La nueva edición del Festival de Jazz de Rosario reunirá, entre hoy y mañana en Sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza), una programación variada y de calidad, puro deleite para los amantes del género. El escenario contará hoy con las presencias de Gustavo Telesmanich Grupo (a las 20), Helio Gallo Septeto (a las 21), Euge Craviotto Quartet (a las 22); mañana será el turno de Pablo Socolsky (solo piano) (a las 20), Ondular Ensamble (a las 21), y José María Blanc Jazz Band (a las 22). El Festival de Jazz de Rosario cuanta con el auspicio del Ministerio de Cultura de Santa Fe y la curaduría del periodista y productor discográfico Horacio Vargas.
La importancia de un festival de jazz es indiscutible, nunca estará demás recabar en el parecer de las músicas y los músicos. “Rosario está dentro de las plazas culturales más importantes y en su diversidad cultural es muy valioso que pueda tener un festival. El aporte que genera, entre otras cuestiones, es el de mantener vivo al género, dando la oportunidad a músicos locales para mostrar su trabajo actual”, señala Gustavo Telesmanich. Según Eugenia Craviotto Carafa, “en Rosario hay una larga tradición y un campo fuerte en la dimensión del jazz, pero un festival aporta muchísimo en cuanto a la circulación y riqueza musical propias, permitiéndonos ofrecer algo ecléctico y distinto”. Para Rocío Giménez López –integrante de Ondular Ensamble– “es una fecha en donde el género suena en la ciudad, es una ‘fiesta-celebración’, una oportunidad para el público curioso de escuchar distintas miradas artísticas, y para los músicos de encontrarnos y compartir”. De acuerdo con Pablo Socolsky, el festival “visibiliza una propuesta musical de calidad que no tiene una difusión amplia, y facilita el acceso a un público que habitualmente no escucha este género, además de ser un reconocimiento a los músicos y sus proyectos creativos”. De manera acorde, José María Blanc distingue al encuentro porque “fortalece una cultura diferente a las que nos tienen acostumbrados, en donde los productores pretenden usar a los músicos para su propio beneficio. Habrá que duplicar esta clase de propuestas, con productores que actúan en beneficio del músico y del artista, quienes con tanto esfuerzo y estudio llegan a un escenario”. En este sentido, vale distinguir la tarea de Vargas, quien “trata de renovar todos los años las propuestas e incluye una agenda variada en estilos”, dice Socolsky; o como argumenta Helio Gallo: “Vargas es quien mantiene vivo al festival; cuando de golpe y porrazo se cortó, se reinició con el trabajo de Horacio, no apareció otra persona que se anime a llevar adelante un evento de estas características”.
Cada una y cada uno de los partícipes tiene recorridos diferentes, y seguramente maneras diferenciales de pensar el jazz. Ante la pregunta “¿Qué le ha permitido el jazz a diferencia de otras músicas?, Gallo responde: “En algún momento, el jazz te hace sentir que sos un compositor, y eso tiene que ver con la improvisación. Un gran amigo, un saxofonista espectacular, me decía: ‘Mirá, el jazz siempre está un poco atrás de la música clásica, pero tiene una ventaja muy grande y es la creatividad que uno pone en el momento de improvisar’. Por otro lado, me impactó escuchar a las grandes orquestas americanas de los años ’40, la época en la que yo estudiaba piano, con unas orquestaciones impresionantes, que despertaban en uno la admiración”. “Toco jazz por su estrecha relación con la improvisación y el ritmo, y porque es una música basada en la capacidad de acción-reacción; a diferencia de otros géneros, el jazz abre puertas y expande su lenguaje en tiempo real”, comenta Giménez López. En el caso de Socolsky, “el jazz me ha permitido crecer desde la sensibilidad y encontrar en cada escucha algo diferente, uno no es el mismo después de escuchar a Miles Davis, Bill Evans, Keith Jarrett, John Taylor, Paul Bley, Tomasz Stanko o Ralph Towner, por citar algunos ejemplos, de estilos variados y riqueza técnica, en quienes destaca la búsqueda de un lenguaje y la creatividad para la improvisación”. Para Blanc, de dilatada trayectoria en el rock sinfónico con Pablo El Enterrador, “el jazz incorporó en mí estructuras de aprendizaje diferentes, y por suerte me tocó rodearme de grandes músicos, que me orientan sobre un estilo desconocido. Si bien estudié el sistema americano, en esta ocasión tuve la oportunidad de investigar en equipo y de manera individual a este gran estilo de música”.
