María Eva Juárez habla rápido y dice las cosas con la contundencia de quien conoce bien su tema. A su alrededor todo es ajetreo y bullicio; miles de personas caminan apresuradas de un lugar a otro para ver y escuchar experiencias de salud comunitaria. Todas las salas del Congreso Provincial de Salud están repletas. También la que albergará a María Eva y sus compañeras, Andrea Jensen Mauro y Michela Medina. Su exposición será sobre implantes subdérmicos, unas varillas pequeñas y finitas que se colocan en el brazo con anestesia local: liberan progestágeno, una hormona, en forma continua y esto inhibe la ovulación. Este método anticonceptivo lo aplicaron a casi 700 mujeres en el Tren Sanitario, en solo dos semanas. María Eva resume su efecto con humor: “el procedimiento duele menos que un parto”.

El trabajo de los promotores y promotoras en salud comunitaria, formados durante un año en la Escuela de Gobierno en Salud Floreal Ferrara (una vez que terminan pueden hacer una tecnicatura), fue supervisado por dos médicas, Amalia Musso y Estela Sánchez e impulsado por la Región Sanitaria Vlll, del ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. María Eva destaca que una de las doctoras, Estela, interrumpió sus vacaciones para venir a Mar del Plata a colocar los implantes: “se quedó los 15 días con nosotras”, dice.

--¿Cómo empezó tu interés por la salud comunitaria?

--Empecé como promotora porque durante la pandemia en el 2020 estaba en la red de acompañantes a víctimas de violencia de género y nos integramos a los comités barriales de emergencia que se crearon en la ciudad para afrontar la situación. En ese contexto, nuestro trabajo territorial tuvo un impacto muy fuerte y el Ministerio definió que a la hora de abrir los vacunatorios estuviéramos nosotros. Nos convocaron para ayudar en esa construcción, que era una experiencia nueva en una situación también nueva en el mundo, como fue la pandemia.

--¿Qué hacías antes de convertirte en trabajadora de la salud?

--Me dedicaba a la militancia feminista y a “abuelar” (sonríe).

--¿Qué edad tenes?

--Sesenta y cinco años, pero me gusta mucho el trabajo del territorio y siento que puedo aportar desde mi experiencia, por ejemplo, cuando vino la propuesta para poner los implantes. Porque había que hacerlo en muy poco tiempo. Era una oportunidad única para las mujeres porque es un derecho en el que la verdad que muchas veces nos vemos vulneradas. En la ciudad de Mar del Plata no había implantes subdérmicos. Son una solución muy efectiva, principalmente para las adolescencias, porque a partir de los 13 años todas las mujeres y adolescencias pueden colocarse cualquier método anticonceptivo sin autorización de un adulto. Este les da cobertura por 4 años, garantizándoles no quedar embarazadas.

--¿Pensabas que en algún momento de tu vida ibas a encontrar una actividad como esta?

--No, realmente no. También en esta etapa de la vida hay mucho crecimiento personal, a partir de la capacitación que recibimos como promotores. Nos dieron un marco teórico para las acciones que eran naturales en nosotros, en el trabajo territorial que nos permite también llegar de otra manera a la gente y poder explicar mejor las cosas que podemos hacer si trabajamos todos en comunidad. Esa experiencia nos permitió estar frente a los vacunatorios. En mi caso coordiné uno durante todo este período y al finalizar nos propusieron integrarnos al trabajo dentro de la salud en el estado y yo elegí el de promotora, a pesar de mi edad, porque los promotores en general son jóvenes.

--¿Los implantes tienen algún tipo de impacto para el cuerpo de la mujer?

--No tiene impacto porque es una liberación de hormonas que se va haciendo de modo paulatino, lo que genera es la inhibición de la ovulación y eso da un poco más de libertad, porque muchas, la mayoría, se les corta el periodo menstrual durante un período prolongado, pero cuando se quita el implante pueden quedar embarazadas en cualquier momento. Se coloca en la parte interna del antebrazo del brazo que menos utilizas y lo podes tocar, o sea porque debajo de la piel, o sea que está bastante visibles. Es como un cablecito que se aplica con una pistolita. Se pone un poquito de anestesia y se coloca.

--¿Cuántos implantes colocaron?

--Nosotros colocamos, en el plazo de 10 días efectivos de trabajo, 679 implantes. Se acercaron 900 mujeres a buscar la información. Es una inversión muy grande que hizo el Gobierno de la provincia de Buenos Aires en esta colocación. Estamos en una gestión que busca que todos tengamos acceso al método anticonceptivo que elijamos. 

--¿Cómo fue el proceso de información y acercamiento de las mujeres?

--Sobre la base de la experiencia de construcción que tenemos hecha en los barrios, lo que hicimos fue comunicarnos con las responsables de las áreas de género para que ellas comunicarán a la comunidad que todas las mujeres que quisieran colocarse el implante podrían hacerlo. En estos días quedaron muchas mujeres a las que no pudimos colocarle el implante, pero confiamos en que lo podremos hacer en un tiempo próximo porque el gobierno provincial se comprometió a enviarnos los insumos. En ese punto tambión tenemos un reclamo para el intendente Montenegro que se debería acordar que las mujeres de Mar del Plata también tenemos derechos de acceso a los métodos anticonceptivos.

--¿Hay cobertura de este tipo en los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) que dependen del municipio?

--En los CAPS los compañeros trabajan con bastantes dificultades porque hay falta de personal, faltan muchos médicos, faltan especialidades, por ejemplo. Implantes subdérmicos no hay en general. Y si hay, los colocan en una franja etaria muy baja, no es para todas. Nosotros lo hicimos con una franja etaria más amplia, para las mujeres que no quisieran embarazarse en los próximos 4 años. En cambio, en los CAPS es para las más jóvenes, para adolescencias y hasta los 22 años colocan.

--¿Qué les dicen las mujeres cuando van a la consulta?

--Por lo general, llegan realmente muy preocupadas por la situación económica y social, y por esta necesidad de tener prevención, para maternar en el momento en qué una decide. Pero una vez que ya se realizó el primer contacto, la cosa cambia porque ven  que el acceso no es algo difícil, que era simplemente presentarse, hacer un taller, y  aprender todas las formas de cuidado para no contraer Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). El objetivo es que tengan una vida sexual libre, placentera y saludable.

--¿Qué sentís hoy, después de este recorrido, exponiendo en un congreso con tanta gente?

--Me siento muy orgullosa de mi trabajo y el de mis compañeros. Me toca exponer a mí, pero podría estar acá cualquiera de ellos, porque todos cubrimos un rol. En total somos 29 compañeros.

--¿Qué te gustaría hacer en el futuro en los barrios y qué crees que falta en materia de salud en Mar del Plata?

 

--Me gustaría poder llevar estos talleres que hacemos a los barrios, a las escuelas principalmente, porque es un espacio de construcción para que las niñeces aprendan todos los cuidados, no solamente sobre salud sexual y reproductiva, consumos problemáticos, alimentación saludable, sobre enfermedades silenciosas, como la diabetes, por ejemplo. Nosotros somos la herramienta para que el Estado llegue a esos lugares.

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