Como si quisieran festejar con una dura ironía los diez años de la peor inundación en la historia de su ciudad, los concejales oficialistas de La Plata aprobaron este lunes levantar los últimos adoquines de sus calles. Esto completa el proceso de impermeabilización de superficies del espacio urbano y contradice a tal punto la escasa legislación de preservación del patrimonio platense, que la nueva ordenanza es la simplicidad misma: consiste en eximir a los adoquines de la ordenanza protectora.

El gobierno municipal de Julio Garro, de Propuesta Republicana e inserto en el espacio de Juntos por el Cambio, fue que propuso la desprotección de los adoquines. El Concejo Deliberante lo puso a votación el tres de abril, el aniversario de la tormenta que dejó 89 muertos, algo nunca visto en la historia de la capital bonaerense. Garro, como sus pares porteños en la Ciudad Autónoma, tiene como industria mimada la especulación inmobiliaria, lo que explica la explosión de demoliciones y construcciones de baja calidad que siguen avanzando sobre amplios sectores de la ciudad.

La pérdida de patrimonio no es la única consecuencia de esta intimidad entre especuladores y gobiernos que Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta llevaron al virtuosismo. Otra es la constante búsqueda de obras de dudosa utilidad para el público que funcionan como un plan de ayuda a las constructoras. Es claramente el caso de la remoción de adoquines y el asfaltado a nuevo, una obra que no aporta al bienestar de los vecinos.

La historia oficial

El intendente Garro no respondió a un pedido de información de Buenos Aires 12, pero un vocero de María Botta, encargada de planeamiento urbano de la ciudad, dio precisiones sobre la obra. Para el vocero de planeamiento, "el asfalto da más seguridad para poder circular porque son vías de circulación media, calles, diagonales y avenidas internas de la ciudad. El asfalto tiene mayor adherencia al frenado, de hecho el principal problema de los adoquines es que más allá de tener muchos desniveles que ocasionaban la caída de motos y ciclistas, los días de lluvia son de alto riesgo porque los vehículos patinan".

Hay varios errores en esta apreciación, que recuerdan a lo que decía un director del Casco Histórico porteño partidario de asfaltar San Telmo porque él, hombre de edad, se "tropezaba en los adoquines". El adoquinado bien mantenido no causa la caída de motociclista o ciclistas, y lo del frenado es un mito urbano que extraña encontrar en un razonamiento oficial. De hecho, una simple observación que sí es comprobable es que el empedrado funciona como un instantáneo freno a la velocidad del tránsito, aumentando la seguridad.

Al preguntarle si esta idea de seguridad vial alcanzaba para levantar la protección patrimonial de los adoquines, el vocero se fue por las tangentes. Primero contó que en el barrio de Meridiano V se está creando una zona patrimonial para "generar corredores turísticos, culturales y gastronómicos alrededor de esto". Esto, se sabe, es el clásico argumento macrista de gestión cultural: preservar es comercializar para los turistas un lugar pintoresco y que genere espacios a concesionar. Si no es pintoresco, si no atrae al turista, no sirve.

La segunda tangente fue pretender que la pregunta por la preservación de los adoquinados era una pregunta sobre el destino de los adoquines. "Los adoquines removidos van a ser utilizados para ser reubicados en las zonas donde se buscará su preservación", fue la no muy gramatical respuesta. No parece entenderse que la cuestión es que ciertas calles sigan adoquinadas, y no dónde se van a apilar o reutilizar las piedras en sí.

Lo que sí quedó en claro es que el proyecto es dejar las cunetas adoquinas y levantar por completo el resto, y no simplemente recubrir con asfalto las piedras enterradas.

Los vecinos

Aunque La Plata es una ciudad muy, pero muy maltratada en el sentido patrimonial, los vecinos no se resignan a perderlo todo. Defendamos La Plata lleva años defendiendo el patrimonio y la ordenanza aprobada el lunes disparó la creación de SOS Adoquines Platenses, que circuló un petitorio para detener esta pérdida que es un excelente análisis del tema, mucho más sólido que el del intendente.

En ese escrito, los vecinos señalan que los adoquines reducen la velocidad y ayudan a evitar accidentes, que dejan que las lluvias filtren y reducen el peligro de indundación, y que son para todos los efectos prácticos, eternos. De hecho, como comprobaron los vecinos de San Telmo tras una larga lucha por la misma causa, el mantenimiento se limita a las "camas" y no a las piedras, que no se rompen nunca, y esto resucita un oficio perdido. En Rafaela, señalan los vecinos, se formaron cooperativas especializadas. El asfalto, en cambio, necesita constantes parches y no admite cooperativas, sólo constructoras bien conectadas.

Por las dudas, los vecinos agregaron al escrito la memoria presentada a la Corte Suprema de Justicia bonaerense en defensa de los adoquines. Ahi se recuerda que la política de asfaltar a mansalva empezó en 2021, pese a que existe una norma "enfática" que prohíbe remover o cubrir las piedras (la ordenanza 9008) y otra que manda mantenerlos en tiempo y forma (la 9879). "No obstante, el municipio cubrió con asfalto la diagonal 78 (que une la plaza Rocha con la calle 1) tanto como tramos relevantes de la avenida 60, de manera abrupta y solapada, sin información ni, mucho menos, consulta y participación ciudadana efectivas".

Hay que recordar que 2021 fue la salida de la pandemia, con lo que cabe pensar en estas obras como otra fase del plan de ayuda a constructoras con fondos públicos.

Los vecinos lograron una pre cautelar en sede judicial y el municipio cambió de táctica, impulsando la ordenanza que se votó el lunes, para, señalan con agudeza los vecinos, "legalizar de hecho" las obras. El 26 de noviembre de 2021, esa ordenanza fue suspendida por medida cautelar de la justicia, lo mismo que cualquier otro asfaltado. La jueza del caso tuvo que renovar la orden de suspensión el 23 de marzo de este año, cuando se enteró que estaban levantando el adoquinado frente a la Plaza Rocha, pleno centro de la ciudad.

Es por eso que el caso llegó a la Corte Suprema, a la que le avisaron que las obras también violaban la ley que regula el Casco Histórico de la ciudad, que no siguen la idea de participación ciudadana y transparencia en la información porque se hacen y listo, y que nadie nunca escuchó hablar siquiera de un estudio de impacto ambiental.

Con la justicia en contra y la Defensoría Ciudadana de La Plata dándole la razón a los vecinos, se entiende un comentario espontáneo del vocero de planeamiento urbano: "Los concejales son electos por el voto popular al igual que el intendente". Al parecer, en la lógica del municipio platense, esto los coloca por encima de la ley por el solo expediente de tener mayoría en el Concejo Deliberante.

Y todo esto para asfaltar 75 cuadras en doce calles de una ciudad que tiene muchas, pero muchas más cuadras asfaltadas en muchas, pero muchas más calles.