Si la primera presentación de Acorazado Potemkin en un escenario había sido en Rosario, nada mejor que reiterar el gesto e iniciar la gira del Festival Mugre en la misma ciudad. Así las cosas, la banda que integran Juan Pablo Fernández (guitarra y voz), Federico Gahzarossian (bajo) y Luciano Esaín (batería y voz), se presentará esta noche en Sala de las Artes (Suipacha y Güemes), a partir de las 20, junto al dúo Equischica (Mercedes Ianniello y Cintia Venier) y Carmina Burana. “Convocamos a músicos que queremos, que son parte de nuestra historia, para darle a la gente algo lindo y con una identidad propia”, sintetiza Juan Pablo Fernández a Rosario/12.

La trayectoria de Acorazado Potemkin los refiere como una banda auténticamente under, lugar donde festivamente permanecen, a partir de un sonido tan propio como la lírica de sus canciones: ciudadana, dolida y sentida. Fue aquel álbum seminal, Mugre (2011), el que sentó las bases de un recorrido que prosigue con estaciones diferentes, que bien pueden señalarse en la discografía en curso. La presentación en Rosario de Piel (2019), su cuarto disco, quedó pendiente “por culpa de la pandemia; y si bien ahora somos parte de un festival y una grilla, vamos a priorizar los temas de este disco”, continúa.

Fue en noviembre de 2009 cuando el trío de Buenos Aires daba su primer show y lo hacía en McNamara, “y ahora también en Rosario inauguramos este Festi Mugre. No somos los primeros que hacemos estas cosas; como tantos grupos independientes hay un momento donde tenés que convertirte en tu propio productor. Un amigo me decía que ser músico independiente implica querer que las cosas pasen y no estar esperando a que te llamen ni dependiendo ni reclamando, como si la sociedad o los medios te debieran algo, sino que tenés que generarte ese espacio. Así, uno aprende a organizarse: pasajes, shows, el escenario, con qué bandas compartirlo, cuánto valen las entradas, cómo es la estética, la gráfica. Todo eso uno lo aprende, además del oficio de hacer canciones. No nos gusta quedarnos esperando, queremos encontrarnos con el público. Teníamos una gira de 15 shows que se cayó por la pandemia y recién ahora estamos retomando ese ritmo, y una de la formas de hacerlo es a través de nuestro propio festival. Le pusimos mugre porque es un concepto que nos gusta mucho, una forma de entender la música”, señala Fernández.

-Esa forma de entender la música es también la del trato que tienen con la gente, hay una manera de ser y de relacionarse con los demás que está implícito.

-Hay que tratar de devolverle a la gente esa confianza que nos da. Cuando te digo que vamos a buscar nuestro público, también tiene que ver con la escala; no hacemos publicidad en todos los medios para que todo el mundo vaya a vernos, sino que es una escala muy limitada y compañera. Por eso es que uno necesita dar algo nuevo y genuino, de calidad, con buen sonido y técnica, en lugares que sean cómodos para la gente y donde se escuche bien.

-Uno escucha Mugre hoy día y continúa sólido, qué gran disco.

-Siempre trabajamos para que no sobre nada en un disco. Hay gente que labura muchos temas, por cantidad, pero nosotros trabajamos cada tema como una burbuja especial, para que sea algo cerrado en sí mismo. Incluso cuando hacemos la lista de los shows, siempre pensamos en bloques de tres o cuatro temas, para que se concentre una energía, que abra y cierre. Cuando hacemos los discos hacemos algo parecido, para que todos los temas sean imprescindibles. Pensamos en el trabajo, en cómo vivimos, somos curiosos, nos gusta escuchar música, y todo eso nos hace filtrar muchas cosas, nos hace decir: “esto ya lo hicimos” y evitar repetirnos. Siendo un trío de bajo, guitarra y batería, con dos voces, en general sin acompañamiento, no nos tiene que sobrar nada, trabajamos para que todo sea imprescindible, para que cada tema sea distinto del otro. Quizás por eso, un disco que ya tiene más de 10 años, nos sigue pareciendo vigente, fresco, vivo. Yo lo siento así y te agradezco que me lo digas.

-A la vez, cada disco se distingue de los demás.

-Somos muy cuidadosos o tratamos de serlo. Muchas veces nos dicen, como elogio, que somos un “power trío”, pero me parece que el “power trío” es un sonido y nosotros trabajamos mucho el arreglo, no solo el sonido; un poco por curiosos, para no aburrirnos, y también para que cada canción, como te decía, construya un mundo, una lógica propia, tenga un sentido y una sintaxis. Cuando te sentís responsable por eso, entonces necesariamente tenés que resolverlo y trabajar de maneras distintas, para que lo hecho no se parezca a otra cosa. Por otro lado, todo el tiempo uno está escuchando cosas que inevitablemente trae, desde música africana a clásica, y andás caliente con armonías o escalas modales; en definitiva, lo que termina pasando es que hay algo lindo en cómo se trabaja, con la humildad de querer convencer al compañero con el que trabajás desde hace ya 15 años de que la idea que traés está buena todavía.

En relación al vínculo que subyace y hace posible a Acorazado Potemkin, dice Fernández: “A Federico (Gahzarossian) lo conozco hace muchísimo, primero como público: él tocaba con la banda de mis hermanos (Mariano y Santiago Fernández), Me Darás Mil Hijos, y cuando se separó Pequeña Orquesta Reincidentes nos propusimos hacer algo, teníamos unos temas. De manera casual, en el jardín de mi hijo estaba también el hijo de Lulo (Esaín), ahí lo conocí. Se lo comenté a Fede y comenzamos a reunirnos, la música nos juntó. Fue un amor a primera vista, tocar durante horas y horas, a veces ensayando todo el tiempo un solo tema”.