Lula da Silva partió de China este sábado, luego de una visita de tres días, revelando su fina estrategia geopolítica de reavivar el bloque de países emergentes BRICS –Rusia, Brasil, China, India y Sudáfrica-- con un mayor acercamiento a Beijing, reacomodándose a un orden mundial cambiante, donde se muestra como un líder activo con peso propio.

Lula se llevó de China una veintena de acuerdos comerciales y prodigó gestos simbólicos hacia Xi Jinping, una muestra de autonomía que podría generar rispides con Washington. Visitó plantas de la tecnológica Huawei --sancionada por EE.UU. al considerarla fuente de espionaje-- y cuestionó al dólar como moneda dominante, mientras pactó con China la promoción del comercio en yuanes. Esto podría poner en riesgo para Brasil un aporte monetario fuerte de EE.UU. al fondo para la protección del Amazonas, que hasta ahora le ha sido negado, acaso como estrategia de condicionamiento político.

Desde 2009 Brasil dejó de tener a EE.UU. como su principal socio comercial, papel que ahora juega China, lo cual explica la sintonía de Lula con Xi al establecer prioridades políticas.

En Shanghái, Lula asistió a la asunción de la ex presidenta Dilma Rousseff como jefa del banco de fomento de los BRICS y dijo: "Todas las noches me pregunto por qué todos los países necesitan hacer sus intercambios comerciales respaldados por el dólar. ¿Por qué no podemos comerciar con nuestra propia moneda?". Y no se trata de una pregunta retórica: esos cinco países juntos representan un 40 % de la población mundial y casi un cuarto del PBI mundial.

Lula señala a EE.UU.

El icono de la izquierda latinoamericana tuvo en China definiciones fuertes sobre la guerra en Ucrania: insiste en mantenerse neutral y defiende una salida negociada a través de una comisión mediadora de países independientes.
Antes de viajar a China, Lula ya había insinuado que Ucrania cediera la región de Crimea a Rusia y este sábado, pidió a Occidente y EE.UU. que dejen de enviar armas: "Es necesario que EE.UU. pare de incentivar la guerra y comience a hablar de paz", así como "la Unión Europea", aseveró a los periodistas. Por escrito, Brasil afirmó que "ve positivamente" la postura china respecto a la guerra, vista con desconfianza por Occidente por situar en el mismo nivel "a agresor y agredido".

Para Lula da Silva, "China tiene un papel muy importante, posiblemente el papel más importante. Ahora bien, otro papel importante es Estados Unidos". El jefe de Estado brasileño defendió su idea de crear un club de países "dispuestos a encontrar una manera de conseguir la paz", algo que ya transmitió a los presidentes de Francia y Estados Unidos, y al canciller alemán Olaf Scholz. Su tesis no despertó mucho interés en Occidente. Lula opina que "solo el que no está defendiendo la guerra puede crear una comisión de países y poner fin a esta guerra". En su opinión, se ha llegado a una situación "en la que los dos países --Rusia y Ucrania-- están con dificultades para tomar decisiones" y "es necesario que terceros países que mantengan buena relación con ambos", generen condiciones de paz. Y señaló que Brasil y China están dispuestos.

"Una sola China”

Lula le concedió una caricia al presidente chino al tomar partido en el diferendo entre China y Taiwán, al reforzar su posición sobre "una sola China", declarando que la isla “es una parte inseparable del territorio chino".
Lula también metió el dedo en la llaga ambiental: "Seguimos muy preocupados por el hecho de que la financiación para el clima aportada por los países desarrollados siga estando por debajo del compromiso de 100.000 millones de dólares anuales (...) Les instamos a que cumplan con sus obligaciones", manifestó en una declaración conjunta con Xi Jinping.

Ante posibles reacciones negativas a su acercamiento con China, Lula sigue la tradicional política exterior brasileña guiada por el pragmatismo: "Brasil tiene que firmar acuerdos con todos los países. No tenemos opciones políticas o ideológicas, seguimos el interés nacional".

Rusia es el principal proveedor de fertilizantes para el sector agrícola brasileño, que tiene a China como primer destino de sus exportaciones, un triángulo estratégico con dos potencias en el ojo del huracán.