Durante el verano de 1998, en un lugar de aislamiento para adolescentes problemáticos en Utah, una Paris Hilton de 17 años se inventó a si misma. "Tenía tanto dolor que creé esta vida de fantasía de muñeca Barbie", dice la heredera, mirando a un costado. "Era un personaje del que me puse la máscara para protegerme a mí misma". Ella simulaba ser una chica llamada Amber Taylor, alguien que -a diferencia de ella- no había sido violada por un extraño, o secuestrada de su cama por hombres enmascarados contratados por sus padres preocupados. Desde una edad temprana, ella aprendió a modular su voz hasta que sonara "rasposa y seductora", como la de las operadoras de sexo telefónico que había visto publicitándose en la televisión nocturna. Simular se convirtió en una suerte de libertad. "Mi familia siempre quiso que yo fuera muy correcta y convencional", continúa. "Pero yo no quería ser conocida como la nieta del Hotel Hilton. Quería ser conocida como alguien diferente".
¿Por dónde empezar con lo que vino a continuación? Hilton se convirtió en el parangón de exceso Y2K, una diosa brillosa de Pop Art con un bronceado terracota, piercings de diamantes en el ombligo, un chihuahua llamado Tinkerbell y un placard repleto de Juicy Couture. Bueno, varios placares. Junto a su mejor amiga Nicole Richie, otra celebridad debutante más despabilada de lo que demostró al principio, Hilton fue la estrella de una serie reality casi de historieta llamada The Simple Life, entre 2003 y 2007. Su premisa era tomar a dos "socialites" consentidas y ponerlas a hacer trabajos desagradables, desde ordeñar vacas en Arkansas hasta hacer las camas en una colonia nudista en Miami. Después del programa, lanzó un disco y actuó en películas. Se hizo amiga de Britney Spears, y salió con un heredero griego y un Backstreet Boy. Convirtió en marca registrada la frase "That's hot" y fue a la cárcel por violar su probation con manejo imprudente. Hizo bromas sobre sí misma en televisión sobre el video sexual vendido contra su voluntad por un exnovio, porque eso es lo que se esperaba que hicieran entonces las mujeres jóvenes y traumatizadas. "Yo era como un dibujo animado", suspira.
La mujer de 42 años está en Londres y habla desde su suite en el hotel Biltmore (manejado por la familia Hilton, naturalmente). Vestida recatadamente con un cardigan negro abotonado con mangas cortas y margaritas en los botones, a menudo se queda convincentemente sin expresión. Como una reina pagana en una letra de Lana Del Rey. No se mueve ni una pulgada durante casi toda la entrevista. Para publicitar su nuevo libro -para leer compulsivamente- Paris: The Memoir, se ha embarcado en un tour promocional internacional, con todo el mundo -desde Whoopi Goldberg hasta Lorraine Kelly- leyendo atentamente sobre los peores momentos de su vida a menudo en un detallismo forense que puede provocar náuseas. ¿Está bien Paris?
"Definitivamente, fue un montón", susurra Hilton con voz profunda y ronca, a mundos de distancia del chirrido de nena sexy que ponía para la prensa hace años. "Pero también estoy realmente orgullosa de mi historia". La pregunta era porque unos días antes las conductoras de The View le habían repiqueteado en su cara sobre sus numerosos traumas de un modo demasiado realista. No debe haber sido fácil. "Sin embargo, la gente ha sido muy respetuosa", dice. "Y amable y comprensiva. La gente simplemente me entiende mejor ahora debido al libro". Y entonces comenzamos un gentil forcejeo sobre la fama y la industria del entretenimiento que nunca parece detenerse. Hilton tiende a esquivar lo específico. En lugar de pelear con la idea de la celebridad y cómo la afectó, por ejemplo, prefiere lidiar en términos absolutos. Si se traen a colación los inconvenientes de burlarse de sí misma en público, ella se aisla y culpa a los medios de controlar su narrativa "durante más de dos décadas en esta industria". Es una interacción que marea.
