Pau Viguer es considerado uno de los jazzistas más interesantes del panorama español de este tiempo. Dentro de la variante ibérica que los rótulos identifican como “jazz mediterráneo”, cuenta con cinco discos en primera persona, tres en trío y dos de solopiano, además numerosas colaboraciones

Por estos días, el pianista valenciano llega por primera vez a Buenos Aires, para encarar una semana de actuaciones en trío, junto a dos jóvenes créditos del circuito local: Santiago Hernández, en batería, y Federico Palmolella, en contrabajo. La música de Dreaming, el último disco de Viguer, estará al centro de las presentaciones que tendrán lugar el sábado en el Jazz Voyeur Club del Hotel Meliá Recoleta Plaza (Posadas 1557), el jueves a las 20 en Bebop Club (Uriarte 1658) y el sábado 15 en Borges 1975 (Jorge Luis Borges 1975). El miércoles a las 20.30, Viguer actuará en el Centro Cultural Parque de España de Rosario, que comienza así las celebraciones de su 30 aniversario.

“Me entusiasma presentar mi música en Argentina con una versión hispano-argentina del trío. Sin dudas al tocar con dos buenos músicos argentinos como son Fede y Santiago aparecerán cosas distintas. Siempre que tocas con otros músicos ellos influyen en el resultado final y seguramente será así para que mi música gane otro sentidos y otra vitalidad”, dice Viguer al comenzar la charla con Página/12. “El jazz que se hace en Argentina es de un gran nivel y me atrae conocer más música. Veo que por aquí circulan un montón de nuevas ideas y deseos de innovación, por ejemplo en pianistas como Alan Zimmerman, Cirilo Fernández, Paula Schocron, y podría estar un rato largo nombrando a otros más. Aprecio mucho el deseo de innovar del jazz que se hace en Argentina, es lo que mueve la música y la hace evolucionar”, agrega el  compositor valenciano.

Acerca de la matriz española que atraviesa su idea de jazz, Viguer la resume en el espíritu mediterráneo, históricos invadidos e invasores, fruto de los más variados choques y encuentros a lo largo de los siglos. “Somos gente abierta y extrovertida. Nos gusta intercambiar experiencias, conversar. Naturalmente ese carácter se traduce en nuestra manera de componer y tocar”. 

Como sucede en trabajos anteriores de Viguer como Paseo por la vida (2008), Arena (2011), Implosión (2013) y Muy delicado (2017), también la música de Dreaming refleja ese concepto. Si en temas como “212 Fahrenheit Degrees” es posible escuchar ecos del flamenco, composiciones como “Trampantojo de Bach” y “Deconstrucción de Clementi”, dan cuenta de la fuente clásica en la que la música de Viguer abreva. “Desde que estudié piano clásico la música española siempre ha estado presente en mí. Además, creo que hay mucha proximidad entre impresionismo y jazz, por la paleta de colores que aplican. Compositores como Isaac Albéniz o Enrique Granados son referentes para mí. Dentro del jazz siempre he seguido a músicos españoles como Tete Montoliu o Paco de Lucía y más acá en el tiempo a Dorantes o Chano Domínguez”, continua Viguer.

–¿De qué manera dialogan en tu música composición e improvisación?

–El pianista y el compositor tienen que llevarse bien entre ellos. A veces tengo que ser solo uno de ellos, pero sobre el escenario se unen los dos y somos más fuertes. En general me preocupa mucho equilibrar composición e improvisación. Empecé a componer jazz por la posibilidad que da a la improvisación, de modo que no entendería composición sin improvisación.

–¿Cómo fue tu formación musical?

–Irregular. He rascado la técnica de la clásica y el lenguaje de jazz de los profesores que podía enganchar por Valencia. Siempre que aparecía alguien interesante le decía “¿Me das unas clases?”. En esa época no había otra cosa y me hubiera gustado, pero siempre estamos aprendiendo. Especialmente escuchando muchas músicas diversas y estando abierto a las nuevas ideas.

–Es decir, no dejás de escuchar música…

–Un músico tiene que escuchar mucho si quiere ser bueno. También si quieres evolucionar y no tocar siempre igual. Trato de escuchar cosas nuevas, pero a veces también tengo ganas de volver a oír clásicos del jazz como Bill Evans o Duke ellington. En los clásicos siempre oyes cosas que no habías apreciado antes, cómo en una buena película que ves una y otra vez y no te cansa.

–¿Qué discos incluirías en esa idea de “clásico”?

–Dentro del jazz diría Kind of blue, de Miles Davis, que no deja de ser una óptima puerta de entrada al jazz. También Alone de Bill Evans o My spanish heart, de Chick Corea. La lista sería muy larga. También se me ocurren de otros estilos que me influyeron, como discos de The Police o de Paco de Lucía.

–¿Qué es lo que más te interesa del jazz que se hace en la actualidad?

–La innovación, la creatividad, el no quedarse donde siempre y el mestizaje. La mezcla siempre enriquece. En España se mezcla mucho el jazz y el flamenco. Supongo que pasa algo parecido en Argentina con el jazz y el tango o el folklore. Por supuesto que la mezcla de por sí no asegura buenos resultados. Siempre surgen cosas interesantes y otras no tan buenas. Pero es evolución y está bien que así sea.