“El país está a la deriva (…) la oposición tiene muchas chances (pero) se necesitan hombres y mujeres que pongan por encima el interés general y no el individual”. La frase pudo ser de Mauricio Macri, invitado único al primer almuerzo del año del Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp), pero la pronunció el titular de la entidad, Marcos Jorge Celedonio Pereda Born, casi un doble de riesgo de Macri en el establishment.
En la apertura del convite, realizado por primera vez desde que el Cicyp existe fuera del Hotel Alvear, en el predio de La Rural, Pereda dio un discurso con críticas durísimas al gobierno de Alberto Fernández, a la intentona separatista del alcalde Horacio Rodríguez Larreta y se encargó de pedirle al líder del PRO que, en caso de ganar, “empiece a trabajar con la gente de Milei”. Casi como si estuviera previamente acordado, Macri le agradeció y le dijo que eran “palabras muy claras, Marcos, que seguramente luego repetiré yo”.
A decir verdad, el agradecimiento de Macri debio haber sido mayor por las peripecias organizativas que debió hacer el jefe del Cicyp para que no se notara o se notara menos la baja concurrencia al evento: se achicó el salón central de La Rural a una cuarta parte, con paneles que simulaban paredes. "Nos costó llenarlo", dijo uno de los empresarios presentes. Hubo sólo 220 personas cuando en el Alvear suele haber lleno total.
Exceso de clima de época
Si bien se respira un nuevo clima de época en el establishment, el discurso incendiario de Pereda va un poco más allá de cualquier lógica, pero tiene explicación. Hace unos meses, PáginaI12 adelantó que Pereda, que también es vicepresidente de la Sociedad Rural, se peleó con varios pesos pesados del Cicyp por llevar, en un año electoral, a Macri en lugar de pre candidatos de todas las fuerzas. Primero porque los ceos, en general, no quieren a Macri, y segundo porque ese gesto sería tomado como una partidización manifiesta de una gremial empresaria que intentó en su corta vida evitar, precisamente, eso.
El Cicyp siempre se inclinó más por candidatos liberales, pero supo mantener el pulso, la lógica y el respeto con sus últimos presidentes: Eduardo Eurnekian (Corporación América), Miguel Acevedo (AGD), Adrián Werthein y Daniel Funes de Rioja (UIA) fueron señores. Pero Pereda dejó ver más los hilos.
A Pereda Born lo condicionan, naturalmente, su simpatía por el macrismo pero también sus lazos históricos. Lo blanquearon en el escenario del Cicyp Macri y él mismo al decir que Pereda fue el coordinador de la Mesa Forestal del gobierno PRO. Pero los nexos son bastante más amplios: Pereda es dueño del Grupo Bermejo, que tiene toda la cadena ganadera integrada. Célebre de apellido, es hijo de Matilde Born Frías, hermana de los empresarios Jorge y Juan Born, dueños del emporio Bunge y Born.
El “hombre del helicóptero”, es el mote que recibió de sus pares del sector por el vicio de ir por los terrenos evitando las cuatro ruedas y las cuatro por cuatro. Por el aire monitorea algunas de las explotaciones que el conglomerado tiene en Lincoln, Gualeguaychú y Olavarría, donde produce carnes, miel, papel y maderas. En 2007, de hecho, fue noticia por haberle comprado las 29 mi, hectáreas del Establecimiento El Potrero a descendientes de Justo José de Urquiza. Esas tierras tienen una particularidad, están ubicadas justo al frente de la pastera Botnia.
Dineros de campaña
El discurso de Pereda Born en el almuerzo del Cicyp tuvo algo que pocas veces se ve en público pero que pasa todo el tiempo en privado: un empresario diciéndole a un político qué es lo que tiene que hacer, cómo y marcándole el tiempo de las urgencias. “Hay un gran desafío por delante, pero ya no hay más tiempo, hay que hacerlo”, le dijo a Macri ni bien finalizó su ponencia. Y lo remató pidiéndole que “trabajen con Milei el primer día después de ganar”. Recibió Pereda aplausos modestos, casi tan modestos como los que escuchó Macri. El establishment hace tiempo le bajó la cortina al ex presidente, pero Pereda está obligado a salir a bancarlo casi en soledad.
Como buena parte de la cúpula de la Sociedad Rural, Pereda Born es un gran financista de la aventura política de Juntos por el Cambio. Fue, de hecho, el principal financista de la candidatura de la ex gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. El titular del Cicyp es el que más dineros destinó a una de las figuras de PRO en lo que fue su derrota en 2019. Puso fondos en carácter personal y a través de dos de sus empresas. Por un lado, desembolsó casi 3,4 millones de pesos de su propio bolsilo, a los que se sumaron 1,6 millones vía Eduardo Pereda Agropecuaria S.A. y Pereda Agro, por valor de 630 mil pesos.
Junto a David Lacroze, ex titular de la Junta Nacional y alma matter de los dineros de campo del PRO, son los mayores financistas del partido desde que empezó a carretear perdiendo elecciones en la Capital Federal. Lacroze es más conocido luego de haber realizado un escrache contra la vicepresidenta, Cristina Kirchner, en un viaje en avión.
Las consecuencias del proselitimo
"No se da cuenta que es presidente del Cicyp, no de la Sociedad Rural, va a tener problemas", dijo a este diario otro ceo que almorzó carne con vino. El choque ya lo está teniendo Pereda, sobre todo, con el Grupo de los Seis (Bolsa, UIA, Camarco, CAC, ADEBA), que muestra un malestar particularmente fuerte por la "partidización" de Pereda. Uno de los más enojados fue Jorge Brito, titular del Banco Macro y hombre fuerte de ADEBA.
El problema de Pereda es que llegó al poder en medio de roscas descarnadas, y así siguió. Fue elegido vice de la SRA en la elección en la que jugó fuerte el PRO para correr al entonces titular, Daniel Pelegrina. En aquel entonces, el ex ministro de Agricultura de Macri, Luis Miguel Etchevehere, puso a su delfín, Nicolás Pino, a competir. Y armó una lista en la que no sólo estaba Pereda sino también uno de los hermanos de Ecthevehere.
Esa toma por asalto de la SRA también se leyó en el sector como un posicionamiento más radicalizado en una entidad que integra el Grupo de los Seis y que, hasta ese momento, venía con posturas cercanas a Cambiemos pero tenía una dinámica más negociadora. Hoy, el escenario parece más exacerbado por el clima de época.