Esta semana, unos días antes del anuncio de Sergio Massa del nuevo dólar agro, desde la secretaría de Agricultura le avisaron al ministro que la Mesa de Enlace había decido no asistir al convite. Luego de varios intentos en los que el funcionario buscó acercamientos y una negociación racional, se dio finalmente cuenta que con los dirgentes de las cuatro entidades (CRA, Federación Agraria, Sociedad Rural y Coninagro) hay una cuestión política partidaria que los separa. El faltazo, cuando son los más beneficiados por el tipo de cambio diferencial (venderán desde el lunes a 120 mil pesos un tonelada de soja guardada en silos que antes costaba 85 mil) fue un quiebre para el ministro. Sobre todo porque un rato después se enteró de que la Sociedad Rural preparó su casa para recibir, también desde el lunes, a los candidatos de Juntos por el Cambio y sus propuestas electorales.
En una semana caliente en los despachos del ministerio de Hacienda, con una economía que busca estabilizarse con dólares de donde se pueda para llegar con chances a las PASO, la relación con el campo está siendo pensada más allá de lo económico. Como alguna vez hizo el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, yendo de visitante a Expoagro, Massa apuesta a que su rol de componedor con los sectores medios y la ruralidad le permita el oficialismo recuperar volumen. Un peronismo amplio que tiene adentro, además, a los gobernadores, algo que alguna vez charló con la vicepresidenta, Cristina Kirchner.
Fueron los jefes del interior los que le hicieron un guiño saliendo a bancar el dólar agro con comunicados y declaraciones. El ministro, en tanto, empezó a generar una alianza con el campo que no está tan claro en el escenario ideológico y armó una mesa con negociadores que parecen querer sentarse a la mesa. "Con los que están ideologizados es complejo, pero tenemos que crecer políticamente en la relación con el campo, que no es verdad que no haya bancado nunca al peronismo", apuntan en su entorno. Y recuerdan cuando, en 2011, la elección del 51 por ciento de votos de CFK mostró un mapa de la zona núcleo teñido de votos al kirchnerismo. A ese objetivo se enmarcó Massa con las economías regionales, los exportadores de Ciara-CEC, la Bolsa de Cereales, los pesqueros y los bodegueros de Mendoza, entre ellos la poderosa Coviar.
"Si no les importan las medidas y juegan a la política, quedarán solos", sintetizan en Hacienda sobre la Mesa de Enlace, que hoy atraviesa dos problemas. Los corren las bases propias que pulsean con el Gobierno por una devaluación. Y, como si fuera poco, los autoconvocados que responden hoy a la líder PRO Patricia Bullrich no le dejan margen para ser negociadores y los fuerzan a decir que no a todo.
Otro de los sectores con los que fideliza alianzas para Todos es con los gremios. Massa tiene en su poder un documento que exime del pago del Impuesto a las Ganancias a los adicionales de Convenio Colectivo. Se especula con que verá la luz en breve y el objetivo es seguir mejorando el poder adquisitivo de los sectores trabajadores. Por ahora venían habiendo pedidos individuales de esa medida, pero se busca cerrar en algo general. En estos días, en reuniones reservadas, charló del tema con Hugo Moyano, con los titulares de CGT Héctor Daer y Carlos Acuña; y el jefe de UPCN Andrés Rodríguez, entre otros.
El Fondo y las encuestas
El lunes último, por la tarde, Massa se sorprendió por lo que consideró "una de más" que hizo el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el Staff Report, con una pluma desafiante de la cual se rastrea el origen, el organismo que comanda Kristalina Georgieva deslizó un recorte muy fuerte en planes sociales y aumentos de tarifas para cumplir con la meta de déficit. Y le sumó pimienta de asuntos internos: dijo que la inflación y el escenario actual pueden poner el escenario electoral en un proceso complejo.