“Si bien no tengo una trayectoria en el género, soy amante del jazz y es una alegría y un gran honor que me hayan convocado; lo que me aporta, justamente, es el disfrute de poder interpretar música negra”, comenta Craviotto Carafa, la voz de Mamita Peyote, aquí presente con el cuarteto que integra junto a Cristian Loza en guitarra, Lolo Risso en batería y Martín Actis en bajo. “El jazz me permitió ciertas libertades a la hora de tocar el instrumento, una de ellas fue conocer la improvisación –uno de los ejes más importantes del género– y comenzar a abordarla. También me permitió conocer la interacción con otros músicos de un modo más abierto”, refiere Telesmanich, cuyo repertorio para esta noche, adelanta el baterista, “incluirá composiciones propias hechas para formato cuarteto” (integrado junto a Jorge Palena en contrabajo, Tomás Bozzano en piano, Juan Oviedo en guitarra).
Pablo Socolsky dará un concierto solo piano, “con temas de mi reciente disco, La forma inicial, además de momentos de improvisación, material nuevo y algunos homenajes y referencias. Pero seguramente lo importante será la impronta intimista, de pensar la sala como un gran living y estar abierto a lo que vaya surgiendo”. Rocío Giménez López se presentará con Ensamble Ondular (Giménez López en piano y sintetizadores, Eduardo Madeo y Fernando Silva en contrabajos, Juan Duque en saxo y flauta, Milton Mendez en trombón), “un grupo de improvisadores, por lo cual no hay un repertorio predefinido. Lo que allí suceda será como una ‘conversación espontánea’ entre los músicos”.
Por su parte, José María Blanc hará un tributo a grandes músicos del jazz fusión como Pat Metheny, John Scofield y Chick Corea, acompañado en su guitarra por Marcelo Sali (batería), Gustavo Marozzi (guitarras), Fernando Silva (bajo), Sebastián Romero (teclados), Hernán Barriocanal (piano) y Raúl Rodríguez (saxo); y Euge Craviotto Quartet revisitará temas contemporáneos en clave de jazz, que la cantante prefiere mantener en la “sorpresa para el público”.
El Helio Gallo Septeto merece mención aparte, “la conformación fue a finales de los ‘80 –comenta Gallo–, cuando regresé a Rosario luego de vivir en Córdoba. Tuvimos una gran actividad hasta pasados los ’90, el grupo sonaba muy bien pero no duró mucho. Es muy difícil mantener un grupo de siete, es una hazaña. Luego seguí con un cuarteto, un quinteto, hasta que me junté con Claudio Lanzini en formato dúo ¡y terminamos en septeto! Eso fue alrededor de 2006. El grupo se desarmó, hasta que un día lo llamo a Bruno Lazzarini, y me dice que conoce a un saxo tenor que toca una barbaridad. ¡Que venga!, le digo. Y la historia se repitió (risas)”. El histórico piano de Gallo suma así una nueva formación que lleva dos años de trayectoria, integrada por Manuel Fuertes y Bruno Lazzarini en trompetas, Matías Moro en saxo tenor, Milton Méndez en trombón, Fernando Silva en contrabajo y Román Chiesa en batería; el repertorio revisitará temas de Duke Ellington, Sonny Rollins, Tadd Dameron, Phil Woods, Kurt Weill y del propio Helio Gallo.