Paris: The Memoir se enraizó en 2019, cuando Hilton comenzó a filmar un documental sobre su vida para YouTube. Se esperaba que la directora Alexandra Dean llenara el ahora tradicional informe que se hace cuando se reexamina el pasado reciente de las estrellas, como la misoginia y el bullying al que fue expuesta, a la Pamela Anderson o Amy Winehouse. Pero Hilton también tenía secretos e historias de su adolescencia que nadie conocía, incluidos sus padres, su hermana y su mejor amiga Nicky.
Cuando tenía 15 años, Hilton descubrió las fiestas. Como era la hija del magnate inmobiliario Richard Hilton y la socialite Kathy Hilton, y la bisnieta de un billonario a lo Trump llamado Conrad Hilton, esto fue causa de preocupación. Tras dejar los estudios, salía de joda por discotecas de todo Manhattan y se arrastraba de regreso a casa en las primeras horas de la mañana, después de haber sido perseguida por los fotógrafos del New York Post la noche anterior. Sus padres organizaron lo que pensaron era una intervención válida. Muchos estarían en desacuerdo.
Durante una tarde común de agosto de 1997, Hilton le dijo buenas noches a su familia y subió a su habitación. A las 4.30 de la madrugada, mientras estaba dormida, fue tironeada de su cama por dos hombres, esposada y cargada en una camioneta negra. "Al principio asumí que me estaban secuestrando para pedir rescate", escribe. "Así que les rogué y supliqué 'Por favor, sea lo que sea que quieran, mis padres van a pagarles'. Ellos se rieron".
Rápidamente descubriría que había sido conducida a una escuela carísima para adolescentes problemáticos. Existe una industria de esta clase de cosas en Estados Unidos. Mientras sus padres les decían a sus amigos y familiares que su hija estaba estudiando en Londres, Hilton rebotaba de una institución para "adolescentes en problemas" a otra por todo el país. Fue encerrada en confinamiento solitario, estrangulada, golpeada y forzada a experimentar incontables registros de cavidades corporales, desnuda, a cargo de hombres extraños y mayores. Durante dos años, entre los 16 y los 18 años, estas instituciones se convirtieron en su hogar; sus padres no tenían idea del alcance de la violencia en esos lugares.
"Cuando salí, me prometí a mí misma que nunca iba a contarle a nadie lo que había pasado", dice Hilton. "Nunca iba a sacar ese tema. No quería que eso fuera parte de mi historia. Pensé que nadie iba a creerme salvo que hubieran pasado por lo mismo, porque las cosas que suceden en esos lugares son demasiado enfermizas y horrorosas". En cambio, intentó olvidarlo todo. "Cuando te lastima alguien, te agarrás de esa vergüenza", agrega. "Pero nunca debería ser tu culpa. La vergüenza debería ser culpa de la persona que te lastimó. Desearía haberlo sabido cuando era adolescente".
Leer Paris: The Memoir es experimentar una especie de latigazo. Hilton escribe con honestidad inquebrantable sobre sus desgarradora adolescencia, pero también sobre la felicidad de la fama pre-iPhone y la excitación de su pujante carrera a comienzos del milenio. Vamos de su mano de una fiesta a la otra, mientras ella usa el nombre de su familia para construirse una plataforma propia, es retratada en Vanity Fair -donde ella y Nicky son bautizadas "las debutantes del hip hop"- y se convierte en musa para el fotógrafo David LaChapelle.
Esos capítulos son increíblemente divertidos. Hilton va continuamente sin rumbo a través del caos de los 2000 , recitando una como una presentadora de películas, canciones y nightclubs que se repiten durante su joven adultez. Bautiza a sus ratas mascotas con nombres de personajes de Beverly Hills, 90210 y experimenta la euforia después de escuchar por primera vez una canción de Britney. Su primer DJ set profesional incluye "Drop It Like It's Hot", de Snoop Dogg, y ella pasa el rato con sus amigos socialites, como el fallecido Casey Johnson, heredero del imperio Johnson & Johnson, y Kimberly Stewart, la hija de Rod. Fantasmas olvidados de celebridades pasadas aparecen regularmente, sólo para recordarte cuánto tiempo lleva Hilton en el juego.
