Siempre es una buena noticia la publicación de una novela de Sándor Márai, especialmente cuando se trata de una de las más ambiciosas pero menos conocidas aquí del célebre escritor húngaro: Los celosos. (cuya primera edición en español es de 1949 y acaba de ser reeditada por el sello Salamandra).
Suerte de fresco de época y portadora de una fabulosa galería de personajes que desfilan por sus más de 400 páginas, la novela disecciona la complejidad de las relaciones familiares en el escenario político y social de la Europa de entreguerras, atravesada por la desintegración del imperio austrohúngaro, que dejó al país sin parte de su territorio y a una clase social, la burguesía (de la que Márai era uno de sus más distinguidos y cosmopolitas representantes), condenada a la extinción.
En la trama urdida por el autor de El último encuentro, el patriarca de la dinastía Garren está en el lecho de muerte. Para los hermanos de la familia ha llegado la hora de volver a su ciudad natal y reunirse en el hogar de su infancia. Pronto descubren que su único nexo de unión es la figura del padre y se preguntan entonces si su muerte significará el final de la familia. Los celosos fue considerada por parte de la crítica como Los Buddenbrook (Thomas Mann) de la literatura húngara.
Algo de la esencia de esta novela es explicada por el propio Márai en su autobiográfica Confesiones de un burgués: “Quizá sea éste mi destino y mi deber como escritor: retratar la desintegración de esa burguesía en la que nací y a la que llegué a comprender a través del escrutinio de sus raíces más hondas y hoy cada vez menos visibles”.