La conclusión de muchos es que el establishment conservador de los Estados Unidos, que tiene aún peso en el FMI, no digiere la aprobación de la moratoria previsional, y quisieron marcar la cancha. En un almuerzo que compartieron esta semana, el ministro le dijo al presidente Alberto Fernández que esas no son metas que él vaya a cumplir, y menos en un escenario inflacionario que pone a la asistencia y los ingresos como algo prioritario. De todos modos, Massa entiende que sus más de 20 años de experiencia tejiendo relaciones en Estados Unidos son parte del proceso de evitar ruido político internacional y evitar que el Fondo imponga (más) condiciones. No ve como un dato menor que se logren modificaciones al acuerdo renegociado.
En la comida, austera y veloz, también se limaron asperezas y ruidos del viaje de Fernández a los Estados Unidos, en el que también estuvo Massa. El mandatario le explicó que él no habló con Martín Guzmán, su exministro fetiche, sino que sólo existió la cerveza que compartió con el pupilo de Stiglitz el canciller Santiago Cafiero. Lo cierto es que el dato de esa cerveza fue producto del azar: Guzmán pasó caminando por el frente del hotel en el que paró el Presidente mientras hacían guardia allí los periodistas acreditados. Naturalmente, le pidieron que frene a charlar, pero siguió excusándose en que iba destino a una reunión. Los periodistas lo siguieron hasta que llegó a destino: el bar en el que lo esperaba Cafiero. "El fuego amigo no me gusta", aseguró el ministro, y el Presidente le negó que exista tal cosa.
En la mesa con Fernández también estuvo presente la cuestión electoral. Massa insiste en que no es compatible su cargo con el de candidato, pero trata de apurar un cierre de heridas del Frente de Todos. Cree que falta, como casi todo en el oficialismo, un cara a cara de CFK y Alberto. Observa, además, que el corrimiento de un Mauricio Macri imposibilitado de conseguir números positivos no sólo apuró los tiempos en Juntos, sino también en el Gobierno. Tiene la idea de que para fines de abril tendrían que definirse, al menos, los lineamientos generales. En las encuestas que observa se ve una elección de tres tercios donde el libertario Javier Milei se mete en una segunda vuelta, hoy, con el Frente de Todos. Lo de Milei, según los números de Massa, es importante al punto de rozar los 25 puntos en algunas provincias, como las del norte y Neuquén. Por todo, cree que la suma de la unidad del peronismo garantiza un piso de 30 puntos, lo que explica por qué talla sobre esa piedra.
Dólares e inflación
En Hacienda saben que cada vez son más los sectores que pulsean al Gobierno por una devaluación, que parece estar dándose de manera segmentada con estos dólares alternativos como el del agro. Pero Massa cree que el paquete de divisas que garantiza el campo servirá para calmar las aguas hasta las PASO. Entiende que se inyectarán unos 10 mil millones de dólares a las reservas del Banco Central, con unos 7000 del dólar agro y 3000 de organismos internacionales.
Luego de las PASO, empieza otra historia con el resultado previo de la elección ya puesto. En Hacienda parten en dos el escenario futuro y, además, admiten que ofreciendo tipos de cambio diferencial quedan rehenes de los productores que, muy probablemente, cuando termine el dólar agro, vuelva a guardarse los granos hasta que aparezca un tipo de cambio competitivo. Ya lo dijo la Mesa de Enlace en su comunicado: "queremos un tipo de cambio libre". En realidad, eso ya existe, pero no en el volumen de precio que quieren en la Mesa.
En el marco de la sequía, el faltante de dólares y hasta el dólar agro van a exigir aún más a los precios. El Gobierno se tapa con una sábana corta, pero no tiene muchas opciones. La inflación de marzo -que se conocerá este viernes- volverá a estar en niveles parecidos o superiores a la de febrero, por encima de los 7 puntos.
Cuentan que Cristina Kirchner está un poco inquieta, por usar un eufemismo, con la tarea del secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini. La vice valora a la secretaría como una herramienta central en la lucha contra la especulación en precios, y no ve acción. Massa, de todos modos, lo sostiene. El ministro habla todas las semanas con la vicepresidenta, que le explica el por qué, los pros y contras de las medidas que se toman. El kirchnerismo cree, como Massa, que sin estabilización política, no hay futuro.