Cientos de miles de personas volvieron a manifestarse en Francia contra la impopular reforma jubilatoria y a la espera del fallo que dará este viernes el Consejo Constitucional. Un importante operativo policial fue instalado en París para resguardar el edificio en el que funciona la institución judicial, que decidirá sobre la validez de la iniciativa impulsada por el presidente Emmanuel Macron.
Entre 380 mil y un millón y medio de personas, según el ministerio del Interior y el sindicato de la CGT respectivamente, se manifestaron en la duodécima jornada de protestas, lejos de los entre 1,2 y 3,5 millones del siete de marzo. Al paso de la manifestación por la fachada de la sede del Consejo, en París, manifestantes lanzaron proyectiles contra agentes antidisturbios, que reprimieron con gases lacrimógenos. Las autoridades prohibieron por la noche cualquier manifestación frente al organismo, situado cerca del Museo del Louvre, y desplegaron un fuerte dispositivo de seguridad.
"La calle es nuestra"
"Si el Consejo aprueba el proyecto, seguiremos manifestándonos y saldremos de nuevo a la calle", dijo bajo una llovizna Tamara Aslamov, una joven estudiante universitaria de 18 años, delante de la Ópera de París. En la marcha parisina, los sindicatos partieron del Palacio Garnier, sede de la Ópera, en dirección a la plaza de la Bastilla. Por la mañana, unos 400 manifestantes invadieron durante unos minutos la sede en París del gigante del lujo Louis Vuitton con bengalas y silbatos, al grito de "la calle es nuestra".
En la capital se detuvo a 38 personas y diez agentes resultaron heridos, según la prefectura de policía de París. Pese a la caída de la participación y a un menor seguimiento de la huelga en sectores clave como la energía, la educación y los transportes, la jornada estuvo marcada por acciones puntuales como bloqueos de universidades y acciones de protesta espontáneas en los accesos de varias ciudades.
En Nantes, donde salieron a las calles 25 mil personas según los sindicatos, también se produjeron enfrentamientos con la policía. En Toulouse, las marchas contra la reforma de las pensiones concentraron a unos 70 mil manifestantes. Incluso en Ouessant, una pequeña isla en el Atlántico frente a Brest, 180 personas salieron a la calle al grito de "¡Manu estás jodido, Ouessant a la calle ha salido!".
Los sindicatos y una mayoría de los franceses, según los sondeos, quieren que el gobierno dé marcha atrás a retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y a adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años, y no 42, para cobrar una pensión completa. Pero tras meses de manifestaciones masivas, el conflicto social se encuentra enquistado y la relación se tensó en las últimas semanas entre Macron y los líderes sindicales. El líder del sindicato CFDT, Laurent Berger, advirtió incluso antes del inicio de la marcha en París que la lucha "está lejos de terminarse".
"Ya no creo en la democracia"
Más allá de la reforma que quiere ver en vigor en los próximos meses, el presidente francés de 45 años se juega poder aplicar su programa durante su segundo mandato hasta 2027. Símbolo de la importancia que le otorga, decidió imponer por decreto su reforma el 16 de marzo, ante el temor de perder la votación en el Parlamento donde carece de mayoría absoluta, lo que provocó una radicalización de las protestas.
Macron se niega a dar marcha atrás y el miércoles desde Ámsterdam anunció que propondrá una reunión a los actores sociales para ver cómo "seguir adelante", independientemente de la decisión del Consejo Constitucional. Ante la proposición del presidente, la líder de la central CGT, Sophie Binet, declaró que "tenía ganas de responderle: 'Vaya broma'".
Los sindicatos advirtieron que la imposición de la reforma provocó una "crisis democrática" y benefició a la ultraderechista Marine Le Pen, que sube en los sondeos. "Yo siempre he votado, pero hoy ya no sé si votaré, porque ya no creo en la democracia", admitió durante la manifestación Judith Roubertoux, de 48 años y empleada en un asilo de ancianos.
Thierry, un informático de 60 años afiliado al sindicato mayoritario en Francia, el CFDT, advirtió: "La calle sigue en pie, que todo el mundo sepa que nos oponemos rotundamente a esta reforma. Y los 'sages' no pueden cerrar los ojos ante esta movilización", apeló Thierry en referencia a los "sabios", la forma en que se conoce a los nueve miembros del Consejo Constitucional presididos por el exprimer ministro socialista Laurent Fabius.
La hora del Consejo
La decisión del Consejo este viernes marcará los siguientes pasos. Los observadores esperan que se anulen partes de la reforma, pero no su totalidad, y dé el visto bueno al referendo. Esta última decisión podría abrir una nueva etapa de la movilización, ya que su primer reto sería recabar las 4,8 millones de firmas necesarias para su celebración.
Si para el hipotético Referéndum de Iniciativa Popular (RIP) presentado por la izquierda los sabios no encuentran peros constitucionales, se abriría la puerta a una nueva batalla de nueve meses que pasaría por conseguir apoyo del diez del cuerpo electoral (unas 4,87 millones de firmas) para que ese proceso electoral se celebre. Entre las hipótesis estudiadas por los sindicatos figuran también manifestaciones para el primero de mayo e incluso la convocatoria de una marcha gigante en París.
Francia es uno de los países europeos donde la edad de jubilación es más baja, sin que los regímenes sean completamente comparables. El gobierno asegura que su reforma busca evitar un futuro déficit en la caja de las pensiones.