“Si una hectárea de trigo o soja te genera mil dólares, una que se desarrolla alrededor de una producción con características intensivas te genera 30 mil”. Con esa frase, el ministro de Desarrollo Agrario de la Provincia, Javier Rodríguez, destaca el rol de las denominadas economías regionales en el desarrollo bonaerense.
En diálogo con BuenosAires/12, advierte que la característica distintiva es su condición de “producciones intensivas”. “Son actividades que en una hectárea producen, en promedio, 30 veces el valor agregado que las actividades tradicionales”, explica. La diferencia no es pura ganancia, dado el posible valor de los insumos y la cantidad de mano de obra, pero el valor bruto de la producción de cada hectárea es superior.
Desde su experiencia, algunas economías regionales tienden a generar más divisas y otras, más puestos de trabajo y encadenamientos locales. “Tenemos que complementar unas con las otras”, afirma. “No solo la variable divisas guía el desarrollo del sector agrario, sino que pensamos en conjunto de variables que tienen que ver con el verdadero desarrollo económico”, y hace hincapié en la necesidad de que en planificación de políticas públicas productivas de su cartera se piensa en la generación de trabajo, en el desarrollo tecnológico, en las cadenas de valor y en el consumo interno.
Con ese parámetro, Rodríguez señala que en suelo bonaerense la principal economía regional es la fruticultura. Allí se engloban distintas actividades con sus particularidades y casos especiales. La fruticultura va desde vitivinicultura, la cadena del olivo, del kiwi y las más tradicionales como el durazno.
Otras más recientes como el lúpulo, según el ministro, también están teniendo un crecimiento destacable. “Muchas de estas producciones han tenido tendencia a disminución en los 90, no pudieron terminar de recuperarse en los años 2000 y hoy están teniendo potencial para crecer”, cuenta el funcionario que está al frente del ministerio desde el inicio de la gestión de Axel Kicillof.
Los más de 300 mil kilómetros cuadrados de la provincia de Buenos Aires albergan un abanico de economías y desarrollos productivos en materia agropecuaria que exceden a la siembra de los granos más conocidos y a la ganadería bovina. Rodríguez destaca el liderazgo de la provincia en estas economías tradicionales, a la vez que celebra la diversidad de actividades locales que se desarrollan en su territorio. Ese valor de las economías regionales, hoy también está expresado en el nuevo tipo de cambio lanzado por el ministro de Economía, Sergio Massa.
“La economía regional tiene que ver con combinar las distintas producciones locales para tener una mejor situación económica, y creo que eso está presente cuando se habla de un tipo de cambio agro general o más general que lo que había sido la experiencia del dólar soja”, señala Rodríguez. La amplitud y el alcance inclusivo de la medida es el valor que prioriza el ministro. Si bien aún resta anunciar la totalidad de las actividades incluidas en la iniciativa, “es importante que la mirada esté puesta en el conjunto de las producciones y no en una sola”, sostiene.
"Las líneas de financiamiento son fundamentales"
Ante la consulta sobre si el financiamiento es lo que determina o no el crecimiento de las economías regionales, el ministro agrega una palabra y cambia la dirección: “el acceso al financiamiento cambia la ecuación”. “Los productores nos dicen que era difícil acceder a líneas de financiamiento porque no contaban con las garantías bancarias tradicionales para formar una carpeta en el sistema financiero”, cuenta Rodríguez.
En la mayoría de las ocasiones, explica el titular de la cartera agropecuaria, los productores no son dueños de los campos, sino que los alquilan o se los prestan. Por ello, no siempre tienen un capital detrás o garantías que los sostengan. “Al generar el Fondo Agrario y el Banco de Insumos fuimos generando posibilidades de financiamiento”, indica. Hoy el Ministerio cuenta con más de 30 líneas de crédito segmentadas en actividades, necesidades, y urgencias como la sequía. “En el sector público se facilita el acceso y eso permite crecer, más aún en el tipo de producciones como la agropecuarias que, en general, ese financiamiento es necesario para reiniciar un ciclo productivo, para iniciar la siembra, o la cosecha”, remarca.
Apicultura: una economía para todas las regiones de la provincia
Días atrás se celebró 6° Encuentro Provincial de Abejas Reinas en la Chacra Experimental Cabaña Apiario Bover, administrada por la provincia, en General Belgrano. La apicultura es una actividad productiva que se desarrolla en todas las regiones de la provincia de Buenos Aires. “Muchas de las producciones más difundidas no se dan en toda la provincia, pero el sector apícola tiene esa particularidad: está presente en casi todos los distritos”, desatacó el ministro Rodríguez. Desde la denominada zona núcleo, yendo a la zona norte, y desde Carmen de Patagones hasta el Gran Buenos Aires, la apicultura tiene presencia territorial, según explicaron desde la cartera agraria.
