En 1929 y como parte de sus labores como director de la empresa aérea Aeroposta Argentina, Antoine de Saint-Exupéry, con cabecera establecida en la ciudad de Buenos Aires, se ve obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en las afueras de Concordia, Entre Ríos. Para su sorpresa salen a recibirlo, como en un sueño, dos adolescentes que hablan en francés. Se trata de Suzanne y Edda Fuchs, que habitan con su familia, de sangre gala, un mítico palacio de las inmediaciones, conocido como Castillo San Carlos. El futuro autor de El principito dejó impreso ese encuentro en “Oasis”, cuento que integra Tierra de hombres, su libro de 1939, y estuvo a punto de llevarlo al cine de la mano de Jean Renoir, un par de años después. Ahora, Nicolás Herzog, realizador nacido en Santa Fe y criado en Concordia, vuelve sobre esos relatos de infancia en Vuelo nocturno, documental polimorfo que aborda aquel episodio entrerriano de Saint-Exupéry recurriendo a elementos de ficción, falso documental, materiales visuales ajenos y voces varias. Incluyendo la del propio Saint-Exupéry, en cintas recientemente recuperadas. La película se estrena mañana, en salas de Capital y en simultáneo en un teatro de Concordia, donde todo es expectativa.
Nacido en 1979, Nicolás Herzog se dio a conocer en 2009 con Orquesta roja, que también se basaba en otro episodio sucedido en su ciudad de adopción: el surgimiento del “Comando Sabino Navarro”, falso grupo guerrillero inventado en plena crisis del año 2000 por viejos militantes sociales para atraer la atención de los medios. Allí el realizador jugaba con las lábiles fronteras entre lo falso y lo verdadero y entre documental y ficción, del mismo modo en que lo hace en Vuelo nocturno. Su próximo proyecto lo encontrará ya resueltamente volcado a la ficción, como que se trata de un policial protagonizado por Gerardo Palacios y la cada vez más requerida Pilar Gamboa, que tiene todos los motores listos para empezar el rodaje.
–¿Cómo llega a la Argentina Antoine de Saint-Exupéry?
–Llega a Sudamérica en 1928, abriendo vías de navegación en su función de piloto comercial, y ese viaje lo trae hasta Buenos Aires. Aquí, la compañía Aéropostale lo nombra director de Aeroposta Argentina, su sucursal local. Se radica en Capital, en un departamentito que alquila en la Galería Güemes. Conoce a la que sería su esposa y hace ese vuelo a Concordia en un Laté 25, donde encuentra a estas chicas a las que en su cuento “Oasis” llamará “las princesitas argentinas”.
–¿De ese “princesitas” viene la idea de que ese encuentro le habría inspirado El Principito?
–Un poco, otro poco del episodio del zorro domesticado por una de las chicas, y en sentido amplio podría pensarse que también de la fantasía de una de ellas, que la primera noche cuando están cenando y un perro lo roza, ella le dice que no se preocupe, que son “las víboras”.
–Como vecino de Concordia, ¿usted estaba familiarizado con esta historia o leyenda sobre la estancia de Saint-Exupéry en la ciudad?
–Desde ya. Siempre circularon montones de historias, algunas de las cuales incluyo en la película y otras no. Una cuestión básica es si recibió alguna clase de flechazo de parte de Suzanne, la mayor de las hermanas, que tendría en ese momento unos 16 años. Hay que tener en cuenta que Saint-Exupéry era un tipo galante, no era ningún pacato. Incluso hay quienes dicen que podría haber tenido un affaire con la dueña de casa. Pero bueno, ya se sabe, si algo hay en los pueblos son habladurías.
–En el guión que él elabora más tarde para Jean Renoir, y que se basa en “Oasis”, cuento fielmente basado en esta historia, él aventura una historia de amor entre el aviador y la muchacha.
–Sí, como le digo ella tenía unos 16 y él 29. Para la época no hubiera sido un noviazgo tan mal visto.
–Usted usa como voz en off unos audios de Saint-Exupéry que están en perfectas condiciones técnicas, de una punta a otra de la película. ¿De dónde salen esos audios?
–Son cintas que estuvieron 50 años en la Fundación Renoir y que recientemente editó Gallimard, en edición de lujo, acompañados de un libro y un DVD. Decidí usarlos como off de los fragmentos en los que aparecen las chicas, filmados en super-8 y blanco y negro.
–Chicas que son actrices, haciendo de las hermanas Fuchs.
–Desde ya. El encuentro original no fue filmado, por lo cual yo decidí reconstruirlo, dándole cierto aspecto de época, aunque sin llegar al mimetismo absoluto.
–Otro material que usted utiliza, brevemente, es una ficcionalización de “Oasis”.
–Es una docuficción de 50 minutos, filmada en 16 mm en Córdoba por Danilo Lavigne en el año 1994. Es muy poco conocida.
–Y después usa, mucho más en abundancia, fragmentos documentales de una entrevista a Edda, la menor y más dicharachera de las hermanas.
–Ese es un largometraje de 1964 llamado Tierra de hombres, muy interesante, sobre todo el periplo aéreo de Saint-Exupéry, que sale de Toulouse, vuela a Senegal, de allí a Sudamérica, Egipto, Guatemala, los países europeos durante la Segunda Guerra… Como parte de ese recorrido los realizadores vienen a Concordia y se encuentran con las hermanas Fuchs, que hablan sobre aquella vez que lo conocieron.
–Ahí Edda, a la que las fotos muestran como toda una belleza rubia, dice algo terrible sobre la soltería.
–Dice que Saint-Exupéry le anunció que iba a quedar soltera y que ella acepta esa condena. Por otra parte, el cuento “Oasis” termina con un párrafo muy amargo, que habla sobre “el imbécil” que se presenta un día y conquista el corazón de la princesa. Es como si con su maldición, Saint-Exupéry hubiera querido bloquear la llegada de ese imbécil.
–Las princesas se quedan, solteras para siempre, el caballero del aire se va, también para siempre, y el palacio termina en ruinas. Parecen metafóricas esas ruinas, ¿no?
–Es una manera de verlo. Mi idea no es imponer una visión sino presentar un hecho que me parece rico, curioso, sugerente.
–Oasis y Tierra de hombres ya estaban usados. ¿Le puso Vuelo nocturno a la película porque era el título que quedaba?
–(Risas) En tal caso tenía La ciudadela, El aviador, Correo del sur… No, le puse Vuelo nocturno porque, tal como se dice en un momento en la película, Saint-Exupéry vivía de noche. Lo nocturno comunica, por otra parte, cierto clima de encantamiento. Y el vuelo puede ser interpretado en sentido lírico, poético, algo que me parece muy adecuado para el personaje.