A siete meses del femicidio de Mahsa Amini, la joven iraní de origen kurdo que fue asesinada por la policía por no usar correctamente el hiyab, las fuerzas de seguridad de Irán anunciaron que instalarán cámaras en lugares públicos para identificar a las mujeres que no lo lleven de la manera que se considera adecuada. Y en estos últimos días, dos mujeres (madre e hija) fueron agredidas por un hombre, que les arrojó yogurt en la cabeza, por no usar el hiyab. Además decenas de alumnas tuvieron que ser hospitalizadas por envenenamiento con gas en varias escuelas del país.

"La Policía utilizará herramientas innovadoras y cámaras inteligentes en la vía pública para evitar cualquier tensión y conflicto con los compatriotas y para identificar a la gente que incumpla la Ley del Hiyab y la Castidad Pública", dijo la Policía en un comunicado reproducido hace unos días por la agencia iraní Mizan. Por otro lado, agregó que “las cámaras se usarán para enviar mensajes de advertencia a quienes incumplan con la norma y advertirles de las consecuencias legales de reincidir en este delito". Hossein Yalali, integrante del Consejo Islámico Farvardin alertó sobre castigos económicos, el quite del registro de conducir, el pasaporte o el servicio de Internet si se incumplía el uso del hiyab. “La Policía no tolerará ningún comportamiento individual o colectivo contrario a la Ley”, finaliza el comunicado.

“Estamos sin dudas frente a una ampliación de las revueltas que empezaron con el asesinato de Mahsa Amini por llevar mal colocado el velo. Lo que aquí se está plasmando es la lucha de las mujeres musulmanas, quienes desde hace años se encargaron de expresar que las revelaciones coránicas han sido mediadas a través de los Ulemas o los varones antiguos especialistas en las ciencias religiosas, es decir, que todo esto no nace inesperadamente sino que tiene que ver con luchas anteriores, de muchos años”, explica a Las12 Karina Bidaseca, doctora y profesora en Teoría Feminista (Facultad de Ciencias Sociales de la UBA) e investigadora principal del Conicet en Eidaes Unsam. Bidaseca es además coordinadora del Programa Sur Sur en Clacso y agrega que “lo que es impactante es ver que este tipo de postura fundamentalista totalitaria implica que sea la propia sociedad la que vaya a disciplinar y castigar a las mujeres bajo las nuevas tecnologías: la propia situación de las mujeres se convierte en alienante”.

La especialista explica además que es neurálgico ver cómo desde los años ‘90 hasta aquí, la discusión sobre el velo como signo de dominación, sigue siendo insoslayable: “también lo es en relación a la retórica que yo llamo salvacionista, es decir, cuando se pretende desde Occidente salvar a las mujeres justificando las guerras imperialistas y colonialistas. Todo el peso de la ley cae sobre una vestimenta y el velo significó ese signo de dominación tanto para el Gobierno como para las discusiones mediáticas sobre los cuerpos de las mujeres musulmanas”.

Los envenenamientos en las escuelas son de los ataques más aterradores contra niñas y mujeres: pretenden alejarlas de la educación para que no tengan pensamiento crítico.

En estos días no sólo se anunció el uso de cámaras para vigilar y castigar a las mujeres sino que además, autoridades iraníes informaron que en cinco colegios (en la ciudad de Ardabil al noroeste, en un centro de Urmia también al noroeste y en otro de Haftgel, al suroeste) fueron afectadas 60 niñas que tuvieron síntomas como dolores de cabeza, dificultades para respirar o mareos producto de envenenamiento con gas. Además otras niñas, cuya cantidad todavía no se determinó, fueron internadas. Si bien el Gobierno iraní arrestó a más de 100 personas (a quienes se considera enemigos del país) por su presunta responsabilidad en los envenenamientos, las mujeres vinculan los envenenamientos con las protestas feministas de los últimos meses. Y en señal de protesta sus compañeras se quitaron los velos gritando “mujer, vida, libertad” e hicieron gestos de desprecio a retratos de Jameneí y del fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruholá Jomeiní.

“No por nada están atacando las escuelas de mujeres, justamente aplicar la ideología del terror significa el intento por cortar de raíz toda posibilidad de relacionamiento. Y en este caso enviar el mensaje de que las mujeres no asistan a clase es una forma de control absoluta en términos de cómo ellas alcanzan a través de la educación el pensamiento crítico que es lo que se intenta exterminar”, dice Bidaseca en relación a lo trascendido.

“Es necesario pensar cómo esta relación entre el poder totalitario y las resistencias feministas están imbuidas de la propia dinámica de género donde se cuestiona el derecho de las mujeres a no usar el velo, a ser desveladas. La utilización del velo se convierte en un significante en relación a definir quiénes serían castigadas o torturadas hasta la muerte. Es impactante que el castigo llegue a situaciones tales como el envenenamiento. Estaríamos ante lo que podríamos llamar un genocidio tal cual se lo acordó después de la Segunda Guerra Mundial, que es cuando se atenta contra parte de la población con el intento de exterminarla. Es gravísimo porque afecta a los derechos humanos y la solidaridad internacional todavía es débil para volverse orgánica”, explica Karina.

Pero además, la especialista insiste: “Las campañas mediáticas implican siempre vulnerar aun más a las mujeres y a las niñas porque se van reforzando y duplicando los patriarcados; el uso del velo es político, no es estrictamente religioso porque se intenta domesticar a las mujeres a través del uso, es un primitivismo, es decir, una degradación total de la dignidad de los cuerpos de las mujeres”.