Una jugada maestra del presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia está a punto de darle a la Argentina la organización de la tercera Copa del Mundo de su historia. Apenas se conoció la decisión de FIFA de retirar la nominación de Indonesia como sede del Mundial Sub 20 por haber vetado la participación del seleccionado de Israel, Tapia reaccionó muy rápidamente y presentó la postulación a través de una carta personal y otras dos de los ministerios de Economía y Turismo. Como sólo la Argentina se ofreció en tiempo y forma a albergar el torneo que debería empezar el 20 de mayo, FIFA homologará esta semana la presentación y el Mundial Sub 20 finalmente se jugará en seis ciudades de nuestro país.
La movida audaz de Tapia no solo le permitirá a la Selección Argentina jugar un Mundial para el cual había quedado eliminada en el Sudamericano de Colombia. También revela hasta que punto el dirigente más importante del fútbol argentino está decidido a explotar la fortaleza política que le concedió el Mundial de Qatar. Y a levantar al máximo posible su perfil público. En ese sentido, la diferencia con Julio Grondona resulta notable. Tapia no se privó de figurar en todas las fotos de los festejos de la Selección en River y Santiago del Estero. Incluso, su imagen apareció junto a la de Lionel Messi, el resto de los futbolistas y Lionel Scaloni en el ploteo que se hizo del pasillo entre la concentración y el vestuario del Monumental. Como si se tratase del jugador número 12 del plantel y no del dirigente de más peso.
En cambio, resulta casi imposible detectarlo a Grondona en medio de las celebraciones de México '86. No estuvo en el palco cuando Diego Maradona recibió aquella Copa del Mundo y tampoco se asomó al balcón de la Casa Rosada en la imponente recepción popular en Plaza de Mayo. Pero si trató de impedirle el ingreso al vestuario triunfal del estadio Azteca a varios de los periodistas que habían sido críticos de la gestión de Carlos Bilardo. Desde luego que Grondona le extrajo todo el jugo político posible a aquella consagración. De hecho, fue el trampolín que le posibilitó llegar a la vicepresidencia de la FIFA. Pero lo hizo desde un premeditado segundo plano. Sin ponerse jamás en un pie de igualdad con Maradona y Bilardo.
Tapia piensa distinto. En todo caso, es un emergente de tiempos mas mediáticos. Y asume un protagonismo que puede parecer exagerado. Pero que resulta coherente con su decisión de convertir a la Selección Argentina casi en un búnker personal y en una plataforma de lanzamiento político de largo alcance. Después de la gesta de Qatar, "Chiqui" Tapia ha resuelto moverse en la alta política del fútbol internacional. La inminente designación de la Argentina como sede del Mundial Sub 20, pergeñada en apenas diez días, es hija de la audacia de un dirigente que desde hace tres meses está convencido de que ninguna jugada puede salirle mal.