A 441 años de su fundación a manos de colonizadores enviados por la corona española, luego de arduas batallas que le antecedieron e inclusive sucedieron al 16 de abril 1582, la fundación de la Ciudad de Salta por parte de Hernando de Lerma, sigue siendo motivo interesante de análisis, incorporando matices a contrapelo de la historia oficial, que en otros momentos se obviaban y que hoy toman cada vez mayor centralidad.
En este sentido, la historiadora de la Universidad Nacional de Salta Bárbara Aramendi pone blanco sobre negro en determinadas cuestiones poco exploradas, en muchos casos ocultadas o solapadas, por la historia hegemónica.
-No se puede comenzar a hablar sobre la fundación de Salta sin tener presente a los pueblos originarios, las resistencias, y las guerras calchaquíes, entre otros, ¿cómo eran los años previos al 16 de abril de 1582?
-Hay todo un proceso previo a la fundación que tiene que ver con el reconocimiento del territorio. Es un proceso que empieza en 1535, que es la primera vez que se introducen los españoles en esta región, específicamente los Valles Calchaquíes, con Diego de Almagro. Una década después viene Diego de Rojas, que es quien reconoce gran parte del territorio. Pero la fundación de Salta es en 1582, o sea que hay un periodo previo de reconocimiento que tiene que ver con un grupo de españoles que, en principio, se hallaban situados en el Cuzco y a partir de los problemas entre pizarristas y almagristas, salen en expediciones para ver si se encuentran otros territorios que tengan algún tipo de riqueza. Claro que también siempre está el objetivo de la conquista.
Entonces hay, antes de la fundación, un largo proceso de reconocimiento territorial y por supuesto, el encuentro con los pueblos originarios, que en esta zona siempre fueron enfrentamientos, no hay un encuentro amistoso. De hecho, a Diego de Rojas lo matan con una flecha envenenada. Estas escaramuzas son permanentes con los pueblos del Valle Calchaquí.
Y la fundación de Salta se da después de que se fundan varias ciudades: después de Córdoba, de Santiago del Estero... entonces Salta no es de las primeras. De hecho, se pueden pensar como dos corrientes fundadoras, una en la cual los adelantados, que eran las personas que tenían el permiso para conquistar y explorar, estaban buscando un camino entre el Alto Perú y el Atlántico. O sea que las primeras ciudades que se fundan en esta región tienen esa idea. Pero después, una vez que empieza la gran explotación de las minas de Potosí y que Toledo es nombrado virrey, digamos que cambia la política y es una decisión de la corona y del Virrey Toledo, empezar a fundar ciudades ya no para seguir el camino hacia el Atlántico, sino para tener núcleos poblacionales que puedan producir mercancías, vestimenta, y todo lo que sea necesario para la gran cantidad de población que se estaba asentado en Potosí. Entonces se le da la espalda al Atlántico y se busca que haya núcleos que puedan abastecer a Potosí y su gran densidad poblacional, ya que era mucha gente trabajando en las minas, y que por su situación geográfica no podían producir el alimento para toda esa cantidad de gente. Entonces Salta se funda con ese objetivo.
-Hablabas de los Valles Calchaquíes, pero luego la ciudad de Salta es fundada, tal como la conocemos hoy, en otra zona. ¿Cómo fue el recorrido?
-Es un tema bastante extenso, porque hay un reconocimiento del Valle Calchaquí y fundaciones que no prosperan. Por ejemplo, en 1551 se funda lo que se llamó Barco II en los valles, y en 1559 Córdoba de Calchaquí, cerca de San Carlos. Hay que decir que la población de ese valle no es población Calchaquí, este es un nombre que le determinan los españoles a un gran grupo de distintas poblaciones originarias que tienen una lengua en común que es el kakán, pero tienen sus especificidades, no son un solo pueblo, son diferentes grupos. Sin embargo, frente a un ataque mayor, estos grupos tuvieron la posibilidad de unirse para enfrentar enemigos. Digamos que las primeras intenciones de fundación son en esa región pero no prosperan, justamente porque los pueblos originarios se enfrentan con los conquistadores. Y finalmente, pero eso es un poco más tarde, se decide la fundación en el valle hoy conocido como de Lerma.
