El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer su apoyo a un proyecto de ley que podría reducir a la mitad la inmigración legal en el país durante la próxima década. La propuesta legislativa eliminaría el conocido sorteo anual internacional, a través del cual el gobierno entrega permisos de residencia conocidos como “green card” de manera azarosa y por fuera de los programas migratorios formales. Además, restringe el acceso de inmigrantes que no hablan inglés o tengan baja preparación laboral porque prima las habilidades frente al parentesco como criterio de acogida.
“Esto representaría la reforma más significativa a nuestro sistema de inmigración en medio siglo”, celebró Trump en un discurso desde la Casa Blanca en el que respaldó un proyecto de ley que había sido elaborado por dos senadores republicanos, David Perdue, de Georgia, y Tom Cotton, de Arkansas, que acompañaban a Trump en la presentación y encontraron en el presidente a su principal aliado. “Nuestro sistema migratorio no es justo”, criticó Trump durante la presentación de la propuesta, la cual, dijo, representaría la mayor reforma del sistema migratorio en medio siglo. “Prevendrá a nuevos inmigrantes de obtener ayudas sociales y protege a los trabajadores estadounidenses de ser desplazados por extranjeros”, insistió.
En la primera versión que elaboraron, presentada en febrero, calculaban que la adjudicación de green cards o permisos temporales de residencia que Estados Unidos concede, en torno a un millón por año, bajaría hasta un 50 por ciento a lo largo de una década. Hablar bien inglés, tener una alta cualificación profesional y contar con una oferta de trabajo bien pagada o un proyecto empresarial propio serán los principales requisitos para lograr un permiso de residencia o trabajo, frente al criterio de parentesco con algún residente legal en el país, que hoy es la principal vía de entrada a Estados Unidos
El fiscal general Jeff Sessions, uno de los miembros del gabinete estadounidense más criticado por Trump últimamente, fue uno de los primeros en apoyar el proyecto de ley, y aseguró que la iniciativa terminaría con el abuso ilegal de nuestros programas de beneficios públicos. Todavía es muy pronto para pronosticar si el proyecto tendrá el apoyo completo de las mayorías oficialistas que dominan las dos cámaras del Congreso. Sin embargo, hasta ahora la única gran iniciativa legislativa de Trump, la reforma de salud y la eliminación del sistema creado por su antecesor, Barack Obama, fracasó por las divisiones internas en las bancadas republicanas. El último intento fallido del oficialismo por eliminar el llamado Obamacare fue la semana pasada. Sin embargo, Trump ya superó el mal trago y lanzó ayer una nueva iniciativa que promete desatar un fuerte debate nacional.
Tomando como referencia el poco más de un millón de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos de manera legal en 2015, este proyecto, de ser aprobado este año, reduciría este número a casi 638 mil en el 2018 y a casi 540 mil en el 2028, según las proyecciones de sus promotores. “Se dará prioridad a los solicitantes que hablen inglés, puedan mantenerse financieramente a ellos mismos y a sus familias, y contribuyan a nuestra economía”, explicó Trump. Según el mandatario, cuyas medidas migratorias hasta ahora estuvieron dirigidas a limitar el número de extranjeros que ingresan al país, este nuevo proyecto de ley ayudará a crear un sistema de inmigración basado en el mérito, que reducirá la pobreza en Estados Unidos y aumentará los salarios y ahorrará a los contribuyentes miles de millones de dólares. Además, sostuvo que la iniciativa garantiza que los inmigrantes se asimilan en el país, tienen éxito y logran el sueño americano. El proyecto se llama Ley de Reforma de la Inmigración Estadounidense para un Empleo Fuerte (RAISE, un acrónimo que en inglés significa aumentar).
Uno de los cambios clave que propone es limitar la capacidad de los nuevos ciudadanos para patrocinar a otros miembros de su familia con el fin de emigrar a Estados Unidos, ya que, si se convierte en ley, los ciudadanos estadounidenses sólo podrán ayudar a emigrar a cónyuges o hijos menores de edad. Actualmente, los ciudadanos de Estados Unidos y residentes permanentes pueden patrocinar a una variedad de miembros de sus familias para obtener un permiso de residencia, incluyendo cónyuges, padres, hermanos e hijos adultos casados. El plan de Cotton y Perdue quiere reducirlo a los cónyuges y los hijos menores de edad no casados, aunque también autorizaría visas a padres ancianos, que dependan de sus hijos estadounidenses.
Otro punto que repercutirá en el mundo es la propuesta de limitar el número anual de refugiados a 50 mil y eliminar la lotería de visados, que asigna todos los años alrededor de 50 mil visas a ciudadanos de países que tradicionalmente tienen bajas tasas de inmigración a Estados Unidos. La lotería fue creada por el Congreso estadounidense en 1990 en parte para fomentar la entrada de inmigrantes irlandeses, aunque en los últimos años benefició sobre todo a ciudadanos de África. Varios países americanos (como México, Colombia, Perú, Brasil, El Salvador, la República Dominicana, Jamaica, Haití y Canadá) están excluidos de la lotería porque durante los últimos cinco años más de 50 mil ciudadanos de esas naciones emigraron a Estados Unidos, según explicaron fuentes del Departamento a Estado.
Hace más de dos semanas, Trump reconoció que, aunque le gustaría impulsar y aprobar “un plan integral de inmigración” para resolver la situación de alrededor de 12 millones de inmigrantes que viven en el país sin papeles, en su opinión, Estados Unidos no estaba listo para reforma de tal dimensión. “Nuestro país y las fuerzas políticas no están aún preparados”, aseguró el mandatario mientras viajaba en el avión presidencial Air Force One hacia Francia para su primera visita oficial a ese país europeo.
En vez de enfrentar las presiones que generan millones de personas que hace años viven, trabajan o estudian en Estados Unidos (un objetivo que muchos de sus antecesores, como Obama y George Bush, intentaron sin éxito), Trump buscará limitar a los futuros inmigrantes. Mientras los republicanos tienen una mayoría más holgada en la Cámara Baja y pueden perder el apoyo de algunos congresistas, no está claro que el proyecto pueda prosperar en el Senado, donde el oficialismo controla 52 de las 100 bancas. Allí, cada deserción puede significar la derrota , como demostraron los sucesivos intentos de eliminar la reforma de salud de Obama en los últimos meses.
Además, la presión civil seguramente será importante. Muchas de las grandes empresas de Estados Unidos se oponen a recortar la inmigración legal y advierten que eso podría dañar la economía, al excluir a extranjeros que suelen aceptar empleos peor pagos o más duros, como los del sector agrícola. “Varios estudios demuestran que castigar a las familias inmigrantes y limitar la inmigración solo perjudicaría el crecimiento económico y el potencial de nuestra nación”, advirtió ayer en un comunicado el líder del Partido Demócrata, Tom Pérez, y adelantó el tono del debate nacional que se viene en Estados Unidos.