Del cruce entre los resultados del censo de población 2022 y la actual conformación de la Cámara de Diputados de la Nación se desprende que la provincia de Buenos Aires es la más subrepresentada y, en consecuencia, la más perjudicada. Otras provincias sufren el mismo fenómeno, aunque en menor medida. La jurisdicción más sobrerrepresentada en términos legislativos, la que tiene de sobra lo que le falta al resto, es la ciudad de Buenos Aires.
De acuerdo al censo realizado el año pasado, los porteños son 3.120.612 y cuentan con 25 diputados nacionales, es decir uno cada 124.825 habitantes. Los bonaerenses son 17.569.053 y cuentan con 70 diputados, lo que equivale a un legislador cada 250.986 ciudadanos, un poco más del doble. En síntesis, comparativamente, o a la provincia le falta la mitad de los diputados o a la ciudad le sobra la mitad. Lo que queda claro es que existe una profunda inequidad en materia de representación.
Históricamente, la cantidad y proporción de legisladores se actualizaba al cabo de cada censo. Así lo prevé la constitución nacional en su artículo 45 y lo reclama la justicia electoral. Sin embargo, esto no ocurre desde la recuperación democrática en 1983. Fuentes legislativas sostienen que es prácticamente imposible que diputados de una provincia acepten votar una ley en la que, aunque ganen bancas, pierdan peso proporcional en el conjunto. “Nadie va a votar limitarse o reducirse”, sostienen. Algo similar a lo que ocurre en materia de coparticipación federal: nadie está dispuesto a resignar y la ley no contempla otro mecanismo ni instancia por fuera de la propia cámara. Como consecuencia, mientras la tendencia demográfica no se altere, la inequidad se profundiza año a año, censo a censo.
La coyuntura no ayuda
Nicolás Tereschuk, politólogo graduado en la UBA, que ejerció largamente el periodismo y actualmente es Director General de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación lleva años de estudio sobre el tema. "Por el momento la cuestión está fijada por un 'decreto' de la última dictadura. Me parece que el asunto es más serio que con la coparticipación porque se arrastra desde el funcionamiento de la anterior Constitución, mientras que el tema de la ley de coparticipación se arrastra desde la reforma de la Constitución del '94. Con esto quiero decir que parece ser todavía más complejo", analiza.
Consultado acerca del porqué de esta nueva situación, Tereschuk sostiene que "lo que creo es que el sistema político, desde hace algunos años, comenzó a funcionar de manera más polarizada, con dos polos con relativa paridad de fuerzas. Y que particularmente en los últimos tres años esto se potenció. Esto puede verse en muchas estadísticas en el Congreso. Cuestiones que antes se lograban (por ejemplo, que el Presidente obtuviera acuerdos para pliegos que requieren mayorías especiales del Senado) dejaron de ocurrir. Con esto te quiero decir que el sistema parece haber dejado de lograr cosas que hasta hace poco se lograban por medio de acuerdos. Entonces, lograr algo como equilibrar al representación, que requiere acuerdos y que nunca se concretó en cuatro décadas me parece aún más complicado en el actual contexto". Es decir que, para Tereschuk, el problema es previo y el actual nivel de polarización lo agrava, hasta volverlo inabordable.
Y enseguida aclara: "Uso la palabra polarizado a falta de otra que encaje mejor. Pero creo que antes que frente a una polarización, estamos ante una derecha radicalizada, cómo señalan Ernesto Semán y otros" (N de la R: exactamente eso declaró el historiador y escritor argentino residente en Noruega, autor de "Breve historia del antipopulismo: Los intentos por domesticar a la Argentina", en una entrevista reciente brindada al diario El País).
En 2016 la diputada bonaerense del GEN Margarita Stolbizer presentó un proyecto en ese sentido y anunció que volvería a presentarlo. Cuesta imaginar que, en este contexto de polarización extrema, en los albores de una campaña electoral y con un congreso que pasó meses paralizado por la discusión en torno al juicio político a la corte, esta discusión pueda avanzar. Si a las provincias menos pobladas les preocupa el crecimiento legislativo de la provincia de Buenos Aires, deberán decidir entre esa representación legítima y la actual sobre representación de la ciudad de Buenos Aires, hasta acá única beneficiaria del statu quo vigente.
