“Algunos medios y los canales de televisión desinforman las 24 horas sobre los Juicios por la Verdad, en relación a crímenes de género ocurridos en el pasado contra la integridad sexual de niñas, niños y adolescentes. Si Lucas Benvenuto quisiera acceder a un Juicio por la Verdad, no podría, porque hoy ese derecho no existe.”
¿Pero entonces cómo se interpretan los Juicios por la Verdad en casos de abuso sexual?
-Por ahora como mecanismos que están en debate y que cuentan con el aval judicial para hacerlos, pero todavía son proyecciones, no están regulados. Podría decirse que recién estamos en la etapa de discusión, si es que la hubiera, del armado de esta modalidad, que podría adoptar el formato de los Juicios por la Verdad por los crímenes cometidos durante la dictadura, el antecedente más potente de nuestra historia jurídica.
Las respuestas de la abogada, docente, activista de derechos humanos y de los feminismos jurídicos, Sofía Helena Caravelos, precisan lo que sobrevuela el debate mediático pero no se menciona con claridad, porque “es una trampa que, me parece, está generando, entre otros, Fernando Burlando”, quien asesora a Jey Mammón -Juan Martín Rago- en la denuncia pública de Lucas Benvenuto contra el conductor por violación cuando tenía 14 años, y abusos sexuales mientras duraron sus encuentros.
“Me apena que Lucas no se apoye en abogades de los feminismos, que pueden asesorarlo de otra manera, incluso sería fundamental para seguir discutiendo el tema de la prescripción”, lamenta Caravelos. “Por otro lado, es importante saber que el Juicio por la Verdad es algo que se lograría obtener cuando se cierran las puertas de la sanción, pero que no deja de ser un derecho de las víctimas.”
Si bien los Juicios por la Verdad continúan en etapa de laboratorio, obtuvieron su jerarquía inaugural en 2018 con el caso “Funicelli”, cuando la Cámara Nacional de Casación Penal decidió que -a pesar de que la acción para perseguir y sancionar al autor de delitos de índole sexual haya prescripto-, “subsiste el derecho de las víctimas a la determinación de la verdad”, y el caso R.M.S., que lleva adelante la propia Caravelos y que hace siete años lucha por su imprescriptibilidad.
El 30 de diciembre de 2021, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires (SCJBA), confirmó una resolución del Tribunal de Casación que propiciaba realizar un Juicio por la Verdad en el caso de delitos contra la integridad sexual -abuso sexual agravado-, en perjuicio de R.M.S. cuando era una niña, ya que se declaró prescripta la acción. El voto de Daniel Carral, uno de los jueces de la Sala I de la Cámara de Casación Penal, consideró también la prescripción de la causa, pero por la característica de los hechos, “creía que era viable un juicio por la verdad”, detalla Caravelos, asesora en la Subsecretaría de Política Criminal del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. “Fue una novedad absoluta en la Provincia de Buenos Aires que lo dijera un juez de un tribunal de Casación, que para el mundo penal es la máxima autoridad. El párrafo que le dedicó al Juicio por la Verdad habilitó un mundo.” (*)
La decisión de realizar un juicio para conocer la verdad en la historia de R.M.S. está firme, “en tanto que ninguna de las partes lo impugnó”, asegura la abogada, si bien recurrió parcialmente la sentencia de la SCJBA ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a fin de continuar la discusión sobre la vigencia del delito, los abusos sexuales agravados por parte de un familiar, que sufrió R.M.S. -hoy una mujer de cerca de 45 años- de los 12 a los 18 años.
Hay tanta biblioteca jurídica como versiones. ¿Hasta dónde se puede discutir la prescriptibilidad o no de este tipo de delitos?
-La prescripción no es una cuenta matemática lineal, el mismo Código de Procedimientos establece una cantidad de situaciones donde se suspende y se vuelve a contar el plazo. Pero también hay una mirada sobre qué obligaciones existen de parte del Estado, en relación a la prescriptibilidad. Por eso en el caso de R.M.S. estamos discutiendo la prescripción desde que iniciamos el proceso, en 2016. Y ella estuvo de acuerdo pese a las dificultades, porque sentía que nadie terminaba de dimensionar todo lo que vivió.
Era y es importante ponerle nombre al daño que le provocaron.
-Quería formular su historia en la Justicia, que imaginaba como un lugar donde ya llegar era legitimador de lo que le había pasado. Fue conmovedora la escena con sus hermanas y su mamá después de presentar la denuncia, todas la envolvieron en un abrazo y R.M.S. dijo “Por fin puedo respirar”. Pienso en el valor simbólico que aún tiene para todes eso que imaginamos como Justicia. Llegar ahí fue ordenador.
¿Cuáles son las herramientas que determinan la imprescriptibilidad?
-La consideración primordial del interés superior de les niñes, basándonos en las convenciones de Cedaw y de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
O sea que cuando hablamos de prescripción, nada es definitivo ni inapelable.
