El próximo sábado 29 se realizará la Jornada Nacional de TyA –Toxicomanía y alcoholismo– en la ciudad de Buenos Aires. Es una jornada especial porque TyA cumple 30 años desde su fundación. Desde entonces, fue el espíritu inaugural el de sostener el filo cortante de una práctica de lectura de los fenómenos clínicos de nuestra época. TyA fue creado por Jacques-Alain Miller e impulsado con decisión e incansablemente por Judith Miller.

Luego de 30 años, surge la pregunta sobre si la época actual es la misma o cuáles son sus cambios. Como se dice en el Argumento convocante a las Jornadas, las toxicomanías eran perseguidas socialmente, pero hoy se encuentran generalizadas, se podría decir que la cultura se ha vuelto toxicómana, es decir son el paradigma de satisfacción en la actualidad, y las adicciones son el modelo de los síntomas actuales.

El título provocativo de las Jornadas incita a un trabajo de respuesta que no es fácil. El título es “El triunfo de la droga… ¿Sí o no?”. Jacques Lacan profetizaba en 1974 el triunfo de la religión. Decía: “Lo real se extenderá, y la religión tendrá entonces muchos más motivos para apaciguar los corazones", (como la droga hoy), como que la religión será cada vez un refugio contra el malestar de la vida actual. En esa ocasión Lacan también se refiere al “éxito de la droga”, como intento de darle tratamiento a la angustia que avanza, como una “autoterapia”.

Surgen entonces preguntas complejas: pero acaso el éxito de la droga, ¿Implica necesariamente un triunfo?, ¿podemos hablar hoy de triunfo de la droga así como Lacan habló de triunfo de la religión? ¿Qué similitudes y diferencias encontraríamos? Si el sentido es de por sí religioso.

Así aisladas las cuestiones, se trata del sentido y del goce, dos dimensiones clínicas que podemos interrogar ahora desde otro par antinómico, religión/droga en sus modos de cruce en la civilización. “En nuestras investigaciones comprobamos que el éxito de la droga hoy se da tanto en el espacio social como en la vertiente subjetiva, y que esto se produce no sólo con el uso de las sustancias tradicionales”, se destaca en el argumento de convocatoria. 

A partir del hecho de que toda acción es susceptible de transportar un goce, se activa el recurso privilegiado con que cada individuo elige su adixión, escrita con x para destacar la fijación singular, como escribe Ernesto Sinatra en su libro “Adixiones”. La x recubre la incógnita singular de cada quien eligiendo la adicción que su estructura le permite elegir. Hace saber no sólo al sujeto, sino además al Otro social del mercado, la banalización con la que se tratan habitualmente las adicciones.

En el registro de lo subjetivo, ¿qué es “triunfo de la droga”? Si la droga es pharmakon, remedio y veneno, entonces, ¿qué de la droga triunfa: el remedio o el veneno? Más allá de si remedio o veneno, se introduce una variable: el sujeto. Son precisas condiciones de satisfacción pulsional, las signadas con esa X, las que incidirán en el triunfo del remedio o del veneno, cuando se hace uso de una sustancia que en sí misma carece de valor singular, al igual que cada acción humana que vaya al lugar de la no-relación sexual, haciendo función de droga en cada uno (adiXión).

Preguntas que se debatirán en el transcurso de la Jornada: las toxicomanías, ¿realizan la relación sexual o su ausencia?, ¿Atemperan la angustia o la producen? ¿El fracaso de la droga es posibilidad para un análisis, o es necesario algo más? ¿En un análisis en qué partenaire se convierte el analista?

En el Seminario 7 sobre la Ética del psicoanálisis, Lacan trabaja la demanda de felicidad y la promesa analítica. ¿Qué ofrecemos en un análisis para que un sujeto abandone la función del tóxico o, para decirlo mejor, el goce que ello le acarrea?

Para estas Jornadas forjamos un slogan: TYA-30: Una clínica urgente, una investigación permanente. ¿Quién lo hubiera imaginado? ¿Es acaso un éxito? Al dar cuenta del éxito de ventas de sus Escritos, Lacan refiere que ese ruido no conviene al psicoanalista. Tomamos seriamente, es decir, en serie, la interrogación de nuestra práctica en tanto imposible.

La toxicomanía le impone la modestia al psicoanalista. El psicoanálisis no triunfa ni tiene éxito, sólo perdura. Sobrevive, haciendo frente al síntoma, en el lugar donde “eso fracasa”.

 

*Psicoanalista. Miembro de TyA en Rosario.