El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, a través del Instituto de Hemoterapia, realiza una serie de campañas dirigidas a la donación de sangre. Actualmente, se estima que dentro del territorio bonaerense, ocho de cada de diez personas conocen a alguien que necesita una transfusión. "El donante tiene que ser voluntario, habitual y solidario", dice al comenzar Laura González, directora del organismo.

El Instituto de Hemoterapia es el ente bonaerense rector en la materia y de él se desprenden tres centros regionales ubicados en las ciudades de Mar del Plata, Tres de Febrero y La Plata que se encargan de hacerle llegar la sangre a todo aquel paciente que la necesite. "La sangre debe estar esperando al paciente y no el paciente a la sangre, buscamos generar esa estrategia", destaca González.

Durante 2022 hubo 20.000 donantes voluntarios debido al aumento de las colectas itinerantes externas, cuyo fortalecimiento tuvo origen en una problemática: la pandemia, indican desde la institución. En aquel entonces, Laura González se desempeñaba como médica dedicada a la maternidad y, a su vez, al sector de hemoterapia del hospital provincial El Cruce, de Florencio Varela. Allí experimentó en primera persona la falta de donantes; hoy, en dialogó con BuenosAires/12, repasa esa dura etapa.

"En ese entonces no estaba en la dirección del Instituto, pero recuerdo que durante la pandemia, las principales acciones se centraban en la donación de plasma. Era dificil porque se estaba estudiando, había que evaluarlo, había que comprobarlo y conseguir los donantes. Y fue allí que surgió este segundo problema: la gente, por miedo, no podía acercarse a los hospitales, entonces no había donaciones", cuenta González.

En épocas de cuarentena, no había lugar más temido por la sociedad que una institución sanitaria. Fue allí que se involucraron diversas organizaciones sociales como clubes, peñas, iglesias y sociedades de fomento. "Si salís, que sea solamente para donar" fue la leyenda que forjó el Instituto ante la desesperante situación.

"Esas instituciones estaban cerradas y se abrieron para la gente. Al principio tomamos medidas externas. Como no teníamos certezas sobre el virus, usábamos barbijo, guantes y ambo. Si había algo en esta estrategia que fallaba, se nos quemaba todo porque nadie iba a acudir a donar. Si los lugares contagiaban, nadie iba a venir", subraya González, quien asegura que a los integrantes del grupo de hemoterapia, salir a recolectar sangre los hacía sentir "como soldados que salían a la guerra".

En su relato, González destaca la emoción y la felicidad en los rostros de quienes que se acercaban a donar. En la mayoría de los casos se trataba de la primera salida luego de meses de encierro. "Lo vivimos hace muy poco y son cosas que enseguida se olvidan, los valores que tuvimos en ese momento fueron el cuidarnos muchísimo y pensar en el otro. Pese a la cuarentena, las enfermedades oncológicas seguían estando y se sostenían a través de la donación, cosa que se hizo gracias a las redes de gente que continuaba colaborando. Las urgencias se debían resolver y los tratamientos oncológicos a base de transfusiones debían realizarse", subraya González.

A pesar de los riesgos y la incertidumbre del momento, el hecho de reubicar las extracciones de sangre por fuera de los hospitales generó —directa o indirectamente— una estrategia que, según González, "permitió cambiar el perfil de los donantes". "Es lo que queremos y a lo que aspiramos. Deseamos no tener que pedirle más a los familiares, que viven el momento angustioso, que traigan veinte donantes de un día para el otro porque encima de pensar en la enfermedad del familiar, la gente tiene que buscar los donantes. No queremos sumar angustias, el donante tiene que ser voluntario, habitual y solidario", destacó la directora.

Una vez que pasó la emergencia de la pandemia, desde el Instituto de Hemoterapia firmaron diversos convenios encuadrados en el programa Municipios Donantes. Lo mismo ocurrió con las universidades y, tal como destaca González, "no lo hicimos nosotros solos, sino también el Centro Único Coordinador de Ablación e Implante de la Provincia de Buenos Aires".

"Un trasplante, para poder realizarse necesita un sostén transfusional, así que articular con otros organismos sirve para llevar el mensaje más fuerte a todos lados. Trabajar en los lugares que están por fuera de los hospitales. La estrategia es que seamos una provincia donante en todos lados y que se pierda el miedo y que se tome compromiso", señala.

Desde el Instituto de Hemoterapia apuntan a formar una concientización social que asegure donantes sanos que brinden "seguridad transfucional", en palabras de González: "Si te acercás al barrio, el que venga no te va a mentir en la entrevista porque no viene presionado, ni por una urgencia, si viene es porque está cuidado y nos da tranquilidad", aseguró.

En busca de generar ese lazo en donde sea la Provincia quien se acerque al donante y no al revés, las colectas itinerantes se trasladaron a diversos eventos provinciales como los festivales locales. Dentro de pocos días, el trailer del Instituto estará recolectando sangre en los festivales de la Miel y la Muzzarella, ambos en San Vicente. "En festivales de ese estilo naturalizamos la donación. Hay agujas pero la gente no piensa en un hospital porque es un lugar donde la gente pasa un momento lindo y de paso dona vida. Forma parte de la búsqueda de desestructurar y hacerlo más normal", remarca González.

"Antes invertíamos en colectas. Ahora, como las colectas ya son parte una estrategia, invertimos en camillas, el trailer, en máquinas de donación de plasma y vamos con ellas a diferentes lugares. Tratamos de hacer una provincia donante y de llegar a donde sea", asegura González. En ese "llegar a donde sea" entra en juego un factor indispensable a la hora de generar conciencia y recolectar donantes: la comunicación.

Luego de señalar que "hablar con este diario permite llegar a la comunidad", González destaca la importancia del mensaje. "Hay que hablarlo desde las escuelas con los docentes, a los adolescentes los ponés en un acto solidario y empático. Les hablas de valores y de concientizar. Lo mismo desde los sindicatos, los comerciantes y las iglesias. Hay que llevarlo a todos lados para que sea natural. Donar sangre son 15 minutos de tu vida que permiten alargar la vida de alguien con algo simple, no es doloroso. No podemos ser indiferentes, a cualquiera nos puede tocar y no podés pasar la vida sin haber donado", señala la directora.

"La comunicación es estratégica. La base es trabajar en los chicos, que son los futuros donantes", dice González. Según la directora, cuando los jóvenes encuentren naturalidad en la donación, serán ellos los que convencerán al resto para que vayan a donar. En la provincia de Buenos Aires, la donación está permitida desde los 16 años, algo que no ocurre en todas partes. "Si uno lo habla lo naturaliza, en un futuro no será necesario hacer tanto relato porque los mismos jóvenes lo tendrán naturalizado e incorporado como vacunarse o hacerse el documento", remarca.

En cuanto a la participación de la cartera sanitaria en el asunto, González destaca el constante acompañamiento por parte del Ministerio de Salud y resalta: "Lo tuve al ministro Kreplak cuatro veces donando. La palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Que alguien se siente, extienda el brazo y lo muestre como algo sencillo es maravilloso".

Al finalizar, González remarca: "Estuve al lado de pacientes que necesitaban trasplantes y los acompañé, entonces a mí me acompaña cada nombre de cada paciente cuando transmito esto: donar es un acto de amor, la sangre es un órgano liquido y el que dona lo hace para otro que lo está necesitando en un momento angustioso. El de la sangre es el primer trasplante. Cuando uno dona se va con más energía porque sabe que hizo algo bueno, realmente te cambia la vida".