La nena baja las escaleras del tren y, con disimulo, escapa por el andén: su madre desde arriba, en uno de los consultorios improvisados en los vagones, la llama risueña: “vení, no tenes que vacunarte al final”. Un muchacho que espera su turno y había bajado a buscarla, también ríe.
En el predio de la Estación Ferroautomotora, el Tren Sanitario es el dispositivo de salud integral al que acuden los vecinos y vecinas de Mar del Plata cuando no encuentran respuestas en las salas de sus barrios, donde faltan pediatras y hay que esperar meses por un turno.
Las campañas de vacunación gratuitas del calendario vigente, las de COVID, los controles de niños sanos (para que las madres puedan cobrar la Asignación Universal por Hijo), atención que articulan con el Hospital Materno Infantil y ANSES son algunas de las prácticas que se realizan en la formación ferroviaria. También se brinda atención medica general —puede ir cualquier persona— y odontología.
Ante la demanda que desbordó los Centros de Atención Primaria de Salud municipales (CAPS), “se había formado un embudo para conseguir turnos, entonces esto alivió bastante, hemos recibido aquí entre 30 y 40 personas por día”, cuenta Silvana Sosa, coordinadora de Abordaje Social Comunitario del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, mientras recorremos los vagones convertidos en consultorios. “Estamos preparados para atender cualquier demanda —agrega—, el abordaje es integral, a veces llega una paciente buscando atención para su salud bucal y termina haciendo una denuncia por violencia de género. Por eso en el equipo hay médicos, psicólogos, pediatras, odontólogos, sociólogos”.
Durante el verano hicieron testeos de VIH y sífilis. Se les presentó el caso de una persona que había recorrido las salas de salud municipales sin poder hacerse el testeo ni que lo viera un infectólogo y le entregue los antirretrovirales: “era una hombre joven, hacía 48 horas que estaba con esa demanda, sabía que tenía ese derecho de acceder a los medicamentos y hacerse el testeo; creemos que hay dispositivos que deberían estar itinerantes todo el año en los barrios populares de la ciudad; aunque debería cubrirlo el municipio, no lo está haciendo”.
De vuelta en el Congreso
Como si llegaran tarde a una función de teatro, los asistentes se agolpan frente al Hotel Provincial. Faltan unos minutos para las 9 de la mañana, momento en que abrirán las puertas, pero los participantes del Congreso de Salud bonaerense no paran de moverse, mitad por la ansiedad que les genera la presentación de sus informes y estudios ante salas repletas, mitad por el frío que empezó a hacer en la costa.
Sol Iriart es promotora de salud de Villa Gesell, y viene al Congreso a “vivir la experiencia de conocer, compartir saberes, relatos, con colegas, de diferentes áreas”. Con el Tren Sanitario, recorrió varios municipios a lo largo de 15 días: Dolores, Maipú, Coronel Vidal, General Pirán, Vivoratá, General Guido, hasta finalizar el recorrido en Mar del Plata.
“Nos acompañaban médicos, enfermeros y conformábamos el equipo varios promotores de salud que a su vez cursábamos en ese momento alguna carrera afín a nuestro trabajo. Teníamos un abanico de servicios a bordo del tren como vacunación del calendario y Covid, testeos VIH y sífilis, hisopados, entrega de medicación bajo el programa RemediAr. Y a su vez se realizaban consultas con los especialistas a bordo: pediatría, médico clínico, y en algunos municipios, oftalmología”, cuenta.
Un caso que tiene bien presente ocurrió un domingo en Vivoratá, pueblo rural que apenas supera los 900 habitantes. Ese día llegó al tren una vecina que cursaba el quinto mes de embarazo y estaba con pérdidas y dolor. La mujer les contó que se acercó porque no había médico en la salita de guardia en ese momento, ya que el mismo médico atendía en la salita y en otro municipio de la zona. “Además de brindarle la atención inmediata, articulamos con diversos efectores de salud para coordinar un traslado al hospital más cercano. En 15 minutos la paciente estaba viajando en ambulancia. Fue una experiencia muy fuerte, ya que nos encontramos asistiendo a una persona en una emergencia y pensábamos ¿qué hubiera pasado si no estábamos acá?”, rememora.
En Dolores, se encontraron con niños que no tenían el calendario de vacunación completo, "uno de los niños tenía 5 años y solo le habían aplicado las primeras vacunas hasta los 6 meses de vida. Las enfermeras, junto con la médica que estaba en el tren, articularon con la región sanitaria correspondiente para organizar cómo aplicar y completar el calendario de vacunación, además de hacer un seguimiento. No sólo se buscaba la solución en el momento, sino que por nuestra formación, buscamos ir más allá y entender el contexto de la consulta y demanda para ayudar como institución.”
Sol Iriart muestra orgullo por su rol y el de sus compañeros como promotores de salud, satisfacción con la capacitación y formación que recibieron por parte del Estado para atender las necesidades de cada vecino y vecina: “con el tren sanitario y con cada abordaje intentamos hacer posible que la salud golpee las casas de las personas. Y así es como considero que tiene que ser.”
Para ella, después de tanto trabajo en territorio, compartir experiencias de construcción colectiva junto a sus pares “es la mejor manera de aprender”.