"Siempre quise hacer grandes cosas con mi vida", dice ella. "Tengo grandes sueños y, al haber crecido en la familia Hilton, obviamente conocemos de marcas. Quería ser una mujer de negocios y construir mi propio imperio, y especialmente después de The Simple Life, sabía que podía aprovechar eso y convertirlo en una marca enorme". Entonces se interrumpe para contar que está por lanzar su trigésimo perfume.
Pero el auténtico volumen de trabajo del que se hizo cargo también ocultó el trauma que hubo detrás de esas experiencias en esas escuelas. Hilton escribe que fue víctima de grooming por parte de un maestro a los 15, y años más tarde drogada y violada por un hombre mayor que ella apenas conocía. Cuando se hizo más famosa, se concentró en el trabajo. "Viajaba 250 días al año y tenía que ir constantemente de este evento a tal otro", recuerda. "Nunca tuve un segundo para sentarme y procesar, y creo que yo hacía que mi vida se moviera tan rápido a propósito. Sabía que si estaba ocupada no tendría que pensar en todo aquello que había atravesado".
Eso incluía ser coercionada a filmar un video sexual con su novio a los 19 años, que luego fue vendido como pronográfico. Su información médica privada también fue robada y subida a internet. El hogar familiar tampoco era mucho más seguro. Ella recuerda, en un apartado particularmente horroroso, llegar a su casa a los 12 años y encontrar a su madre y sus tías -las futuras estrellas de Real Housewives of Beverly Hills Kim y Kyle Richards– riéndose mientras leían su diario. “He sido violada durante toda mi vida", dice. "Mi privacidad ha sido violada. Esas escuelas... No me gusta llamarlas escuelas, pero me robaron mi infancia. Ha sido extremadamente difícil y doloroso".
También tuvo un aterrorizador encuentro con Harvey Weinstein en el Festival de Cine de Cannes en 2000. Ella escribe que él le hizo comentarios "raros y perversos" durante un almuerzo antes de abordarla en un baño la noche siguiente. El trató de bajar a trompadas la puerta de su cubículo antes de ser arrastrado por la seguridad. Hilton dice que vio a más y más mujeres dar un paso al frente sobre Weinstein y sus otras experiencias con la violencia sexual durante #MeToo, pero que ella no se sintió cómoda hablando. En cambio, lo vio desde lejos, admirando a aquellas involucradas pero sintiendo como si no tuviera un lugar en eso.
"Sentí que la gente no me habría tomado en serio si hubiera dicho algo", asegura. "La gente sólo me conocía como el personaje 'Paris'. O la chica que dice 'That's hot' y 'Loves it', o habla con voz de bebé. Medio que...". Suspira, sus ojos parecen humedecerse. "No estaba lista para hablar sober estos temas serios".
Todos tendíamos a reírnos de ella. Ella escribe sobre cómo se sintió lastimada cuando la cantante Pink se burló del episodio de su sex tape en su single "Stupid Girls", de 2006, un tema que envejeció como la leche. También recuerda a Sarah Silverman bromeando sobre su inminente paso por la cárcel, muy aplaudida por la multitud durante los MTV Movie Awards de 2007. "Escuché que para que se sienta más cómoda en la cárcel, los guardias van a pintarle los barrotes para que parezcan penes", dijo Silverman. Es un momento horrible para volver a ver hoy, con Hilton sentada en primera fila y conteniendo las lágrimas. Más tarde Silverman le pidió perdón.
