Emulando el concepto de la "ruta el vino", con la que se describen el trazado de viñedos en las provincias en las que la industria marca el pulso económico e identitario de sus habitantes, se podría asegurar que la provincia de Buenos Aires está atravesada por "Las Rutas del Vino". Con una actividad vitivinícola recientemente recuperada luego de más de sesenta años de prohibición, actualmente existen viñedos y bodegas en zonas serranas, en la costa, y hasta en el conurbano. Malbec, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Chardonnay, son las variedades de uvas que crecen en tierra bonaerense y se utilizan para la producción de un sector que crece a gran velocidad.
En el año 1934, y por presión de las provincias cuyanas tras la Gran Depresión del 30', el entonces presidente Agustín P. Justo promulgó la ley que imposibilitó a la provincia de Buenos Aires y la de Entre Ríos de producir vino. Hubo que esperar más de seis décadas para la derogación de la norma y la posibilidad de revivir la industria vitivinícola bonaerense. Como mencionan muchos bodegueros locales, aquella política generó en la conciencia nacional la idea de que el vino sólo se produce en Mendoza y en zonas similares, y que incluso las condiciones de suelo únicamente propicias para hacerlo son en la altura de la montaña.
En enero de este año, y por iniciativa del senador provincial del Frente de Todos, Luis Vivona, se reglamentó la Ley 15.404 de Promoción e Incentivo a la Industria Vitivinícola de la provincia. El texto designa una autoridad de aplicación para fomentar la actividad en base a créditos, beneficios impositivos, campañas de difusión, generar su consumo en las actividades organizadas por el gobierno provincial y, como hecho relevante, crea la marca "Vino Buenos Aires".
“La vid es algo que quedó excluido de Buenos Aires hasta que yo empecé”, afirmó Daniel Di Nucci, quien está al frente de Bodega Al Este, en Médanos, allí por el sudoeste provincial, en el municipio de Villarino. Tras mencionar lo que significó la prohibición establecida por Justo, el productor aseguró que “eso llevó a que en la cabeza de la gente quede que ‘el vino no es de acá’". El 1 de diciembre del 2000, Al Este tuvo su puntapié con 5.000 vides en una hectárea y media. Mano de obra mendocina de por medio, Di Nucci inició el proyecto que cuenta con 25 hectáreas de viñedo.
“Donde hacen cultivos tradicionales, lo van a seguir haciendo, pero para la vid hay que aprovechar áreas que no tienen esa potencialidad y se puede dar valor agregado a todo eso”, afirmó el productor vitivinícola. El mejor ejemplo lo encuentra en el suelo cuyano, que justamente no tiene las mejores características para sembrar otros cultivos y en que la industria vitivinícola es uno de los motores económicos de la región.
Di Nucci también aseguró que el turismo es un aliado fundamental en la enología, y dejó una reflexión: “yo me vengo convenciendo que la costa bonaerense es el mejor lugar para explotar la vitivinicultura”. La vid es un planta fuerte y adaptable. Las extensiones de tierra costera, una cuota de salinidad en el agua, y, sin dudas el turismo, es un combo que Di Nucci espera sea explotado.
La industria del vino en la provincia cuenta con una organización incipiente. "La Cámara de los productores bonaerenses", le dicen algunos, aunque nada está formalizado. Lo que sí está en pleno proceso de constitución es la Asociación ‘Viñas y Bodegas Bonaerenses’ que posibilitó, desde hace un año y medio, confluir en un trabajo conjunto a quienes practican la actividad en el territorio provincial. Manuela Parra, actual presidenta, está al frente también de la Bodega Saldungaray, ubicada en el pueblo homónimo, donde se celebró la Fiesta de la Vendimia de la provincia de Buenos Aires.
Parra contó que el territorio bonaerense dispone de una versatilidad de terruños, que abarca múltiples sectores. “En la provincia de Buenos Aires hay vino de humedal, de serranía en zona seca, serranía no tan seca como Tandil; y hay elaboraciones culturales más diferenciadas, como la que se produce en el clima serrano, y también hay vinos de océano”, marcó como ejemplos la productora. En sintonía con Di Nucci, expresó que hay una creencia en la mayoría de los argentinos de que la altura es un requerimiento para la elaboración de vinos. “Si vemos las zonas vitivinicultoras del mundo nos damos cuenta rápidamente no es así”, remarcó.
Junto con Di Nucci, esperan que la nueva ley traccione la industria dentro del conocimiento general de la provincia. “La ley es el primer instrumento con el que contamos los productores de apoyo al sector”, aseguró Parra. “Los vinos bonaerenses son nuevos y que necesitan todo un trabajo que los vinos de las zonas hegemónicas ya lo tienen”, indicó en sintonía con que el texto de la nueva norma provincial pone énfasis en la difusión. Según su perspectiva, Parra entiende que hay múltiples propuestas en el territorio provincia, lo que hace que sea un trabajo bastante minucioso y complejo, “pero rico a la vez”.
