Tetris 6 puntos
Reino Unido/Estados Unidos, 20xx
Dirección: Jon S. Baird
Guión: Noah Pink
Duración: 118 minutos
Intérpretes: Taron Egerton, Nikita Efremov, Toby Jones, Anthony Boyle, Oleg Stefan, Ayane Nagabuchi, Roger Allam, Igor Grabuzov, Sofya Levedeva, Ben Miles.
Estreno: Disponible en Apple TV.
Hablar de Tetris es hacer referencia a un mundo extinto, un territorio de frontera entre las décadas de 1980 y 1990 en el que la historia reventó como una piñata y algunos ilusos quisieron darla por terminada. Una realidad que ya no existe no solo en términos geopolíticos, sino también en el sentido cultural y tecnológico. De todo eso se trata Tetris, cuarto trabajo del británico Jon S. Baird, que a partir de contar la compleja trama detrás de la creación del popular videojuego en la Unión Soviética (URSS) y su complicado desembarco en occidente, consigue pintar un fresco muy elocuente de esa época de cambios.
La película está ambientada en aquella suerte de edad media digital que se extendió entre fines de los años 70 y comienzos de los 90, cuando las computadoras pasaron de ser objetos de laboratorio para convertirse en una herramienta cada vez más cotidiana. El Tetris, aquel rompecabezas dinámico y gráficos rústicos que consistía en apilar bloques dentro de un contenedor, es uno de los símbolos más potentes de ese breve pero convulsionado momento histórico. Su carácter “adictivo” hizo que llegara a jugarse en todos los hogares (y oficinas, por supuesto) del mundo, convirtiéndolo en uno de los más populares de la historia. De hecho, se trata de la franquicia de videojuegos más vendida de todos los tiempos, después de Super Mario Bros., juego sobre el que casualmente este jueves también se estrena una nueva adaptación en las salas de cine locales.
Lo particular de un producto con ese nivel de masividad es que no fue concebido por una corporación multinacional. Su creador fue un ingeniero de sistemas ruso que trabajaba para la Elektronorgtechnica (o ELORG), el buró estatal encargado de manejar el monopolio del software y el hardware informático dentro de la URSS. Por ende, su salida desde el corazón del universo comunista y su conversión en un producto de consumo masivo del ya por entonces muy redituable mercado de los videojuegos, no solo no fue sencillo. También se parece mucho a un thriller de intriga y la historia ameritaba que alguien la contara en ese registro propio de la Guerra Fría.
Baird aborda la historia del Tetris no a partir de su creación tras la cortina de hierro, sino de su enrevesado desembarco de este lado. El protagonista es Henk Rogers, un ingeniero en sistemas estadounidense de origen holandés, que lo descubre en una convención de videojuegos, en 1987, y decide adquirir los derechos para comercializarlo en Japón. Que eran los únicos disponibles, ya que una empresa dedicada a comprar software soviético para venderlo fuera de la URSS, ya le había vendido los derechos para el resto del mundo al político británico y magnate de medios Robert Maxwell, dueño del notorio diario Daily Mirror. Pero ante la amenaza del empresario de anular su contrato, Rogers viaja a Moscú para tratar de negociar directamente con ELORG. Ahí no solo caerá en una laberíntica red burocrática, sino en una trama digna de una novela de espías.
Tetris cuenta con el protagónico del británico Taron Egerton, conocido por la saga Kingsman o por interpretar a Elton John en la biopic musical Rocketman. Su carisma y su capacidad para moverse con soltura entre la comedia y la acción son un buen aporte para hacer que la experiencia sea grata. También es efectivo el recurso de usar breves animaciones que imitan la pixelada estética de los gráficos de 8 bits a modo de separadores o para realizar transiciones entre secuencias. A eso se suma la habilidad de Baird para imprimir al relato una dinámica similar a la del juego, volviéndose más compleja y veloz a medida que el protagonista va superando los niveles de dificultad a los que su aventura lo enfrenta. Por último, una banda de sonido bien ochentosa (cuyo playlist obvio pero efectivo repite algunos temas icónicos que también.se pueden escuchar en la citada adaptación del Super Mario, como “Holding Out for a Hero”, de Bonnie Tyler) le pone el moño a una película simple pero ambiciosa.