¿Cuántas veces puede una localidad torcer un destino? Tantas como sea necesario. La historia de Pipinas es la historia de la Argentina del último siglo: del florecimiento industrial a la decadencia, de la destrucción de su capacidad productiva a la reconversión al turismo y los servicios. Más cerca en el tiempo, el pueblo vivió del proyecto Tronador, una familia de cohetes espaciales desarrollada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, que comenzó durante el gobierno de Cristina Kirchner, cerró abruptamente en la gestión de Mauricio Macri y reinició con la gestión del ministro Daniel Filmus durante la administración de Alberto Fernández. En el medio, la gente, las historias, la angustia de la emigración forzada y la esperanza que renace.

Dicen que "las Pipinas" era el sobrenombre de unas hermanas, cuya familia explotaba uno de los tantos tambos de la zona y cada día se acercaba al tren a cambiar tachos vacíos por otros llenos de leche, con destino a La Plata. La formación del ferrocarril también paraba en Las Tahonas, a cargar la producción local de peras y manzanas. Corría 1913 y ese pequeño conjunto de casas ya era conocido como Pipinas.

Durante veinte años el rumbo no viró. En 1936, un ingeniero cordobés viajó hacia tierras puntaindienses con el fin de testificar un secreto a voces: Pipinas se encontraba sobre un inmenso yacimiento de conchillas calcáreas. Tres años después, el horno de Corcemar, la Corporación Cementera Argentina, encendió sus llamas y fogoneó el crecimiento de todo un pueblo.

En los primeros años de la década del treinta, Corcemar construyó una planta, cuyas chimeneas se divisaba a varias leguas de distancia. Fueron mil los trabajadores, inmigrantes ellos en su amplia mayoría, los que viajaron para desarrollar sus tareas dentro de la cementera. Durante los primeros días, incluso dormían dentro de la fábrica. Pero para vivir en condiciones medianamente dignas, aquellos hombres necesitaban sus casas propias. En consecuencia, alrededor de la cementera se construyó el pueblo como tal.

Corcemar y Pipinas, casi como dos destinos gemelos, crecieron durante dos décadas al amparo de políticas que impulsaron el mercado interno y la sustitución de importaciones. El asentamiento de la Cementera Corcemar fue la fuente, ya que además de las viviendas, cedió parte de sus tierras para cobijar instituciones como el destacamento policial, la sala de primeros auxilios, la escuela primaria, el jardín de infantes o el centro deportivo, donde daba becas a hijos de sus empleados para que puedan viajar a estudiar. La presencia de la cementera, en sintonía, movilizó en absoluto toda la economía de la zona.

La caída

Por aquellos años Pipinas llegó a tener casi cuatro mil habitantes. En los cincuenta, la planta fue adquirida por Alfredo Fortabat y pasó a llamarse Loma Negra. El nivel de actividad, y con él la población, cayó con la dictadura y las políticas económicas de José Alfredo Martínez de Hoz. Pero nada los había preparado para el mazazo que significaron los noventa.

A partir del año 1994, cuando Corcemar vendió definitivamente sus tierras, comenzó la desarticulación de la fábrica para con el pueblo. Loma Negra, empresa en manos de Amalia Fortabat para ese entonces, adquirió el espacio ocupado anteriormente por la cementera y recortó un 50% la cantidad de trabajadores. Esto impactó de lleno en la comunidad que se vio definitivamente desbastada en el año 2002 cuando Loma Negra cerró sus puertas. Años más tarde, Fortabat la vendió a la brasileña Holcim, que no compraba para producir sino para desmantelar y alcanzar posición dominante en la región. Pipinas quedó un pueblo fantasma. De la cementera, nada.

Muchos pobladores debieron emigrar hacia otras sucursales de la empresa, los jóvenes se fueron a formar educativamente a otros destinos y los pequeños comerciantes locales lo sufrieron profundamente: quedaron tan solo novecientas personas. El pueblo se volcó a la ruta 36, para brindar servicios al turismo que pasaba por ahí con destino a la costa atlántica. Los que quedaban, vivieron de vender combustible, alfajores, salames y artículos regionales. Con la inauguración de la autovía 2, el tráfico decidió emprender otro camino y el éxodo recomenzó. Pipinas fue Radiador Springs, el pueblo abandonado de la saga Cars.

A partir de ahí, los pipinenses vivenciaron la década más difícil de toda su historia. El amor por su lugar y el peso de la historia, no iban de la mano con la realidad fantasmagórica que atravesaban. A través de la Cooperativa Pipinas VIVA, los vecinos que quedaban restauraban las instituciones abandonadas. Nada parecía solucionar el problema de raíz, pero con la con la asunción del intendente Hernán Y Zurieta en el 2011, el resurgir de Pipinas se posó sobre el tapete y fue una de las prioridades de la gestión del actual administrador de la Dirección de Vialidad de la Provincia de Buenos Aires.

El renacer

Con el inicio del Proyecto Tronador II, en el 2012, finalizó la desolación y la falta de desarrollo y progreso para Pipinas. El Proyecto Tronador II es un programa compuesto por una serie de cohetes espaciales, perteneciente a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales de la Argentina (CONAE) y desarrollado junto a la empresa VENG. S.A. A su vez, este proyecto se dio en el marco del Programa de Investigación y Desarrollo de Medios de Acceso al Espacio del Plan Nacional Espacial y su objetivo se basó en poner en órbita satélites que permitan observar la tierra con aplicaciones pacíficas.