-Los operadores judiciales más conservadores te argumentan con el Código Penal (CP). El tema es que para quienes entendemos el Derecho con una mirada más amplia, nuestro sistema jurídico también incluye las obligaciones internacionales, y lo que establece el Código Penal no puede debatirle a una norma con jerarquía constitucional. Esa es la discusión que hay que plantear, porque los pactos internacionales no solo establecen normas, también son los acuerdos sociales de cuáles conductas aceptamos para vivir en sociedad y cuáles no, y qué organización nos damos como comunidad. No hay contradicción entre lo que dice el CP y lo que dicen las convenciones, en todo caso hay que saber armonizarlo.
¿Estos planteos amplían el poder punitivo del Estado?
-No; sirven para pensar en categorías de situaciones en las que el Estado tiene una obligación particular, en especial vinculada a les niñes y a las violencias por razones de género, que son diferentes de cualquier otra obligación. Si al momento en que sucedieron los hechos, el Estado estaba obligado a proteger a la víctima en relación a las violencias por razones de género que se cometían contra ella, entonces la prescripción no es oponible. No estoy comparando estos delitos con los delitos de lesa humanidad, pero creo que son categorías de crímenes que tienen una especial consideración, y los denomino crímenes de género porque mi perspectiva tiene que ver con esa posición.
Tu experiencia personal y política está atravesada por ese recorrido de los derechos humanos en los delitos de lesa humanidad.
-Fui parte de esa experiencia histórica. Soy hija de desaparecidos y mis primeros pasos en los juicios orales tuvieron que ver con mi participación en los Juicios por la Verdad que se desarrollaron en la ciudad de La Plata en 1998, como un eje central en los procesos camino a la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Para sustanciar Juicios por la Verdad en crímenes de género deberíamos volver sobre lo que fueron aquellos juicios y retomar las discusiones que inscriben el proceso para conocer la verdad en las normas del Código Procesal Penal. Pienso en el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia que llevamos les familiares de les desaparecides, y en los reclamos vinculados de los feminismos para modificar la Justicia.
¿Por qué genera tantas tensiones explorar las posibilidades que abre un Juicio por la Verdad en los casos de abuso?
-Al principio parecía todo muy inocente, pero cuando fue tomando más cuerpo empezaron a aparecer las resistencias. Hay jueces que quieren llevar esto adelante sin discutir la prescripción, otros prefieren esperar a cómo se define para después avanzar. Y sabemos que la Procuración bonaerense no quiere avanzar con Juicios por la Verdad, porque hay temor de que aparezcan muchas situaciones vinculadas con la Iglesia y con delitos cometidos por curas. El procurador Julio Conte Grand va bajando cada vez más línea para que no haya aceptación de estos procedimientos judiciales.
¿Cómo se inscriben los Juicios por la Verdad en los debates de los feminismos?
-En una discusión mayor vinculada a qué entendemos por justicia entre los feminismos, si se puede pensar en ella sin la posibilidad de sanción, porque los Juicios por la Verdad escinden este concepto, y preguntarnos si esto nos alcanza. La sanción nunca termina de satisfacer, y los enunciados a partir de los cuales los feminismos tensionan, tienen que ver con una transformación más social. Por supuesto que me pregunto por qué el tipo que violó a una nena durante años se la va a llevar de arriba, por qué no va a tener sanción y otros delitos sí. Son discusiones que se están explorando, pero además estos reclamos surgen del movimiento feminista.
Las movilizaciones de Ni Una Menos, desde 2015, y el reclamo por el aborto legal.
-Desde 2015, la sociedad argentina experimenta una ruptura de consensos y la refundación de nuevos supuestos sociales que discuten y reprochan las violencias machistas. Es clave ahora debatir cómo volvemos a organizarnos porque, al partir de la ruptura de posiciones patriarcales hegemónicas, hay verdades que van a impactar de manera diferente sobre la sociedad y sobre la valoración que le imprima a determinadas conductas, que atraviesan lo cultural y político. Este debate es una herramienta estratégica, más en un diálogo político que nosotres queremos tener con la sociedad, para discutir todo de nuevo. Quiero discutir por qué está mal que a una piba o a un pibe los pueden abusar, si es determinante o no el paso del tiempo para iniciar un proceso judicial, si a R.M.S. le importa que castiguen a su abusador.
¿Qué sentido adquiere conocer la verdad en un procedimiento judicial sin posibilidad de condena?
-Sería transformador, porque sigo creyendo en el valor simbólico que tiene la Justicia como un instrumento ordenador de lo que socialmente acordamos. Obviamente, para que sea transformador, ese relato debe estar construido con las voces de las víctimas, pero también con otras voces. La sanción no me termina de representar, ni me convoca el castigo como forma de transformación. Lo digo no solo por este caso, sino pensando en procesos mucho más complejos, como la causa de mis padres. No soy la abogada en esta causa, y sin embargo mis primeros quince años de vida política en HIJOS tenían que ver con que si no hay justicia hay escrache. Se trata entonces de crear una herramienta de discusión política de nuevos conceptos. En el juicio por el femicidio de Lucía Pérez, justicia equivale a prisión perpetua, y no me siento representada con esa discusión.