Razones históricas
En su gran trabajo "La maldición bonaerense", que acaba e cumplir una década de plena vigencia, Rosendo Fraga da cuenta de cómo desde la reunificación nacional que protagonizaron la Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires, posterior a la batalla de Cepeda, los presidentes se ocuparon de cortar el paso a los proyectos presidenciales de los sucesivos gobernadores bonaerenses. Dardo Rocha fue el primero en sufrir la oposición de Julio Roca, por eso la maldición lleva su nombre. Para el presidente oriundo de Tucumán, la pacificación nacional era aún demasiado reciente y frágil como para depositar tanto poder un manos de un bonaerense (que en ese momento, era más o menos sinónimo de porteño).
Desde entonces, la obsesión por recortar la influencia nacional de la provincia de mayor peso demográfico y económico, atravesó por igual a conservadores, radicales y peronistas, de Marcelino Ugarte a Domingo Mercante y Oscar Alende. Mantener "pisada" la representación bonaerense en el congreso nacional puede leerse como una evolución, un tanto más sutil y sofisticada, de aquellas maniobras.
En este contexto, el distrito que más y mejor parece proyectar su influencia sobre la nación es la CABA, ese cisne negro surgido de la reforma constitucional de 1994. No se trata sólo de su sobre representación parlamentaria, sino de los tres presidentes porteños de los últimos años -Fernando De la Rúa,que nació en Córdoba pero venía de ser jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri y Alberto Fernández- y de su capacidad no menor de exportar gobernadores: Felipe Solá, Daniel Scioli, María Eugenia Vidal y Axel Kicillof. Las demás provincias, salvo excepciones como la de Alberto Rodríguez Saa, no parecen incómodas con este nuevo polo de poder, que se trasladó de uno a otro lado de la General Paz. "La ciudad de Buenos Aires parece arreglárselas muy bien con sus 25 diputados", ironiza Tereschuk.
Inequidades internas
Pero las inequidades que la Provincia sufre a nivel nacional se reproducen también al interior del propio legislativo bonaerense. Y, a contramano de lo que el sentido común podría imaginar o suponer, en perjuicio del Conurbano. A modo de ejemplo, la región octava, también denominada región capital, cuenta con 6 diputados para 606 mil habitantes, un diputado cada 101 mil personas. La tercera sección, la más densamente poblada, cuenta con 18 diputados para 4.845.998 habitantes, uno cada 269 mil habitantes, una representación 2,5 veces menor. Sin embargo, la primera sección se encuentra aún más perjudicada: tiene sólo 15 diputados para 4.795.973 habitantes, uno cada 320 mil.
En ese sentido, se dieron en los últimos meses algunas discusiones, impulsadas por el ejecutivo provincial. Quien presentó un proyecto fue el diputado de Juntos por el Cambio oriundo de San Martín, Walter Carusso. Carusso es un hombre de máxima confianza del intendente de San Isidro Gustavo Posse. Ambos distritos integran la primera sección electoral. El texto que ingresó propone que los distritos vecinos a La Plata como Brandsen, Berisso, Ensenada y Magdalena se integren también a la región capital, haciendo un poco más balanceada la representación.
A Carusso no se le puede negar la coherencia. Entre otras cosas, también milita para que el candidato a gobernador de la UCR surja de una elección, sea PASO o interna, y no de un "dedazo".
El denominador común de ambos fenómenos, el de la sub representación bonaerense en el legislativo nacional y el de la sub representación de las secciones primera y tercera en el legislativo provincial, es la sobre representación política de los distritos capitales, la ciudad de Buenos Aires y la de La Plata, como si esa condición les permitiera naturalizar un cierto privilegio, a expensas del conurbano, ese vastísimo territorio que va de la avenida General Paz y el Riachuelo hasta el anillo exterior que conforma la ruta 6. Resolver esta problema dejaría a la provincia en mejores condiciones para ejercer el reclamo nacional.