Navegamos en una lancha por las suaves corrientes del río Paraná. El sol transita lentamente hacia su destino inexorable en el poniente. El verano parece haber demorado su partida. Gotas de sudor resbalan bajo el chambergo que nos protege de los rayos impiadosos.
El río Paraná parece vivo, remodelado constantemente. En cada curva, mientras avanzamos, muestra cambios aparentemente caprichosos. Se ensancha y se estrecha. Así como hoy permite emerger un espinillo, un aliso, un ceibo o un curupí, otro día lo cubre por completo. Aparecen y desaparecen bancos y los albardones se convierten en islotes con la subida de las aguas. El color del agua se vuelve rojizo por el aporte de sedimentos de limo arcilloso que recibe del río Bermejo.
Él me mira a través de la cámara y creo adivinar su pensamiento. Recuerdo una imagen similar, unos días antes, en París. Él intentaba fotografiarme por sorpresa mientras yo revolvía un negocio de libros de viejo en una callecita de Saint Germain. Una mujer que pasaba por ahí se detuvo ante nosotros y exclamó “ah, que es bella la gitana” y luego, mirándolo, agregó “y cómo brillan sus ojos”…
Ahora no veo sus ojos, ocultos tras la lente, pero los intuyo chispeando con una sonrisa que dibuja pequeños surcos en la comisura de sus labios. Está trabajando en un relevamiento para una empresa que pretende traer buques a este sitio y yo llevo un registro de lo que observa.
Él me mira sin disimulo. El sombrero que le cubre la cabeza y parte de la frente, hace las veces de marco de sus ojos negros y profundos que, de a ratos, se pierden mirando algún accidente del terreno a la distancia o vuelven y se asientan en mi pelo. Su sonrisa grande y generosa es como el río, se acerca y se aleja, se agranda y se estrecha. Por momentos parece un niño, feliz con algún descubrimiento, pero pronto el niño desaparece y regresa el hombre de piel curtida por el sol y mirada escrutadora, insondable.
Entonces vuelvo mis ojos al cuaderno de apuntes. No puedo sostener esa intensidad. Seguramente cambiará de tema, me volverá a la realidad, me traerá de regreso el resto del mundo y me dejará suspendida en medio del río.