La muerte de María Kodama abrió un escenario inesperado, ya que se pensaba que la viuda de Jorge Luis Borges había dejado todo atado y bien atado respecto de su herencia. De hecho, su abogado, Fernando Soto, había anticipado que los derechos de autor del más universal escritor argentino, guardados con celo extremo por Kodama desde 1986, podrían repartirse entre universidades de Japón y Estados Unidos.
Sin embargo, parece que no fue así. Al momento de fallecer el pasado 26 de marzo a los 86 años, Kodama no había resuelto la cuestión, con lo que se abrió la posibilidad de que el copyright borgeano quedara en manos estatales. La aparición de unos sobrinos de Kodama abre un nuevo sendero. O lo bifurca, parafraseando un cuento célebre de Borges.
Sin embargo, el origen de todos los debates hay que rastrearlo hace casi cuatro décadas, antes de la muerte del autor de El Aleph, cuando cambió su testamento, se casó con Kodama y, tras morir en Ginebra, fue enterrado en esa ciudad de la Suiza francófona.
Kodama entra en escena
María Esther Vázquez, autora de Borges, esplendor y derrota (libro de 1996 que Adolfo Bioy Casares definió como la biografía definitiva de su amigo), rastrea en septiembre de 1975 el momento en que Kodama comenzó a tener preeminencia en la vida del escritor. Borges tenía que ir a Estados Unidos y no había nadie disponible para acompañar a un hombre de 76 años y ciego. Ninguno de sus dos sobrinos podía viajar; tampoco estaban disponibles amigas cercanas que ocasionalmente lo acompañaran, como la propia Vázquez.
Entonces, Fani Úbeda, la histórica ama de llaves de Borges, que lo acompañara durante cuatro décadas, hizo una propuesta de la que se arrepentiría: que al viaje fuera una de las alumnas de anglosajón del poeta, y pensó en Kodama. Así comenzó la relación que se extendería hasta la muerte de Borges.
Kodama comenzó a tener presencia en dedicatorias de Borges en poemas de Historia de la noche y La cifra. Este último libro, de 1981, iba a incluir un poema dedicado a otra mujer: Viviana Aguilar, una joven librera de 23 años que empezó a frecuentar a Borges. Se volvieron cercanos, tanto que Borges almorzó con ella y sus padres en la Navidad del 81. El poema "Al olvidar un sueño" le fue dictado a Aguilar. Solamente apareció publicado en la primera edición española de La cifra. Vázquez refiere que Kodama fue quien sacó el poema.
Ese mismo año falleció la madre de Kodama. Vázquez cita una entrevista de 1993 en La Nación, en la que la viuda asegura que "nunca hablo de mi madre que está viva y se encuentra en los Estados Unidos".
Matrimonio y algo más
Los viajes de Borges acompañado por Kodama continuaron en el primer lustro de los 80. Incluso compartieron el proyecto del libro Atlas, publicado en 1984, con breves textos de Borges sobre distintos lugares del mundo, con fotos de Kodama. Ya tenía 85 años y pasaba demasiado tiempo en los aviones. En La Nación del 27 de diciembre de 1985, la escritora Sara Gallardo graficó la situación: "Es un dolor ver al gran argentino llevado y traído como un ostensorio".
Para ese momento, Borges ya se había ido de la Argentina para no volver más. El 28 de noviembre partió a Europa con Kodama. Un día antes había estado con Bioy Casares en la librería La Ciudad, un encuentro que dejó las últimas imágenes de Bustos Domecq. Una semana antes, el 22 de noviembre, se había producido el cambio de testamento.
Borges había testado en agosto de 1979, al cumplir 80 años. Sus bienes repartían, en partes iguales, entre Fani Úbeda y Kodama. En el testamento del 85, Kodama pasaba a ser la heredera de todos los bienes. Fani solamente recibiría 2500 australes, la nueva moneda creada en junio de ese año. Úbeda rechazó ese segundo testamento y fue a la Justicia, para perder en 1995.
El 22 de abril de 1986, tocaron a la puerta del departamento de Borges en la calle Maipú. Fani Úbeda se encontró con un oficial de justicia que acompañaba al abogado Osvaldo Vidaurre, apoderado del escritor (que estaba en Ginebra) a instancia de Kodama en lugar de Amaro Pourcel, su abogado hasta entonces. Hicieron un inventario de los bienes y clausuraron la puerta que unía la parte principal con la puerta de servicio. Úbeda saldría de la casa el 15 de mayo para no volver.