-¿Esta unión de pueblos originarios es lo que se conoce como Confederación Diaguita?
-Claro, porque frente a la invasión tienen la capacidad de unirse, no porque fueran un solo pueblo sino porque tienen esta capacidad de confederarse frente a riesgos comunes. Ahí surge Juan Calchaquí, que es un jefe supraétnico, es decir que tomó la voz cantante o el liderazgo, pero frente a este riesgo en común que tenían todos los pueblos de la zona.
-Antes de la fundación de Salta hubo intentos anteriores...
-Cabrera, fundador de Córdoba, tenía órdenes de fundar una ciudad en el Valle de Salta para garantizar la pacificación de la región. Luego Gonzalo de Abreu lo intenta y fracasa. Cuando se funda la ciudad con Lerma, se funda de una vez y para siempre. Lerma de alguna forma también resiste al sostener esa fundación, hay crónicas que mencionan que se trata de una población sumamente empobrecida que no tiene vecinos, que los vecinos son de las ciudades de los alrededores, y que Lerma tiene que asentarse para dar el ejemplo y para que no se vayan los pocos que estaban sosteniendo. Incluso 60 años después de la fundación hay un raconto que dice que hay 60 casas y que la ciudad tiene un estado miserable. O sea, la tienen que luchar mucho y sostener las fundaciones, porque la mayoría no son ciudades que se fundan e inmediatamente prosperan, eran procesos muy largos de construir, mantener y sostener.
-No se puede entender a Lerma sin el Virrey Toledo. ¿Cómo se puede explicar la situación?
-Lerma es nombrado gobernador del Tucumán y lo sucede a Abreu, y como en ese momento estamos en un periodo de construcción del imperio, que es muy primigenio y de luchas que están siempre presentes, al principio son muy fuertes, son luchas facciosas de enfrentamientos hacia el interior de las huestes. Por ejemplo, Lerma lo tortura a Abreu y lo termina matando, es como que cada gobernador que llega tiene un destino violento. Esto era lo que pasaba es que entre los mismos conquistadores o adelantados que había en estos territorios, era una gran lucha por la mano de obra. Entonces cada vez que se desposeía o este terminaba un mandato, el gobernador siguiente lo que hacía era tratar de quitarle las encomiendas que hubiera tenido el gobernador anterior y la de sus allegados para volver a repartirlas. Es un proceso muy sangriento y conflictivo incluso al interior del grupo conquistador.
-¿Qué se puede reconstruir de lo que sucedió el 16 de abril de 1582?
-Lo que sí sabemos es que existía un protocolo de fundación. Una vez que se elige el sitio, se plantaba la picota de la justicia, se repartían los solares, que son las tierras alrededor de lo que va a ser este la plaza principal, o Plaza de Armas, y después también se constituía el Cabildo al tiempo que se separa un espacio para la Iglesia. Siempre el grupo fundacional está acompañado, por lo general, por un representante de la Iglesia. Aunque también las huestes no son sólo hombres o españoles, a veces hay mujeres, hay indígenas, hay negros. Había todo una simbología también: el líder daba golpes con la espada en el suelo junto a la picota de la justicia, porque el acto fundacional tiene un carácter sagrado, entonces se celebra una misa, en el centro una imagen y después se distribuían las tierras, también las encomiendas. Por supuesto que no era para todos por igual, el jefe de la hueste, los principales, recibían las mejores tierras y de ahí en más se les iba dando a los otros, más alejados y muchos ni tenían encomiendas, simplemente los principales, los que habían puesto más dinero, o los que tenían el nombramiento de la corona.
-En el tiempo posterior a la fundación, ¿cómo resultó la convivencia en el territorio?
