca algo que ya sabe que existe, en tal o cual plataforma. Todos los algoritmos funcionan para darte algo más o menos parecido a lo que estás buscando. Eso provoca encierro: sin darte cuenta te vas aislando. Esa es la paradoja: vivimos un mundo cada vez más conectado pero en el que nos vamos quedando cada vez más aislados. Teleteatrix tiene algunas virtudes de aquella vieja TV: la gratuidad y el descubrimiento”.

Creado en 2015 como página web, Teatrix es hoy un servicio de streaming pago (el abono sale 1250 pesos por mes) que cuenta con más de 400 obras argentinas y algunas latinoamericanas, entre las que hay tanto del circuito comercial como del off. A diferencia de este, el nuevo canal gratuito Teleteatrix no es on demand sino lineal y solo permite ver obras previamente programadas. “El criterio de la programación tiene que ver con el descubrimiento. Nosotros tenemos grandes obras y muy buenos actores en el off, que la gente no va a buscarlos porque los desconoce. Teatrix tiene un público que está entre el teatro y la TV, por lo que en la plataforma pasa lo mismo que sucede en el mundo presencial: lo comercial tiene una atracción mucho más alta que el off. Entonces, la señal libre y gratuita de Teleteatrix permite que la audiencia descubra y valore a artistas y obras que desconoce, y que son muy buenos”, puntualiza la creadora.

Teatrix es en la actualidad la única plataforma audiovisual en la que se puede ver teatro argentino, así como en Estados Unidos está BroadwayHD, en Inglaterra Globe Player o Digital Theatre, en Brasil Cennarium o en España Palco Digital. En todos los casos, se trata de propuestas que no reemplazan al teatro sino que ofrecen una posibilidad de entretenimiento distinto. “Se trata de dos experiencias completamente diferentes -acuerda Romay-. Cuando uno va a ver una película al cine que está en Netflix ve lo mismo, aunque también hay una experiencia distinta: no es lo mismo verla en la oscuridad de una sala, con otra gente, que en tu casa. Pero acá las diferencias son más grandes aún, ya que hay un montón de planos, expresiones y sutilezas que tiene la filmación que tal vez no se captan en el rito presencial. A la vez, el teatro tiene toda una vivencia única, donde la inmersión corporal es muy fuerte”.

Esa experiencia distinta que significa ver una obra en una sala en forma presencial y verla filmada a través de una pantalla es la que permite la convivencia y la sinergia, haciendo que el teatro argentino se nutra. En este sentido, Teatrix produce audiovisualmente cada obra con varias cámaras y trabajando de manera conjunta con los directores y los encargados de la luz y el audio. “Los espectáculos son filmados por 5 y hasta 7 cámaras, además de trabajar con la luz y el audio -aclara Romay-. No es una fábrica de hacer chorizos sino un proyecto artístico. Se analiza la obra, se trabaja con los autores y los directores, se analiza qué cantidad de cámaras se necesitan en función de la obra y el espacio. Para llegar a esta calidad nos dimos cuenta que teníamos que dar vuelta la ecuación del cine, donde el actor trabaja para la cámara: acá la cámara trabaja para el actor”.

¿Todas las obras de teatro son plausibles de ser filmadas? Romay cree que en su mayoría, aunque hay excepciones: “La transposición no es algo fácil de lograr. Una obra de teatro llevada al cine puede fracasar, y viceversa. Se puede transformar siempre y cuando haya un consenso de transformar la obra teatral en una audiovisual. Todos deben entender que van a entrar a un mundo que no es el del teatro. Cuando el director intenta sostener lo teatral y no se da cuenta que está entrando al mundo audiovisual, que tiene otras reglas, perdemos todos. Crear esa transposición puede poner en valor hechos teatrales para elevarlos o disolverlos. Por suerte, las resistencias se han diluido, pero en el mundo teatral fundamentalista se mantienen. Y es verdad que algunas obras no son para ser filmadas, ya que son hechos teatrales fundamentales que no lográs transmitir por mejor puesta de cámaras que hagas. Yo aprendí a descubrirlas. Hay obras que son hechos muy teatrales, para vivir ahí. Si las sacás de ese ámbito, pierden valor. El convivio entre el espectador y el actor no se puede llevar al audiovisual. Pero también hay obras a las que el audiovisual las potencia”.