La rueda de la fortuna, el disco anterior de Pájaro de Fuego, se destaca por su vuelo desenfrenado, instrumental y rabioso. Por una combustión sonora capaz de engendrar fantasmas y luego aniquilarlos con un rulo letal del Pipi Piazzolla, un guitar attack de Lucio Balduini o un cross de bajo en manos de Mariano Sivori. Música libre, de la suicidada por la sociedad, como pensaba un tal Luis Alberto Spinetta. Pero quien quiera encontrar algo de eso en Universo invertido ya puede ir desistiendo del intento. El nuevo disco de la agrupación que completan el todoterreno Esteban Sehinkman en sintetizadores, y (ahora) la cantante y compositora Mariana Bianchini es absolutamente diferente al predecesor. El único parecido está en el diseño gráfico de la tapa, y en las cuatro caras masculinas, que ahora convergen con lo más tangible del cambio: ella. “Yo vengo del mundo de la canción rock y la propuesta vino de parte de Esteban, cuando se separó Panza, mi grupo anterior. Nos juntamos un par de veces, me mostró una melodías, les puse letras, y una vez que estaban las temáticas encaradas, nos pusimos a trabajar para presentárselas a los muchachos”, explica la cantante, que le imaginó historias a siete de las nueve piezas del disco, y música a una de ellas: “Un solo de vals”. “Excepto Mariana, somos los mismos, pero con un trabajo que tiene otra concepción, porque lo anterior ya lo habíamos hecho y hay veces que hay que cambiar radicalmente”, resalta Sehinkman, autor de casi todas las músicas del trabajo que la banda mostrará en vivo esta noche en Thelonious (Salguero 1884).

–¿La adaptación entre la musicalidad de la banda y la voz fue aceitada, o hubo una transición complicada?

Esteban Sehinkman: –Hubo más de lo primero, porque los músicos son muy abiertos. Pese a que vienen del jazz, los vas a encontrar en distintos proyectos haciendo músicas sin fronteras. Además, todos compartimos lo generacional. Todos nos criamos escuchando las mismas radios, los mismos discos, y nos podemos acomodar mutuamente a lo que queramos. No hay nada forzado. El Pipi parece Bonham y Sivori más Lucio la rockean a morir, como cuando eran chicos y tenían su banda de rock. 

Mariana Bianchini: –Igual, cuando recién arrancó, medio que costó, porque en un momento tuve la sensación de que podía ser como la Yoko Ono de Pájaro de Fuego (risas); la mina que entra en un grupo de chabones que se conocen hace mucho y, bueno, hay una cosa rara. Pero no. Lo que pasó fue que nos cagamos de risa entrada. Los pibes la rockean y se prenden fuego. Escuchan la letra, escuchan lo que está pasando y entran ahí. Si al principio había algunas preguntas acerca de lo que iba a pasar, fuimos encontrando las respuestas enseguida. 

E. S.: –Nos estamos divirtiendo. No sé si alguna vez me divertí tanto en un proyecto como me está pasando ahora. Los shows son re-descontracturados.