Atenas y San Lorenzo, dos de los tres equipos más ganadores de la historia de la Liga Nacional de básquet junto con Peñarol de Mar del Plata, lucharán por la permanencia y uno de los dos caerá a la segunda división. Pese a que la fase regular todavía no concluyó, ninguno de los dos podrá evitar ese destino, una síntesis del demanejo y el despilfarro que vivieron en los últimos tiempos, a años luz de las épocas en las que tuvieron en un puño el dominio de la competencia.
Con nueve títulos en su historia y con nombres como Marcelo Milanesio, Héctor Campana, Diego Osella o Fabricio Oberto como emblemas, Atenas es el club más glorioso del país y el único que participó en todas las ediciones de la Liga Nacional desde su creación en 1984. Su grandeza trascendió las fronteras, con títulos continentales durante tres décadas y hasta una histórica participación en el Open MacDonalds, junto a los míticos Chicago Bulls de Michael Jordan. Sin embargo, aquel poderío se fue perdiendo con el correr del tiempo y no festeja el título desde la temporada 2008/2009, con Rubén Magnano en el banco de suplentes y Leo Gutiérrez como líder dentro de la cancha.
La realidad del gigante cordobés es bien distinta. El personalismo en la conducción del Felipe Lábaque, pieza clave de aquellos logros de hace décadas, ya no resulta suficiente en un torneo que cambió, con ingresos acotados, con rivales poderosos con apoyos provinciales detrás y hasta la aparición de un adversario en el patio de su casa como Instituto, que le robó protagonismo, recursos y hasta los buenos resultados. Para colmo, la presión de jugar en Atenas termina siendo una mochila demasiado pesada para basquetbolistas sin la jerarquía de sus afamados antecesores. Y ni hablar de los entrenadores: en los últimos 20 años, en doce no terminó con el mismo técnico que arrancó la campaña. “Estamos en el peor momento de la historia de Atenas. No sospechamos nunca llegar a esta situación, que no fue causada por nosotros", se excusó Lábaque en una polémica conferencia de prensa en el verano.
Ese cóctel explosivo se conjugó para que Atenas se olvidara de los títulos y, temporada tras temporada, coqueteara cada vez más con la lucha por la permanencia. Así en 2019 zafó ganándole a Quilmes 3-0 en la serie decisiva, luego llegó la campaña trunca por la pandemia, en 2021 superó 2-0 a Bahía Basket para seguir un año más en la máxima categoría y el año pasado evitó la serie decisiva con un triunfo en la última fecha. Ahora cosechó sólo cinco victorias en la temporada y llevó adelante la segunda peor racha de la historia de la Liga, con 23 derrotas consecutivas.
Si bien le queda la chance en el denominado play out, Atenas hizo todo lo necesario para descender. Acumula cuatro entrenadores en los que va del año. Claudio Arrigoni dirigió hasta la octava fecha, con siete derrotas y un triunfo. Sebastián González lo reemplazó con siete caídas seguidas. Tras su salida quedó su ayudante, Elián Villafañe, que acumuló otras diez derrotas antes de despedirse. Y en febrero llegó Álvaro Castiñeira, que encontró algo de aire con cuatro de las cinco victorias de la campaña, pero en el arrastre no le alcanzó para evitar quedar en la instancia límite y sin ventaja de localía. También desfilaron los refuerzos extranjeros, tanto que el club completó el cupo permitido de cambios antes de fin de año y los últimos tres elegidos se terminaron marchando: el puertorriqueño Guillermo Díaz se fue por problemas personales, Dominique Morrison fue despedido por bajo rendimiento y Javion Blake dejó Córdoba por una mejor oferta en Nueva Zelanda. Sus lugares fueron ocupados por juveniles, que deberán sacar la cara por el club más ganador de la Argentina.
Enfrente estará San Lorenzo, el nuevo rico caído en desgracia. Al influjo de la conducción y la chequera de Marcelo Tinelli, el club de Boedo irrumpió con todo en la Liga hace menos de una década. Quemó etapas, compró una plaza en la segunda categoría y, como no pudo ascender por la vía deportiva, lo hizo a través de una fusión antirreglamentaria con 9 de Julio de Río Tercero, que los dirigentes de la Asociación de Clubes dejaron pasar por alto encandilados por el brillo de la presencia de Tinelli.
Con la contratación de Julio Lamas como figura y Walter Herrmann como principal estrella, San Lorenzo armó un plantel de alto presupuesto y lo coronó con el título de 2016. Desde entonces, se llegó a codear hasta con equipos de la NBA y cada temporada buscó lo mejor del mercado, con nombres de Selección Argentina como Gabriel Deck, Marcos Mata, Selem Safar o Nicolás Aguirre y estrellas extranjeras como Dar Tucker, el boricua Ramón Clemente o el uruguayo Mathias Calfani, entre tantos otros. Así fue acumulando tanto títulos (cinco Ligas Nacionales, por ejemplo) como deudas millonarias, que incluso le provocaron a una sanción por parte de la FIBA. Por ejemplo, no era extraño ver tuits de Clemente reclamando a Tinelli por el dinero que le adeudaba de su paso por el club.
Con Tinelli fuera del club y sin respaldo económico, las estrellas se fueron marchando y la época dorada se terminó casi tan rápido como había comenzado. Si bien amagó con abandonar la competencia, como pudo armó un plantel muchísimo mas modesto y empezó a ver la tabla desde abajo, con tribunas despobladas y solo unos pocos enstusiastas que sobrevivieron de las temporadas exitosas. Ahora ganó sólo siete partidos en todo el certamen y se jugará al mejor de cinco, con ventaja deportiva, su permanencia en la máxima categoría ante otro gigante de la Liga, añorando tiempos mejores.