“En términos de desarrollo regional esto es fundamental”, señaló el titular de la cartera agropecuaria. “Nosotros hablamos siempre de generar mayores oportunidades de trabajo en cada lugar y el sector apícola se caracteriza por hacerlo”, sostuvo. Desde su perspectiva, la producción primaria, extracción, y fraccionamiento de la miel hace que este sea un sector de muchísima generación de puesto de trabajo y altos índices de exportaciones. Según datos del ministerio, el 90% de la producción bonaerense de miel tiene como destino la exportación. Asimismo, los índices del año 2022 presentaron un crecimiento interanual de las exportaciones del 16% en valor.
Los datos expresados por el Ministerio de Desarrollo Agrario expusieron que Argentina se posiciona como el cuarto país productor de miel pura del mundo y es el principal productor de América, superando a países como Estados Unidos, México y Brasil. La provincia de Buenos Aires, particularmente, es la principal zona apícola del país, dado que concentra más de un tercio de los apiarios y colmenas registrados en Argentina y su producción de miel supera el 50% del total nacional.
La actividad creció desde 2019 a la fecha. Al momento del cierre de la gestión de la ex gobernadora María Eugenia Vidal, había poco más de 4.000 productores y productoras apícolas registradas en la provincia de Buenos Aires. Asimismo, había 12.870 apiarios y 1.025.694 colmenas. Actualmente, el territorio bonaerense cuenta con 1.544.143 colmenas, 5.812 productoras y productores registrados en el Registro Nacional de Productores Apícolas (RENAPA), y 19.933 apiarios geolocalizados.
Rodríguez celebró este crecimiento. Los números, en términos comparativos, representan un aumento del 32% en la cantidad de productoras y productores registrados y un incremento del 43% en el número de apiarios. Desde el ministerio, agregaron también que, en la provincia, al día de hoy, existen 851 salas de extracción de miel y acopios intermedios, 156 establecimientos fraccionadores, 14 Pequeñas Unidades Productivas Alimenticias (PUPAS), 65 organizaciones apícolas y 3 organizaciones de segundo grado.
“Lo fundamental de porqué se da un crecimiento tiene que ver con las líneas específicas de financiamiento sin ninguna duda”, sostuvo Javier Rodríguez. Según datos del ministerio, entre otras iniciativas, se llevan otorgados casi 6 millones de pesos a través del Fondo Rotatorio Apícola, destinado al acondicionamiento de salas de extracción y fraccionamiento de miel. A su vez, el Ministerio lleva adelante el programa provincial Mi Primera Colmena, por medio del cual se capacitó y entregó material vivo (núcleos de abejas) y material inerte (de madera para instalar los núcleos) a 104 emprendedores nuevos de la provincia de Buenos Aires.
El desarrollo de los ‘clusters’ también fue parte de la explicación del ministro sobre el crecimiento de la actividad apícola. El significado del término es ‘agrupar’. “Se trata de vincular no solo a quienes producen miel sino todas las producciones que tienen que ver con la miel, como los que producen abejas reinas, los que producen insumos como cuadros y colmenas. También a quienes extraen, fraccionan y quienes la utilizan para otra actividad”, relató Rodríguez, y se mostró convencido de que esto permite un claro desarrollo de la actividad.
Desarrollo genético: el Apiario Bover
En el año 1950 el gobernador Domingo Mercante cumplió con una solicitud de la Cooperativa Agrícola de General Belgrano y expropió la estancia de los Aguirre Stegmann. Dividió las tierras, hizo entrega de parcelas, y se reservó 200 hectáreas donde en 1954, bajo las órdenes del primer técnico apícola de la provincia de Buenos Aires, Pedro José Bover, se puso en funcionamiento el Centro de Mejoramiento Apícola Cabaña Apiario ‘El Salado’. Hoy es el Apiario Bover, una de las 16 chacras experimentales con las que cuenta la provincia. Aquí se dedican, históricamente, al desarrollo de abejas reinas.
En términos comparativos, según explica el ministro Rodríguez, es como el trabajo genético que se lleva adelante en la ganadería bovina. Con reconocimiento a nivel mundial, el Apiario provincial desarrolla tecnología para el ensayo genético de abejas reinas con mejor adaptabilidad a las distintas regiones de la provincia. Incluso, cuenta el titular del MDA, hoy está participando en la creación del “mapeo de genética” a nivel nacional en conjunto con el CONICET y el sector privado.
“En el 2019 las instalaciones estaban abandonadas, no había planes de inversión, y solo el compromiso de sus trabajadores hizo que funcionara como pudiera”, cuenta el funcionario provincial. “Estaba abandonado a su suerte, con poca actividad y lo fortalecimos con plan de inversiones y nuevos proyectos de investigación”, señala. En este sentido, Rodríguez sostiene que la competitividad está atada al desarrollo tecnológico, que en el caso de la apicultura es la aplicación de esa tecnología a las abejas reinas.