Ven, apiadémonos de aquellos cuya situación
es mejor que la nuestra.
Ven, amiga mía, y recuerda
que los ricos tienen sirvientes
y no amigos.
Y nosotros tenemos amigos y no sirvientes.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros…
(fragmento de La buhardilla, de Ezra Pound).
Sí poeta, te equivocaste..., pero ¿realmente te equivocaste o el mundo se equivocó?
¿Acaso los que te colgaron en una jaula para el escarnio público caminaron impolutos las sendas de la Historia? ¿Acaso los socialistas que se rieron de vos cuando les presentaste la idea de un mundo cooperativo y con justicia social lo hicieron?
Si, viejo Pound, te equivocaste. No debiste permitir que los acólitos del Duce te usaran para difundir al mundo tus bellas y humanas ideas, simulándolas como propias y haciendo que las difundas al orbe como suyas por las radios italianas. Ellos, escudados en la justicia social para su propia raza te usaron, viejo Pound.
Y te volviste a equivocar con tus ataques a los judíos. Y sufriste por ellos y por vos mismo cuando viste cómo te defendieron, esos propios judíos amantes de tu poesía, cuando los jueces te estaban condenando a morir frente a un pelotón de fusilamiento.
Cuando el vaporetto que navegaba desde Venecia a Murano atracó en el antiguo cementerio-isla San Michele, no sabía que estabas allí, que los hipócritas que te habían colgado en una jaula finalmente habían sucumbido ante la fuerza de tu poesía y te habían dado un lugar al lado de Igor Stravinsky y de otros grandes...
Fue Elina, mi compañera, la que vio tu tumba tapada de polvo, de ramas caídas y de yuyos crecidos a tu alrededor, y me emocioné... ¿El viejo Pound aquí, entre los héroes de las artes y de la Historia? Y me arrodillé para limpiarla...
¿Qué culpa habrá carcomido las entrañas de los mismos que hoy permiten que el neoliberalismo, en nombre de la Democracia y la Libertad, destruya todo atisbo de la humanidad con justicia social que pregonabas al mundo, los mismos que reciben con los brazos abiertos a los refugiados ucranianos por ser blancos y cristianos y dejan que se ahoguen, en ese cementerio a aguas abiertas en que se ha convertido el Mar Mediterráneo, miles de niños y jóvenes porque son pobres y de piel oscura. Pobres que vienen a arruinar el “hermoso jardín” que pregona el cuasifascista Josep Borrell.
¿Hasta cuando, viejo Pound, tendremos que aguantar que los que se autoperciben -- palabra tan manoseada-- socialistas o de izquierdas, vayan entregando día a día las conquistas sociales a los neofascistas de la Europa decadente?
Deberíamos pedir, viejo Pound, que trasladen tu tumba a América Latina, donde la Humanidad florece en sus luchas sociales y donde nunca le faltarán flores a tu sepultura porque siempre habrá alguien que pregunte quién está allí y siempre habrá alguno que le responderá, recordando a Bella Ciao, que es la tumba de un gran poeta muerto por la verdadera libertad... la libertad solidaria.
Y por allí se pasea una chusma
de hijos de la miseria, sucios, vigorosos, inextinguibles.
Ellos heredarán la tierra
Y sí, viejo Pound, limpié tu tumba, tu tumba que, como bien hubiese dicho tu hermano César Vallejo “estaba llena de vida...”
Héctor Dinsmann es editor de Libros de la Araucaria.