¿Hubo otros que la lastimaron públicamente que hayan seguido el ejemplo de Silverman? "No necesito pedidos de disculpas", dice. "Yo interpretaba un personaje, así que puedo entender por qué alguna gente era tan negativa". Parece masticar la idea. "No entiendo cómo podían ser tan violentos y malos, pero así es el mundo en que estábamos viviendo. Ponían el blanco sobre cierto grupo de chicas. Quizás el haber tenido que lidiar con eso durante tantos años ha hecho que tenga una piel más dura".
¿Alguna vez pensó por qué ella y un puñado de otras mujeres jóvenes en el ojo público siempre parecían ser el objeto de burlas? "Simplemente siento que los medios se la agarran con ciertas mujeres y yo era uno de los blancos principales", afirma. "En los primeros 2000 se trataba de voltear mujeres y hacer que se pelearan entre sí. Era muy tóxico. Estoy agradecida de que los tiempos finalmente estén cambiando y que la gente se esté dando cuenta de lo mal que estaba eso. Pero todavía hay trabajo por hacer. Definitivamente todavía hay un montón de misoginia en este mundo".
Pero, ¿habrá ella reexaminado su propia participación en esas bromas? Justo después de la publicación de su video sexual, Hilton se burló de sí misma durante un sketch de Saturday Night Live. En 2005, a su personaje en la película House of Wax le atravesaba la cabeza un poste y los pósters resaltaban "¡Mirá cómo muere Paris!". A posteriori, ¿no es eso increíblemente oscuro? "Pienso que fue una de las escenas de muertes más icónicas de las películas de terror", dice Hilton. "Estaba muy orgullosa por el simple hecho de ser parte de una película tan fantástica. No me importó en absoluto".
¿Alguna vez sintió la presión de seguir la corriente con esas cosas? "Yo puedo reírme de mí misma y burlarme del personaje que represento", explica. "No me molesta hacerlo. Siento que es parte de mí ese personaje. Es el costado divertido, juguetón. Pero ahora todos se dan cuenta de que no soy una rubia tonta, simplemente soy muy buena interpretando a una". Sin embargo, ella admite haber usado al personaje "Paris Hilton" como una forma de armadura en aquel tiempo. "Me decía a mí misma 'No están hablando de vos, hablan del personaje'. Hacía que doliera menos".
La posición política de Hilton no está clara. En su libro escribe apasionadamente sobre los derechos reproductivos y admite haber mentido acerca de votar por Donald Trump; sólo lo dijo porque había sido amigo de su familia. Pero esquiva una pregunta acerca de ser más activa políticamente en el futuro hablando en cambio sobre el trabajo que ya ha hecho. Desde 2021, Hilton ha presionado para que se investigue oficialmente la industria estadounidense de los "adolescentes problemáticos", apoyando proyectos que desentrañarían los abusos institucionales que han recibido chicos vulnerables durante décadas.
"Hemos tenido mucho impacto durante los últimos tres años y estoy usando mi voz para hacer una diferencia", dice Hilton. "Hemos ayudado a cambiar leyes en ocho estados y en Irlanda. Estoy determinada a usar mi plataforma para ser la voz de los sin voz. Hasta ahora ha sido fantástico".
Eso también coincidió con el inicio de su propia familia. Después de casarse con el inversor de riesgo Carter Reum el año pasado, tuvo su primer hijo por viente surrogado en enero, un niño llamado Phoenix. Y ya tiene terror de que crezca. "Me pongo nerviosa cuando pienso en él siendo adolescente y si va a querer escaparse por la noche", se ríe. "Espero que no quiera ser parte de esta industria, porque es un montón. Espero que sea un nerd como su papá y que haga negocios, deportes o algo así".
Los deseos de saber más y de desentrañar sus pensamientos salvajemente contradictorios respecto al estrellato deberán esperar: Hilton tiene que llegar a una firma de libros. "Nunca voy a frenar a mi hijo, quiero que haga lo que él quiera", continúa. "Sólo espero que no quiera estar en el candelero".
The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.