La sonda espacial Juice, primera misión europea que explorará Júpiter y sus lunas heladas, partirá este viernes en búsqueda de entornos habitables para seres vivos. "Es uno de los objetos espaciales más complejos jamás enviados hacia el Sistema Solar externo, que comienza más allá de Marte", subrayó el director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), Josef Aschbacher.
Con un costo total de 1.600 millones de euros, Juice (Jupiter Icy Moons Explorer) tardará alrededor de ocho años en llegar al gigante gaseoso, situado a 628 millones de kilómetros de la Tierra. Durante el trayecto, la sonda orbitará por los satélites galileanos Europa, Calisto y Ganímedes, convirtiéndose en la primera nave espacial en girar alrededor de un satélite natural no terrestre.
El dispositivo pesa más de seis toneladas y está equipado con inmensos paneles solares de 85 metros cuadrados, para conservar la potencia en un ambiente donde la luz del Sol es 25 veces más débil que en la Tierra.
La sonda lleva a bordo diez instrumentos científicos, protegidos de las temperaturas extremas por una cobertura de aislamiento de múltiples capas, entre ellos: cámaras ópticas, espectrómetros, magnetómetros y un radar de penetración en el hielo.
Lanzamiento y trayectoria
Desde el Centro Espacial Guayanés, ubicado en la localidad de Kourou, Juice será lanzada a bordo de un cohete Ariane 5 y se separará del mismo 28 minutos después del despegue, a 1.500 km de altura, precisó el presidente de la compañía aeroespacial francesa Arianespace, Stéphane Israël.
Los expertos sostienen que no es posible alcanzar Júpiter a través de una trayectoria directa, por lo que el recorrido será sinuoso. La sonda tendrá que realizar complejas maniobras de asistencia gravitacional, utilizando la fuerza de atracción de otros planetas para impulsarse. La llegada está prevista para julio de 2031.
Primero realizará un sobrevuelo Luna-Tierra, luego irá hacia Venus (2025), después regresará a la Tierra (2029), antes de tomar su impulso hacia Júpiter y sus tres lunas heladas, descubiertas por Galileo Galilei en 1610: Europa, Calisto y Ganímedes. La sonda sobrevolará doce veces a esta luna helada para explorar el campo magnético, el océano oculto, su complejo núcleo, el contenido de hielo, la corteza y su interacción con Júpiter, así como su posible habitabilidad.
Allí Juice se convertirá en la primera nave espacial en orbitar una luna distinta a la nuestra y tras su estudio, cuando se quede sin combustible, se estrellará de forma controlada contra ella, poniendo fin a la misión.
Según Carole Mundell, directora de ciencias de ESA, el sistema de Júpiter tiene todos los ingredientes de un minisistema solar. "Su exploración facilitará estudiar cómo funciona nuestro Sistema Solar, cómo se forman los planetas y tratará de responder finalmente a la pregunta '¿estamos solos en el universo?', detalló la astrofísica.
Los especialistas aseguran que el objetivo principal de Juice no es encontrar vida extraterrestre, sino medioambientes propicios para su aparición. Si bien Júpiter es inhabitable, sus satélites Europa y Ganímedes podrían albergar, bajo su capa de hielo, océanos de agua líquida interna. Una de las condiciones de desarrollo de un ecosistema en esas lunas es que el agua líquida interactúe con la superficie para poder absorber los componentes.
La sonda espacial tenía previsto despegar este jueves a las 12.15 GMT (9.15 hora argentina) pero, pocos minutos antes del inicio de la cuenta regresiva final, la compañía Arianespace anunció que el lanzamiento se realizará este viernes, debido a las malas condiciones meteorológicas, en concreto debido al riesgo de caída de rayos. Entre las personalidades que iban a presenciar el evento estaban el rey Felipe de Bélgica y el astronauta francés Thomas Pesquet.
El lanzamiento ocurre en plena crisis de los lanzadores en Europa, casi privada de acceso autónomo al espacio, después de la salida de los cohetes rusos Soyuz de Kourou, los retrasos acumulados de Ariane 6 y el fracaso del primer vuelo comercial de Vega C.
En enero pasado, Josef Aschbacher había asegurado que si bien la situación en el sector de los lanzadores espaciales es "bastante mala", ésta es una oportunidad para que la industria "asuma la responsabilidad y se organice donde crea que haya más futuro".
"La confianza que los Estados miembros han depositado en nosotros, en los últimos dos años, es un precursor para sacar a Europa de esta precaria situación. El cambio de actitud no ocurrirá de la noche a la mañana, necesitamos compromisos políticos claros, confianza y apoyo, tanto del público como de los socios industriales", afirmó Aschbacher.