Rutas y recorridos: enoturismo
Dentro de los proyectos vitivinícolas de la provincia, está Bodega Puerta del Abra. Se inició en 2013 en la zona de Balcarce. Su equipo le contó a este medio que las principales dificultades que se afrontan en esta industria radica en conseguir los proveedores en zonas aledañas, que comprendan las particularidades de un viñedo, y a su vez que sea en una zona no tradicional para la actividad. Con 12 hectáreas de viñedo, celebraron que en julio de 2012 el Instituto de Vinicultura Nacional reconoció a la localidad de Balcarce con Indicación Geográfica, es decir, da la especificación del lugar al producto.
El otro gran desafío sobre el que los productores ponen el acento es el de la mano de obra. Siendo una tarea difícil, explicaron que se “organizaron para funcionar como Bodega Escuela”. “De alguna forma hacemos docencia con cada persona que se suma”, explicaron. Hoy el equipo fijo de la bodega está formado por gente de Balcarce mayormente, así como los refuerzo para tareas de poda y cosecha. A su vez, también cuentan con estudiantes de agronomía de la Universidad Nacional de Mar del Plata que “quieren hacer experiencia”.
Trece años es también el tiempo de vida de Bodega Gamboa. Una bodega del conurbano. Ubicada en Campana, Eduardo Tuite es quien está a la cabeza de un proyecto que inició con su propio deseo: “yo tenía ganas de poner un emprendimiento vitivinícola cerca de la Ciudad de Buenos Aires”. Residente de CABA y trabajador del turismo, junto a su familia llevan adelante la producción de 3 mil litros de vino con proyección de alcanzar los 10 mil y luego 15 mil. “En la provincia hay que generar condiciones iguales, con beneficios impositivos como hicieron otras provincias para que la actividad crezca”, indicó.
Tuite colaboró en el desarrollo de la Ley 15.404, y destacó el rol del senador Vivona en ir a escuchar a los productores y pensar un texto para la norma con aquello que hoy es necesario. “El tema de créditos va a ser súper importante”, remarcó el titular de Gamboa, que también destacó la chance de destinar un porcentaje de vinos bonaerenses en las góndolas de supermercados, y que en los eventos provinciales haya vino producido en la provincia. “Cada punto de la ley es importante”, señaló, desde la experiencia de una bodega que sólo vende su producto en su ubicación, para la que el enoturismo "es trascendental".
También del conurbano, también hace 13 años, y también con un fuerte trabajo en el turismo. Así son las condiciones de Finca Don Atilio, una bodega en Cañuelas, que es producto de un emprendimiento familiar que se transformó en un viñedo de dos hectáreas. Horacio Spinazzolla encabeza el lugar. “La ley llega en un momento oportuno”, señaló. “Faltaba que la provincia se interesara por lo que estábamos haciendo, y ahora la ley abre la actividad de una forma muy interesante”, celebró.
Spinazzolla destacó el lanzamiento de la marca ‘Vinos Buenos Aires’. El productor vitivinícola de tradición familiar aseguró que este punto es vital dada la necesidad de difusión que necesita la industria en la provincia y en el mundo. “Si Uruguay ha logrado instalar sus vinos en Europa cómo no lo pueden hacer los vinos bonaerenses que están las mismas condiciones de producción”, se preguntó. Asimismo, reconoció los esfuerzos del municipio, y aseguró que el “gran complemento” de esta industria es el enoturismo. Dado que la mayoría de las bodegas aún son pequeñas, necesitan tiempo para producir en mayor volumen, y el bodeguero cañuelense afirmó que “las visitas guiadas a la finca, las ventas a los turistas, permiten mantener el viñedo”.
Las experiencias de producción de vino en la provincia alcanzan escalas y condiciones de todo tipo. Tal es el caso de Martín Abenel. “Bodega de garage”, las define. Santé Vins es la empresa comandada por Abenel, quien asegura hacer todo el trabajo de punta a punta en la producción. Adquiere las uvas en distintos viñedos cercanos a su hogar en Punta Alta, a pocos kilómetros de Bahía Blanca. “Desde mi proyecto unipersonal, ofrezco un vino de elaboración artesanal y natural”, contó el productor a este medio, a la vez que explicó: “La elaboración de mis vinos se orientó hacia los vinos de estilo natural, libres de agregados químicos y por ende con mínima intervención enológica”, explicó.
“Tenemos que afianzar la nuestra industria vitivinícola desde la búsqueda de nuevos terruños que pide hoy el mercado mundial y nacional de vinos”, remarcó, y coincidió con otros bodegueros provinciales en que la “cercanía al mar que tiene la provincia les imprime a los viñedos características particulares”.
Con la expectativa en poder sortear los desafíos de producir en la provincia de Buenos Aires, Abenel celebró el arribo de la nueva ley y destacó que “el propio tratamiento de esta ley dio visibilidad a las viñas bonaerenses y a la elaboración del vino en esta provincia por lo que ya lo encuentro positivo”.