¿La posibilidad de ponerle nombre y palabras a lo que nunca se pronunció sería la instancia de reparación?
-Para mí la verdad está escindida del castigo. Ya lo aprendí. En los Juicios por la Verdad en la dictadura, no podías sancionar a los genocidas, pero esos juicios generaron un movimiento en términos de estructura jurídica, que fue también parte de lo que llevó más adelante a la sanción de la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En el mismo sentido, los Juicios por la Verdad en crímenes de género son una herramienta de transformación y de reparación.
Apelás a una reparación antipunitivista.
-Porque ya sabemos que el punitivismo no sirve demasiado. No significa que no se pueda repensar que tiene que haber algún tipo de sanción. Desde estos significados, lo que surge en un Juicio por la Verdad es una nueva reparación y una acción simbólica, que en una instancia pública va a impactar de otra manera sobre la sociedad.
¿Qué responsabilidad le cabría al Estado en este escenario?
-No sé si puedo pensar en el Estado en términos monolíticos, porque la Justicia es parte del Estado. Creo que tiene que haber decisiones políticas respetuosas del proceso que puedan hacer los feminismos, para llegar a consolidar alguna propuesta e institucionalizarla. No sé si ya mismo le demandaría al Ejecutivo, me parece que todavía falta un poco más de recorrido de los feminismos para definir cómo nos va con todo esto, porque para muchos sectores de los feminismos, hablando de feminismos más punitivistas, no se salda el reclamo de justicia con los Juicios por la Verdad.
¿Qué lugar creés que ocupa esta discusión en la agenda de los feminismos?
-Me da la sensación de que a veces no ganan las agendas. Por un lado están vigentes los feminismos antipunitivistas, pero por otro aparecen retrocesos, como todo lo que pasó en el juicio de Fernando Báez Sosa respecto de justicia y prisión perpetua, que después se terminó trasladando a Lucía Pérez. Nos estamos comiendo unas curvas muy vinculadas al castigo, que no me gustan. Quiero que esté en la agenda, pero no sé si está.
A partir de las denuncias contra Marcelo Corazza, el productor de Gran Hermano, Jey Mammon y otros personajes reconocidos, se desató una demonización de las diversidades sexuales.
-También sucedió con el caso de Lucio Dupuy. Hay una hoguera sobre el colectivo lgttbiq+ y un aprovechamiento de sectores conservadores de derecha, ante cualquier oportunidad, para transformarla en una patologización de las identidades sexuales. Durante el juicio por Lucio, fue bestial el ensañamiento y la violencia de parte de varones cis contra los feminismos. Hay en este momento toda una previsión de las violencias, en el marco casi de relaciones homosexuales. Si tenés un hije en un vínculo homosexual, vas a estar bajo la lupa. Así que si por ahora me preguntás cuál sería la demanda hacia el Estado, diría “espérennos” a que terminemos de definirlo. Y, muchachas, vamos a ponernos las pilas, porque si no se nos vienen las perpetuas encima, y después no sabemos ni qué hacer con tanto garrote, cuando lo que habíamos dicho era que queríamos una sociedad distinta.
-¿Qué pueden aportar los feminismos en la construcción de los Juicios por la Verdad?
-Es la pregunta que me hago cada día. Cuando el feminismo se impregna de reclamos que no son propios, nos alejamos de la radicalidad sobre la que formulamos nuestras demandas, en términos de modificar las bases de cómo se construye una comunidad. Cuando se emparenta con los discursos securitarios, perdemos nuestro horizonte y nos alejamos de nuestra pregunta por la transformación. Deberíamos volver a discutir cómo transformar la sociedad, no cómo llenarla de otras violencias, porque la discusión de origen de los feminismos se vincula con cuál es el mundo en el que queremos vivir y con que queremos transformarlo todo. Dimensiones como ¿Hay justicia sin castigo? ¿Qué es la verdad? ¿Como se construye una verdad a partir de nuevos consensos?, hacen que volvamos a nuestras preguntas más originarias.
-Y abrís la caja de Pandora sobre cómo se entienden las opresiones.
-Claro, todas condenamos las violencias, pero no todas queremos vivir de la misma manera en esa sociedad que anhelamos transformar. La derecha y la Iglesia también condenan las violencias en términos generales, pero no cuestionan ni el patriarcado, ni el capitalismo, ni el racismo. Solo dicen que está mal, que hay que meter en cana al tipo que pegó, pero lo dicen desde un lugar que no me convoca ni me interesa. Creo que nos aleja de la lógica que funda a los feminismos, del lado por donde al menos yo tengo ganas de andar.
(*) Caravelos, S. H., 2022. "La justicia de la verdad. Juicios por la Verdad en crímenes de género: interrogantes y desafíos", Revista Atipica