Cuando Aníbal Fernández supo que Sergio Berni estaba en su ministerio participando de una reunión sobre seguridad en el Conurbano, lo mandó llamar y lo invitó a su despacho. “Esto no puede ser entre amigos de tantos años”, dijo uno. “Volvamos a lo de antes, acordó el otro.

La reconciliación puede ser leída en términos personales, por supuesto, porque los ministros de Seguridad, como los periodistas, en el fondo tienen su corazoncito, pero sobre todo en clave de gestión: más allá de la puja entre el Presidente y la Vice, la descoordinación entre Nación y Provincia no iba a ser perdonada popularmente después de hechos como el asesinato del colectivero Daniel Barrientos.

Sin embargo, el encuentro no terminó alineando a Berni con Alberto Fernández. Un rato después, en diálogo con Diego Brancatelli en la AM750, Berni desafió al Presidente: “No quiero que se baje, lo quiero arriba del ring, porque tengo necesidad de ir a una interna con Alberto Fernández”.

Berni definió la cuestión de la seguridad como un tema “complejo” (usó esa palabra) y dijo que aunque haya 200 mil policías “con eso solo no se soluciona el problema”. Agregó que “muchos actores del Estado, independientemente del color político, se hacen los distraídos”, porque “les viene bien el discurso de que faltan policías y patrulleros y con eso se desentienden del tema”.

“Las sociedades más seguras no son las que más policías tienen, sino las más ordenadas”, dijo en el reportaje a la 750. “Y cuando hablo de orden no hablo de represión, sino del orden que da el trabajo como promotor de la movilidad social ascendente, la familia, el orden que da inculcar valores en la escuela.”

En otro tramo insistió en su tesis de bajar la edad de imputabilidad, aunque dijo que era “una manera de proteger a nuestros jóvenes, porque tiene que ver con no abrirles la vía del delito”. Al mismo tiempo tiempo, el ministro bonaerense no dio ningún detalle que justifique, desde el punto de vista sociológico o criminológico, como ocurriría si los homicidios cometidos por chicos estuvieran en franco ascenso y no fuera casos espectaculares y no frecuentes.

Berni desmintió las opiniones que comparan la criminalidad argentina con la mexicana, por ejemplo. “Estamos lejos de los delitos complejos como los de México”, dijo en alusión evidente al narcotráfico. Y volvió a decir que “el crimen tiene raíz en la desidia del Estado, pero no solo del Poder Ejecutivo”. Traducción: mirar al Legislativo y al Judicial.

Operativo Centinela

Sobre la reunión con Aníbal Fernández historió que “cuando asumimos pedimos que se reeditara el Operativo Centinela”, en referencia a la presencia de gendarmes en el Conurbano cuando Cristina Fernández de Kirchner era Presidenta y Berni viceministro de Seguridad. “El Presidente fue muy receptivo, pero después vino Sabina Frederic y no pasó nada. Asumió Aníbal y se comprometió a hacerlo, y aparentemente ahora parece que hay una decisión de avanzar en ese sentido.”

En realidad el Ministerio de Seguridad de Nación ya empezó a implementar el Comando Unificado Conurbano, un dispositivo de fuerzas federales montado sobre todo con Gendarmería y también con efectivos de Prefectura y la Policía Federal.

Según relataron funcionarios nacionales, y lo remarcaron ante la consulta de este diario tras la reunión con Berni, el despliegue fue arreglado en una reunión de la que participaron también el Presidente y Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora en uso de licencia y jefe de Gabinete de Axel Kicillof desde que Juntos por el Cambio ganó las elecciones legislativas de 2021.

Luego el asunto se empastó, pese a lo cual Fernández siguió teniendo encuentros con secretarios de seguridad de Tigre, Pilar, La Plata y La Matanza.

Pero luego del asesinato del colectivero Barrientos y del shock que produjo, volvieron las reuniones ya con asistencia de miembros del equipo de Berni.

Cuando el ministro de Kicillof sufrió el ataque en la General Paz y la Ruta 3, Fernández lo llamó, le envió mensajes y, antes la falta de respuesta, al final le envió una captura de pantalla de mensajes y llamadas.

Ése es el antecedente inmediato de la reconciliación. 

Fernández y Berni tuvieron trato estrecho cuando el primero era ministro del Interior de Néstor Kirchner y el segundo, mientras revistaba en Desarrollo Social con Alicia Kirchner, formaba parte de un grupo de contención y negociación social, en especial con piqueteros, encabezado por el entonces secretario de Provincias Rafael Follonier. Todos los miembros de aquel equipo siguen manteniendo una intensa actividad política, y aunque los encuentros son esporádicos sienten la típica nostalgia de los tiempos inaugurales. "Éramos la Armada Brancaleone, pero había que negociar porque el país se estaba ordenando con Néstor y todavía era altísima la pobreza heredada de la crisis del 2001", recordó ayer uno de los integrantes de ese grupo.

La polarización entre Cristina y Alberto Fernández enfrente hoy a Berni y Aníbal, porque uno está con la vice pese a que en público alega que hace mucho que no la ve y el otro sigue sosteniendo que el Presidente tiene derecho a buscar su reelección.

Pero ambos conocen la situación en la provincia de Buenos Aires y tienen el pulso de la irritación que produce la vivencia diaria del robo masivo de celulares en un contexto de inflación y bajos ingresos. 

En algunos temas tienen una visión operativa distinta. Berni dispuso que la Bonaerense no solo pida documentos sino que realice cacheos a los pasajeros de los colectivos a ver si portan armas. Fernández dijo públicamente que está en contra de los cacheos, que afectan a trabajadores que son los que toman los colectivos del Gran Buenos Aires.

En materia de jurisdicción las diferencias ya no son doctrinarias sino legales. La Bonaerense, lo mismo que la Justicia provincial, no tiene incumbencia en delitos federales como el narcotráfico. La incumbencia es nacional y es responsabilidad de los jueces federales y las fuerzas que comanda Fernández.

Un gesto de acercamiento, según pudo saber este diario, se lo dio Aníbal a Berni cuando éste le pidió hablar con Gendarmería. "Acá cualquiera puede hablar con cualquiera, porque igual el que conduce a las fuerzas soy yo", dijo Fernández.