Desde que se estrenó el documental "Amén, Francisco responde", en el que se la ve entregándole al Papa un pañuelo verde, símbolo de la lucha por el derecho al aborto, Milagros Acosta recibió “un montón de testimonios” en sus redes sociales de personas que se han identificado con la forma en que ella vive la fe y la religión. Catequista, oriunda de Santiago del Estero, “Mili” es la única argentina que participa del film donde el Papa habla con diez jóvenes de distintos países de habla hispana sobre temas de actualidad. Tiene 23 años, es hija de una empleada doméstica y forma parte de la Red de Jóvenes de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina. En diálogo con este diario, contó entretelones de la filmación, lo que hizo Francisco con el pañuelo verde, sus impresiones sobre el Sumo Pontífice, y el proceso personal que la llevó de reuniones para participar de marchas “provida” a asumirse como creyente y feminista. “Ser feminista me ha dado más libertad. Me ha hecho una persona más empática”, dice.
El viernes viajó de Santiago del Estero, donde vive, a la sede de CDD en la ciudad de Córdoba. Desde allí --de manera virtual-- conversó con esta cronista.
Tienen voz dulce y los cabellos oscuros, lacios, largos, como se la ve en el documental. Dirigido por dos españoles, Jordi Évole, también periodista, y Màrius Sánchez, el film se entrenó el 5 de abril en la plataforma Disney+.
“Me veo en el documental y no me reconozco cómo he logrado plantarme y poder expresarme con tanta libertad. Suelo tener una personalidad mucho más tímida. Pero al escuchar la tonada de él, los chistes argentinos, me ha generado cercanía, tal vez distinta a la que le pudo provocar a los demás. Y entonces, no lo he tomado como un peso tan grande sino como una conversación entre dos personas”, cuenta. La argentinidad al palo.
Nació en la localidad santiagueña de Los Juríes. Es la menor de cuatro hermanos. Se recibió como profesora de nivel inicial pero trabaja en un comercio, es catequista y a veces da clases de apoyo escolar en su casa.
Supo que hablaría con el Papa un mes antes de viajar a Roma, acompañada por su madre. Pero para ser elegida una de las protagonistas del documental, tuvo que atravesar un proceso de “casting” de tres meses, en los que fue pasando por distintas entrevistas. A los demás jóvenes los conoció dos días antes de la filmación, y recién con las cámaras prendidas, en el momento de la grabación, todos supieron cuáles serían las preguntas y los temas que cada unx abordaría. Antes, no tenían permiso para comentar nada entre ellxs.
“Estábamos todos muy ansiosos. Francisco llegó despacito. Lo he visto como una persona mayor, con problemas de rodilla, con mucho esfuerzo para llegar al lugar donde estábamos. La expectativa era cómo entraría: ¿Enojado, más canchero? No sabíamos cómo le haríamos las preguntas porque todos teníamos preguntas picantes. Pero cuando llegó todos nos relajamos”, señaló.
Con voz firme, por momentos emocionada, muy sólida en sus planteos, Mili le pregunta al Papa por qué la Iglesia Católica sigue condenando a aquellas mujeres que, en ejercicio pleno de su autonomía y de su libertad de conciencia, deciden abortar. Desde la escucha atenta, defendió la posibilidad de acompañar respetuosamente esas decisiones. Y le entregó el pañuelo que identifica a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. “Sentía que no estaba preparada. He ido y ha salido lo que tenía en mi corazón”, dice sobre su intervención.
--¿Qué hizo Francisco con el pañuelo verde cuando se lo diste? –le preguntó este diario.
--Yo miraba donde estaba el pañuelo. En un momento lo pierdo de vista. Me pregunto quién se lo ha llevado. Y el Papa busca en un bolsillo su pañuelo para secarse la transpiración o las lágrimas, no recuerdo, y saca el verde. Se confunde. Lo mira y lo vuelve a guardar. 'Ah, se lo ha guardado él', me digo. No se lo llevó nadie. Me quedé tranquila --recuerda Mili. Dice que cuando se lo dio, sintió gran emoción: “Una emoción no individual, mía, sino colectiva”.
