La coordinadora de la campaña en defensa de Julián Assange en América latina, Daniela Lepin Cabrera, se muestra optimista ante el futuro del periodista australiano. Preso en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, Assange espera el veredicto del Tribunal Superior de Reino Unido, que indicará si puede o no apelar la extradición a Estados Unidos. El fundador de WikiLeaks sufrió un derrame cerebral en 2021 y en 2022 se infectó de covid-19, además de atravesar problemas de salud mental demostrados por su defensa. Acusado de espionaje, de ser declarado culpable puede ser condenado a 175 años de cárcel. "Confío en que esto va a terminar de buena forma. De un tiempo a esta parte he tratado de visualizar cómo vamos a hacer para contener a Julian cuando esté afuera", asegura Lepin Cabrera en diálogo con Página/12.
La periodista chilena y asesora política de Courage Foundation, una organización internacional que apoya a periodistas y denunciantes recaudando fondos para su defensa legal, destaca la conciencia que existe en la región frente a la delicada situación que atraviesa Assange y planea instalar en Buenos Aires "un centro de pensamiento crítico para enfrentar al relato de la extrema derecha". Lepin Cabrera participó del Tercer Foro Mundial de Derechos Humanos, en el que se presentó una declaración pidiendo la libertad de Assange, que incluye las firmas del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
- ¿Qué balance realiza de la campaña por la liberación de Assange en la región?
- A fines del año pasado WikiLeaks tuvo una agenda paralela que levantamos desde mi coordinación, que permitió reunirnos con distintas organizaciones de la sociedad civil, organizaciones de derechos humanos, sindicatos de trabajadores de prensa y grandes confederaciones. Ahí nos instalan un input que era imposible no atender y que guarda relación con que era importante una presencia de un medio tan importante como es WikiLeaks en la región, entendiendo que existen muchas falencias en el plano de la comunicación. Es algo que WikiLeaks en su minuto tendrá que definir, mientras tanto quienes estamos y somos parte de la campaña en defensa de Julian tenemos que seguir actuando. Hoy en día hay instalada una maquinaria discursiva que irrumpe brutalmente y estos sectores no tienen cómo combatirla.
- Kristinn Hrafnsson (jefe editor de WikiLeaks) dice que la conciencia frente a la situación de Assange era más elevada en la región que en otras partes. ¿Coincide?
- Sí, coincido plenamente. Desde América latina se ha hecho no solamente activismo sino que también hemos materializado acciones políticas concretas. Las peticiones de libertad de Julian en los espacios políticos en Estados Unidos han surgido en su mayoría desde acá, los mandatarios se han pronunciado permanentemente, el caso de Andrés Manuel López Obrador en México es uno concreto, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia también. Yo creo que ningún presidente puede ser ajeno a este tema. Obras son amores y no buenas razones, y en ese sentido América latina ha sido muy clara. Y Julian creo que pide hacer esa gira para recurrir a un pueblo que nunca le ha soltado la mano. Los europeos en cambio son más reticentes. Fue una batalla instalar que Julian es un preso político porque ellos lo planteaban sólo como un periodista privado de libertad, y esa es una forma muy suave de enfrentar la discusión.
- ¿Cuál es la importancia del documento que presentaron en el Tercer Foro Mundial de Derechos Humanos?
- Esta declaración la gestamos con Baltasar Garzón, que es el coordinador de la defensa, porque visualizamos un espacio importante. Había en Buenos Aires muchas personalidades que son altamente reconocidas en materia de derechos humanos. Era el espacio en donde creíamos que políticamente podíamos lograr algo. Que Alberto y Cristina hayan encabezado esta declaración se condice plenamente con su actuar. La vicepresidenta manifestó su total apoyo porque se siente tremendamente interpelada por la situación que vive Assange, que si lo hilamos más fino es muy parecido en muchos aspectos a lo que vive ella. Y el presidente lo mismo, él estuvo de acuerdo en generar todas las acciones posibles para que esto de alguna manera tuviera fruto. Que encabecen esta declaración responde a la voluntad política de los gobiernos de defender la libertad de expresión.