Cuatro días después de la visita del abogado, una noticia conmocionó al punto de ser portada de los diarios: el casamiento de Borges y Kodama. Ambos se encontraban en Ginebra y se casaron por poder en una localidad paraguaya llamada Colonia Rojas Silva. Para la ley argentina, Borges estaba legalmente casado con Elsa Astete Millán desde 1967. Si bien se habían separado en 1970, solamente se había dispuesto en cuanto a cuerpos y bienes, dado que no regía todavía el divorcio en el país.
El acta de matrimonio es curiosa. Con letra manuscrita se destaca que el acto se llevó a cabo a las 10 de la mañana del 26 de abril, con firma del juez de paz Julián Fretes. Pero resulta que la misma página está sellada con fecha 24 de abril y Fretes habría sido llevado de otra localidad a certificar un acto en un lugar en el que no tendría jurisdicción.
Borges no solamente había cambiado de abogado a instancia de Kodama. También reemplazó a su médico de cabecera, Alejo Florín, que lo atendía desde fines de los 70 y le recomendaba no viajar tanto. Antes de que fuera reemplazado por Jorge Fellner, había constatado que el escritor tenía un tumor abdominal que podía ser maligno. Fue un cáncer de hígado lo que terminó con la vida del mayor escritor de la lengua castellana.
El fin
El 6 de mayo de 1986 se conoció lo que sería la última palabra pública de Borges. Envió una carta a la agencia EFE, en la que, diez días después de su casamiento, pedía respeto por su privacidad.
"Queridos amigos de la agencia EFE. Les envío estas líneas para que las publiquen donde quieran. Lo hago para terminar de una vez por todas con el asedio de los periodistas y con las llamadas y las preguntas de las que estoy cansado. Soy un hombre libre. He resuelto quedarme en Ginebra, porque Ginebra corresponde a los años más felices de mi vida. Mi Buenos Aires sigue siendo el de las guitarras, el de las milongas, el de los aljibes, el de los patios. Nada de eso existe ahora. Es una gran ciudad como tantas otras. En Ginebra me siento misteriosamente feliz. Eso nada tiene que ver con el culto de mis mayores y con el esencial amor a la patria. Me parece extraño que alguien no comprenda y respete esta decisión de un hombre que ha tomado, como cierto personaje de Wells, la determinación de ser un hombre invisible. Con todo aprecio se despide de ustedes, Jorge Luis Borges". La misiva tiene firma manuscrita y no alude al casamiento.
Dos días antes, el diario La Nación informó que Borges tramitaba la ciudadanía suiza. El 21 de mayo, Borges llamó por teléfono a una amiga, la escritora Alicia Jurado. Se disculpó por que se hubiera tenido que enterar del casamiento por los medios. Ella lo notó de buen ánimo.
Juan Gasparini, autor de Borges, la posesión póstuma (libro por el cual fue querellado por Kodama), pudo entrevistar a Florence Bergeron, la enfermera que cuidaba de Borges por las mañanas en su departamento ginebrino. El paciente no se quejaba y le contaba que quería viajar a Japón. Además de enfrentar el cáncer y la ceguera, Borges era diabético y estaba "ligeramente desorientado" tras una internación en Suiza. Bergeron dejó de cuidarlo porque iba a dar a luz. Borges le regaló un ejemplar de Otras inquisiciones, en castellano, con dedicatoria.
A comienzos de junio, Norah Borges, la hermana del escritor, declaró a la prensa francesa: "La familia acepta esta maldición en silencio, hay algo diabólico en este matrimonio".
El 14 de junio, Borges murió a los 86 años y se consumó el último acto del drama: el entierro en el cementerio de Plainpalais en Ginebra. El 18, en una carta de lectores de La Nación, Norah dijo haberse enterado de la muerte por los diarios, víctima de "una enfermedad terrible que no sabíamos que tuviera". Además, subrayó la sorpresa por el entierro en Suiza, dado que "siempre quiso estar con los antepasados y con nuestra madre en la Recoleta".
En "Las uñas", un texto de El hacedor (1960), Borges había escrito: "Cuando yo esté guardado en la Recoleta, en una casa de color ceniciento provista de flores secas y de talismanes, continuarán su terco trabajo, hasta que los modere la corrupción". Gasparini refiere que, en 1982, Borges había autorizado que lo cremaran después de muerto. Lo enterraron en Ginebra y nunca prosperó un intento de repatriar el cuerpo. Para entonces, la obra borgeana ya estaba al resguardo de María Kodama, un resguardo que ahora entra en cuestiones de sucesión.