Entre sus preguntas, interpeló al Sumo Pontífice sobre por qué las mujeres siguen sin poder ocupar lugares de jerarquía dentro de la iglesia. “Si no fuera feminista, ¿sería mejor cristiana?”, preguntó, al recordar el largo proceso que le llevó a ella nombrarse feminista y creyente. Mili hizo ese camino al sumarse, con sus dudas, a la Escuela Juvenil feminista Enredades, un espacio de pensamiento y acción colectiva de CDD. Su participación en la película surge a partir del pedido de la productora a la entidad.
--¿Cómo lo viste al Papa?
--Lo sentí abierto a la escucha.
Fueron cinco horas de grabación. La conversación con el Papa duró unas cuatro horas y 20 minutos, dice Mili. “Lo que se ha visto es muy poco de lo que se filmó”, agrega. Afuera del documental, apunta, quedaron “temas muy polémicos” seguramente --especula-- porque las respuestas del Papa “no han sido muy favorables a él”. No quiere agregar más sobre este punto. No puede. Por un contrato de confidencialidad que tuvo que firmar con la productora, no está autorizada a dar detalles.
Mili cuenta que nació en una familia creyente pero no practicante de la religión. “Sí se bautiza a los sobrinos pero no son de ir a misa los domingos. Yo sí tenía la necesidad desde muy chica de ir a catequesis. Rezar era una conexión única, que la siento todavía, y me ha salvado en un montón de situaciones feas”, cuenta.
--¿Cómo te hiciste feminista?
--Para mí ha sido un tránsito súper complejo, de desequilibrio constante, ha sido parte de crecer, del pasaje de la adolescencia a la juventud y ha sido con mis compañeras de Enredades. Yo ya tenía todas las dudas puestas. Solo buscaba una forma de vivir mi fe de una manera distinta.
A ese grupo juvenil de CDD llegó luego del debate por el derecho al aborto de los últimos años. En la comunidad de su parroquia participaba de reuniones donde planteaban sumarse a marchas “provida”. “Yo no quería ir. 'No voy a ir', me decía para adentro. Si bien no alzaba la voz, prefería no opinar, pero sí volvía apenada a mi casa por los discursos que escuchaba. Para mí no iban con lo que debería ser la Iglesia y cómo se debe vivir la fe de Dios. No entendía por qué juzgaban, por qué señalaban de esa manera a las mujeres que abortaban en esas reuniones y también en la misa. He estado a punto de dejar de participar dentro la parroquia”, cuenta. También dice que su educación le ha permitido conocer la historia de la Iglesia y de cuántas cosas ha sido cómplice. “Y la verdad es que quiero vivir la vida con Dios pero no quiero ser cómplice de esta institución, me decía. Y ahí es donde encontré a Católicas por el Derecho a Decidir. Y con ellas he podido seguir en la iglesia y posicionarme como católica y feminista. He tenido la bendición de que en mi parroquia no me han cerrado las puertas, si bien no están de acuerdo con mis pensamientos. El Papa tiene esa mirada de decir “no a la exclusión”, no por pensar distinto o vivir la vida de manera diferente no mereces el amor de Dios”, dice.
--¿Qué repercusiones tuviste luego del estreno del documental?
--El aborto ha sido uno de los temas más polémicos. En mi instagram personal me han llegado solicitudes de mensajes con testimonios muy duros y muy valientes que me dicen: “Mili, me he alejado de la Iglesia y hoy creo que me vuelvo a conectar con la fe de Dios”; o “Pensé que no merecía el amor de Dios y me has hecho dar cuenta que sí”. O, “No soy creyente pero de todas formas tu testimonio me ha ayudado a entender que hay personas que miran la Iglesia de otra manera”. Otras personas me han dicho que participan de la Iglesia y les pasa lo mismo que a mí y no encontraban cómo llevar estos dos polos: de luchar por los derechos humanos, por la inclusión y la dignidad de las personas y la fe. Y eso es lo que nos enseña Jesús: ir tras la justicia. Eso es lo que me hace sentir tranquila: de estar de este lado del pañuelo verde.
--Le preguntaste sobre el rol subalterno de las mujeres en la Iglesia Católica… ¿pensás que alguna vez podría haber una Papisa?
--No creo que esté viva para verlo. Si el cielo existe, que me manden un mensaje cuando suceda --dice y se ríe.