- ¿Cómo se encuentra Assange en este momento?
- Julian es un hombre que lleva más de una década prisionero. En principio con una condición de asilo, aunque nunca estar asilado es cómodo. Julian es una persona que sinceramente no descansa, porque está todo el tiempo pensando. A esa persona la han estado disminuyendo. Julian ha pasado mucho tiempo desatendido desde el punto de vista de salud, con problemas físicos que no era posible resolver cuando él estaba en la embajada (de Ecuador). El equipo más cercano no estaba tan equivocado respecto a la posibilidad de que lo asesinaran, porque estaba dentro de la planificación de la CIA. Él hace un esfuerzo importante por ser una persona presente en la vida de su compañera (Stella Assange) y sus hijos. Yo tengo mucha esperanza pese a lo difícil de esta situación. De un tiempo a esta parte he tratado de visualizar permanentemente cómo vamos a hacer para contener a Julian cuando esté afuera.
- En relación al fallo del Tribunal Superior de Londres, ¿hay alguna fecha estimada?
- Es incierto. Todos los días hay una nueva situación desde el punto de vista legal, hay respuestas, están todo el día trabajando. Nunca lo he hablado con Baltasar, pero yo me imagino que esperar esa notificación debe ser algo tremendo para los compañeros que están en la defensa. Porque todos los días te piden algo nuevo, siempre está surgiendo una que otra cosita que están pidiendo, entonces tú piensas: 'Esto es pronto, vamos a tener respuesta esta semana'. Pero ya pasa una, dos, tres semanas, las defensas se desorganizan, entonces tienen que volver a atomizarse, es muy difícil eso. Y sí, puede pasar en cualquier momento. Mañana, pasados dos meses, no lo sabemos, lo cierto es que la respuesta que se está esperando solamente es a la apelación. Y si dicen que no, ya podrían abrirle las puertas a Estados Unidos para que se lleve a Julian.
- ¿No esperaba una postura diferente de Joe Biden y su gobierno frente al caso Assange?
- En lo personal nunca espero mucho de Estados Unidos, pero creo que Biden tiene la intención de no seguir con la era Trump, de modificar la forma en que se gobernó, esa postura tan prepotente hacia todo, la política exterior, las relaciones internas desde una especie de supremacía. Y yo creo que Biden lo que busca es poner cordura. Obama probablemente les dejó la vara muy alta, entonces después viene una persona que arruina todo y él tiene que volver a poner un poco la pelota al piso y conducir en la medida que pueda un país. No veo ningún interés de Biden, sinceramente, de seguir con este caso. Lo veo como una persona seria que probablemente se va a cuestionar, por su moral cristiana, violar la primera enmienda de la Constitución y condenar a un periodista a una prisión eterna y, finalmente, a matarlo en vida.
- ¿Cuál es el principal argumento de Estados Unidos para que Assange esté preso?
- Desde el punto de vista técnico es juzgarlo bajo la Ley de Espionaje, principalmente por divulgar lo que ellos llaman secretos de Estado. Pero si uno hace un análisis más político lo que aquí hay es un Estado que tiene secretos hacia su población y que son secretos que, evidentemente, avergüenzan a cualquier gobierno. Nadie puede sentirse orgulloso de ser expuesto públicamente como un violador de derechos humanos. Porque cuando se revelan los cables, se cae una tesis que Estados Unidos planteó a sangre y fuego en todos los espacios políticos internacionales, y es que había armas químicas en Irak, se inventaron esa película y se la hicieron creer a todos y finalmente invaden un territorio, pero además de eso abusan de una manera muy enferma. Es digno de análisis psiquiátrico porque si tú ves los casos de violaciones a los derechos humanos, en particular cuando uno analiza el tipo de violaciones que sufrían los presos en Guantánamo, son cosas muy perversas. Yo siempre me detengo en las formas en que operaron. Ya sabemos frente a quién estamos, el calibre del enemigo, lo que están dispuestos a hacer.