El diputado nacional Roberto Mirabella recibió esta semana el diploma de candidato a gobernador del oficialismo por el que tanto pugnó. No hay otra manera de interpretar los gestos del acto de presentación de su libro Defendamos Santa Fe al que concurrió el gobernador Omar Perotti (autor del prólogo además) y la casi totalidad del gabinete provincial incluida la vicegobernadora Alejandra Rodenas. Todo en el marco dado por el bellísimo auditorio del Museo de la Constitución en Santa Fe, una moderna edificación que se usa menos de lo pensado aunque evoca el pasado de enorme peso nacional e institucional que tuvo este territorio.

Todos sabían que Mirabella era el preferido de Perotti. Es su hombre de confianza por casi 30 años, pero nunca lo decía hacia afuera ni hacia adentro. Y lo había postergado ya en otras candidaturas. El gobernador a todos los precandidatos del peronismo los instaba a “caminar la provincia” que es lo mismo que una palmada en la espalda. Mirabella también recibió desde el comienzo ese consejo pero sabía que más allá de su cercanía al mandatario debía convencerlo con acciones concretas y resultados. Nadie desconoce la performance electoral que las encuestas le otorgan al diputado nacional del Frente de Todos que aún tiene un grado de conocimiento bajo en el sur santafesino. Pero también saben que esos bajos guarismos cambian cuando en lugar de Mirabela se pregunta por “el candidato de Perotti”.

Las candidaturas también se construyen en la adversidad. El peronismo santafesino sabe, lo mismo que a nivel nacional, que no la tiene fácil para este turno electoral. Pero también sabe que es el peronismo y que parte de un piso histórico que aunque en merma, empieza a gravitar cuando se encuentran nombres para las postulaciones.

Si algo sabía Mirabella desde el principio era que su precandidatura era la del “patito feo”. Que además de estructura y recursos -que es el único que los tiene en buena medida- necesitaría convencer a su jefe político de lo que era capaz. Aún lo intenta con mucho esfuerzo pero ha logrado remarcar que en caso de que toque perder, es mejor hacerlo con uno bien propio.

Es el camino inverso al que le tocó y eligió resignado seguir el senador nacional Marcelo Lewandowski que tiene la mayor proyección electoral de todo el peronismo, pero no consiguió hasta ahora el apoyo irrestricto de Perotti. Lewandowski tiene un grado de conocimiento tal en la provincia que le permite llevar su decisión final hasta la raya. “En diez o quince días más daremos a conocer la decisión de parte de nuestro sector”, dijo este viernes por radio. Esto lo lleva hasta el 29 o 30 de abril, unos doce días antes del cierre de listas.

Pero una gran parte del peronismo no tenía ese handicap y aceleró como Mirabella, y Roberto Sukerman en Rosario donde cerró un acuerdo con Juan Monteverde de Ciudad Futura que -como lo señaló en su momento Rosario/12- se convirtió en toda una novedad política con consecuencias internas y para el resto de las fuerzas también. Los pasos que tuvieron que dar los precandidatos a intendente no sólo incluyen coincidencias programáticas e ideológicas sino también los cálculos prácticos que en la política nunca deben faltar: Tanto Sukerman como Monteverde se ven ganadores en esa Paso acordada, si no el acuerdo hubiese sido imposible como sucedió en 2019 cuando Pablo Javkin se quedó con el triunfo por la escasa diferencia de siete mil votos.

También el PJ y Ciudad Futura observan que ambos pueden ampliar su base electoral para un lado y para el otro e incluso tentar a desilusionados sufragantes del socialismo que ven espantados cómo su partido se encamina derecho a una alianza con el macrismo. No es la mayoría, por supuesto, pero con un porcentaje alcanza para sumar. Dependerá también de si Enrique Estévez acepta disputar la intendencia por su partido.

Por eso Monteverde se encargó de señalar que con Sukerman y el peronismo “tenemos nuestras diferencias, pero para ninguno de los dos los Derechos Humanos ‘son un curro’”, en obvia referencia a la aclaración que tuvo que hacer Javkin el último 24 de marzo para desmarcarse de la temeraria afirmación del expresidente Mauricio Macri.

Fue el Movimiento Evita el que dio el primer paso para confluir con Ciudad Futura. Y fue el futuro frente de frentes con su paso acelerado hacia la derecha el que facilitó las cosas. Como ellos mismos dicen “acá hay dos barcos, a uno de ellos hay que subirse y no es para nosotros el barco del peronismo”, política real cruda y dura. En ese marco Monteverde y Sukerman creen que “le facilitamos las cosas a la gente. Creamos un espacio amplio y competitivo para aquellos que creen que se puede dar una pelea para cambiar las cosas, fortaleciendo al Estado y convocando a todos a dar batalla”. En dos pasos lograron una épica que del otro lado no está. ¿Alcanza para ganar la ciudad? No es tan claro, pero es un discurso que hoy nadie desarrolla en medio de tanta resignación.

El Evita mantiene a Eduardo Toniolli como candidato a gobernador y se centra en la postulación de Lucila De Ponti para su reelección en la Cámara de Diputados de Santa Fe. Este esquema también facilitó las cosas para el acercamiento con Ciudad Futura. Por su lado, Leandro Bussatto sostiene su postulación para la gobernación marcando diferencias claras con Mirabella y Perotti al señalar que al peronismo productivista de hoy en Santa Fe “hay que sumarle un peronismo redistributivo porque si no tenemos una provincia cada vez más rica pero también con cada vez más pobres”.

Más sutiles son las diferencias que indica Marcos Cleri que sabe que su postulación como precandidato a gobernador está anclada en Cristina Kirchner. Y en ese sentido proyecta “alinear a la provincia de Buenos Aires con la de Santa Fe y de ahí impulsar una potencia enorme para cambiar al país”. Es decir, la contracara del localismo extremo que marca Mirabella cuando asegura que los santafesinos “no votan delegados de Buenos Aires”. Cleri sin embargo evitó los enfrentamientos internos en la provincia y hasta tiene buen diálogo con el gobernador Perotti y algunos jefes comunales de las distintas regiones.

Por su lado, el Frente Amplio Soberano que lideran Carlos Del Frade, Eduardo Di Pollina y Fabián Palo Oliver entre muchos otros intentará no ser un mero sello testimonial y también creen que votantes desilusionados del resto de las fuerzas confluyan hacia una propuesta progresista. Aquí la matemática no alcanzó para sumarlo a Rubén Giustiniani que intentará renovar su banca por su lado. No son diferencias ideológicas sino más bien distintas miradas sobre los espacios en disputa.

Otro entendimiento de los últimos días es el que alcanzaron los diputados peronistas Luis Rubeo y Oscar “Cachi” Martínez. Una vez que comprendieron que juntos eran más fuertes que separados, avanzan en un territorio peronista al que Perotti marginó desde un principio. Por eso les espera también una dura batalla con las distintas listas de precandidatos a diputados provinciales del PJ.