-Había luchas bien fuertes sobre todo entre gente que tenía cargos, entre conquistadores. También sucedía entre las huestes de los conquistadores que consideraban que no habían sido lo suficientemente premiados, y se tomaba la decisión de que se fueran a explorar otros territorios, no solamente para conformarlos, sino también para que no se generaran grandes disturbios nuevamente. Ese proceso tiene un nombre y se llama "descargar la tierra", cuando la gente está disconforme con lo que le ha tocado y están esperando algo mejor, se les daba la posibilidad de irse a explorar, a fundar.
Pero volviendo a la pregunta, una vez que la ciudad está fundada, uno calcula que habrán tenido que empezar la construcción de los edificios, del Cabildo, de la iglesia y no era un proceso fácil porque además Salta, por ejemplo, sigue siendo atacada por indígenas también de la de la frontera este, que es una región donde la conquista fue inconclusa. Porque hoy el Chaco es el lugar donde todavía existen pueblos originarios que mantienen muchas de sus costumbres y reproducciones materiales, es una zona que nunca terminaron de conquistar y desde esa frontera también Salta recibe ataques.
Entonces, por ejemplo, el último ataque que recibe la ciudad de Salta es a principios del siglo XVIII. O sea que si uno calcula que durante todo el XVII hay enfrentamientos y hay ataques, no fue nada fácil, y la resistencia Calchaquí duró más de un siglo, empieza a mediados o del XVI y termina en alrededor de 1660. Es un pie de guerra permanente con los pueblos calchaquíes que no quieren ser dominados. En ese proceso pasa de todo, hay negociaciones, enfrentamientos, porque es más de un siglo. Como ejemplo, Juan Calchaquí estaba bautizado porque si no, no podría llamarse Juan. Entonces hay muchas negociaciones en el medio y también algunos pueblos que terminaron decidiendo, ya sea por por las buenas, por las malas, porque no les quedó otra, o porque consideran que era lo mejor, apoyar a los españoles como es el caso de los Pulares. Entonces hay un proceso largo que es conflictivo. Por eso esta región siempre va a necesitar un gobernador que sea militar, porque se evidencia la frontera con un enemigo, que durante un siglo fue con los calchaquíes, pero que después van a hacer los pueblos del Chaco.
-¿Qué se sabe del destino de Lerma?
-Lerma termina preso en Madrid, sin un centavo. Sin ahondar en detalles del caso, para el antiguo régimen no era tan descabellada la situación, porque después de que cada gobernador, virrey, corregidor o lo que fuere, terminaba su mandato y se decidía que fuera reemplazado por otra persona, la corona mandaba hacer lo que se llamaba un “juicio de residencia”. Entonces en ese momento todo el que tuviera quejas contra la gestión de ese representante del rey, podía presentarlas y se iniciaban verdaderamente juicios eternos. Yo he visto uno de 5000 folios donde se presentan los testimonios, hablan las personas… entonces muchos de esos juicios podían terminar con una condena al representante del rey, y seguramente es lo que le pasó a Lerma. Estamos hablando de una sociedad y de un sistema político y judicial que era así, y también no era descabellado que después de juzgarlos y ponerlos presos, se siguieran presentando otras instancias y después fueron liberados y hasta premiados. O sea, no es loco ese camino de Lerma, de gobernador y fundador a preso. Sin ir más lejos, Lerma tortura y después mata a su antecesor… es obvio que alguien se iba a quejar.
-En las primeros años de la fundación existen muchas tensiones. ¿Cuales cree que todavía tienden puentes con el presente y que no supimos o pudimos resolver?
-Claramente, el tema de la preexistencia de los pueblos originarios. O sea, esa tensión es una tensión que vemos hoy latente. Vemos como la Cámara de Diputados de Mendoza decreta que los mapuches no son pueblos originarios de Mendoza. Digamos que no pudimos resolver la pelea y la lucha por la tierra, y tampoco la pregunta, ¿quién es de aquí y quién no? Eso está muy presente. Se ve que esa tensión no se ha saldado porque si no, no tendríamos todavía pueblos originarios pidiendo por sus tierras y parte de la población identificada con la hispanidad, o con una identidad no originaria, aunque la tengan, no queriendo otorgarles esas tierras. Heredamos problemas muy complejos que hunden sus raíces en la conquista.