Los primeros días de trabajo del proyecto comandado por CONAE se realizaron en la Base Aeronaval de Punta Indio. Una vez lograda la compra de los terrenos que tenían como dueño al español Antonio Sacido, el trabajo pasó a llevarse a cabo en tierras pipinenses. Más allá de la importancia en materia estratégica para el gobierno nacional, localmente el Proyecto Tronador tuvo como objetivo principal el resurgimiento de Pipinas a nivel económico y social ya que, tanto el polo espacial como el emergente punto turístico, son actualmente la fuente principal de trabajo para la población.

En sus inicios, los jóvenes comenzaron a trabajar en el stand del Tronador ubicado a la vera de la ruta 36 y para ello recibían capacitaciones de promoción previas. Esto generó nuevos puestos de trabajo, que fueron ocupados prioritariamente por habitantes locales, tanto de Pipinas como del resto del distrito de Punta Indio, quienes ocuparon puestos vacantes. A su vez, la mano de obra especializada en materia aeroespacial provino preferentemente de Córdoba.

A principios de 2014, desde el Centro Espacial Punta Indio se realizó la primera prueba de un vehículo experimental que fue denominado “Vex1A” y que tenía como objetivo “verificar el sistema de navegación guiado y control en un lanzamiento vertical desde una plataforma de lanzamiento, así como las interfaces con su segmento terreno”, según indicaron desde la cartera tecnológica de la nación. El Vex1A no pudo completar su misión por una serie de interferencias. Pese a ello, la telemetría dada por el vehículo en este breve lapso permitió contar con información suficiente para el rediseño y las modificaciones necesarias. Seis meses después, una nueva prueba experimental con el “Vex1B” se llevó a cabo de manera exitosa.

La llegada de Mauricio Macri a la presidencia en el 2015, acompañada de su total desinterés por el Proyecto Tronador II y todo el Proyecto Aeroespacial Argentino, catapultó la pérdida de puestos laborales. No solo en el stand, que fue cerrado, sino en la misma fábrica, ya que se desmanteló la producción y se dejó de ensamblar piezas para ese entonces. 

El proyecto Tronador II, otra vez en marcha

Tras cuatro años de desidia, el gobierno actual posó sus ojos nuevamente sobre el proyecto aeroespacial. A nivel provincial, el ministro Augusto Costa entrelazó una serie de políticas tecnológicas junto al distrito de Punta Indio, enmarcadas en el Proyecto Tronador II. “Da bronca la desidia y la falta de compromiso que hubo con el futuro y el desarrollo”, había dicho Costa al visitar Pipinas en 2021.

En lo que respecta a la cartera tecnológica nacional, la visita del ministro Daniel Filmus hace algunos días significó un nuevo despertar para el desarrollo productivo, educativo, turístico, científico y tecnológico de todo el distrito de Punta Indio. Esto se debe a que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación presentó la creación del Centro de Interpretación, Divulgación, y Formación Aeroespacial. Con una inversión de 327 millones de pesos, el proyecto está enmarcado en el Programa Construir Ciencia y su objetivo principal será “la divulgación del ecosistema espacial nacional y, en particular, será el espacio de construcción de los componentes del lanzador espacial nacional Tronador II", según indicó Filmus.

Luego de que el gobernador Axel Kicillof inaugurase el primer Centro Universitario del distrito de Punta Indio en las antiguas instalaciones del Cine de Pipinas, los dirigentes nacionales y provinciales indicaron que la institución educativa de nivel terciario brindará herramientas técnicas, cuyo fin se centrará en potenciar a aquellos profesionales que se encuentren en articulación con el desarrollo del Proyecto Tronador II.

Encuadrado en el Programa Puentes y con una inversión de 15 millones de pesos, las antiguas instalaciones del Cine de Pipinas fueron completamente restauradas y reacondicionadas. Allí se construyeron dos aulas, un auditorio para 150 estudiantes, diversas oficinas administrativas y un área de servicios. A los 15 millones de pesos destinados a la construcción del centro universitario, se le suman 52 millones de pesos abocados al dictado de la Tecnicatura Universitaria en Operación y Mantenimiento en Redes Eléctricas y el Tramo de Formación Pedagógico. 

“Si las pibas y los pibes no pueden acercarse a la universidad, entonces es la universidad la que tiene que acercarse a ellos”, dijo Kicillof al comenzar su discurso en el acto que tuvo lugar a finales de esta semana. “Con este programa, estamos abordando una situación muy injusta que afecta a miles de bonaerenses que no pueden llevar adelante sus estudios superiores porque las universidades están a cientos de kilómetros”, subrayó.

"Apuntamos a que todos y todas puedan estudiar en la localidad en la que nacieron, cerca de sus familias y con posibilidades de desarrollo profesional”, destacó Kicillof y agregó: “Es una decisión para distribuir mejor los recursos y los ingresos en la provincia, en donde no nos podemos permitir que jóvenes brillantes, con capacidad y ganas, no accedan a la universidad”.

Con vaivenes dignos de película, Pipinas comenzó a rodar un nuevo capítulo de la serie que la posiciona como una de las localidades más propicias para relatar lo increíble. Nació de la nada y viajó a la gloria, pasó del apogeo a la cruda soledad y resurgió de las cenizas para ser parte del plan de la soberanía aeroespacial argentina.