Primero es un catálogo. Una pequeña industria del deseo que se mide y se presenta a partir de una secuencia de fantasías ya estructuradas, sometidas a un mercado donde todo tiene un nombre, una función. Este dato hace del trabajo sexual en general y, del masculino en particular, un oficio como cualquier otro que debe adaptarse a las normas de profesionalización y ofrecerse en el mercado con ciertos requisitos.

En Boy el desempeño de un escort tiene algo de juego teatral dosificado pero lo más interesante de este breve film dirigido por Nicolás Goldschmidt y Nacho Sesma es que llega a capturar cierta dimensión existencial sin hacer de su narrativa una experiencia ceremoniosa ni intrincada.

El procedimiento que sustenta esta propuesta se basa en una acertada puesta en escena, en un manejo del espacio que sintetiza muchos de los elementos que los directores y guionistas buscan desarrollar. Ese momento donde el protagonista (interpretado por Nicolás Goldschmidt) llega a la casa de uno de sus clientes, a cargo de Edgardo Castro, define en el ritual del encuentro buena parte del sistema del film. Las indicaciones para ingresar a ese salón amplio donde se ve una película porno que funciona como un instructivo o una preparación de esa ceremonia que siempre será oculta, aunque suceda en la casa del cliente, marcan el lugar de clase, esa instancia donde el escort puede hermanarse con la mujer de la limpieza al brindar un servicio tan básico como esencial.

Allí el protagonista descubre un piano y se sienta a tocarlo como si toda su atracción se direccionará hacia ese instrumento. Se construye de este modo una situación de una tristeza delicada que no llega nunca a romper la frialdad de la ejecución de su trabajo, la certeza que el joven protagonista está simplemente realizando una cópula mecánica a cambio de dinero. El montaje de Nacho Sesma que altera los tiempos nos da una idea de soledad y de la interioridad del personaje al intercalar esos instantes donde toca el piano con el garche sinuoso que le permite subsistir.

Boy hace de la palabra un elemento instrumental. Las imágenes están expuestas como un ideario operativo, casi como una cópula que se puede ver en una cadena de montaje, como si el protagonista trabaja en una fábrica y al salir saludara al otro obrero que llega para su relevo.

En Boy todo tiene la forma de una rutina que puede ser tan pragmática para el joven que ofrece su servicio sexual como para el cliente. En este sentido, el contraste entre las actuaciones de Edgardo Castro y Nicolás Goldschmidt ayuda a construir un ritmo. Mientras que Edgardo Castro está en un estado más frenético y controlador, con esa ansiedad que le da la merca, el personaje de Goldschmidt permanece reconcentrado, como si nunca estuviera realmente allí, como si su cabeza se la pasara deambulando por otra parte, como si ya quisiera olvidar ese momento.

Boy se presenta el lunes 24 de abril a las 19:55 en la Alianza Francesa, el miércoles 26 de abril a las 11:50 en el Cultural San Martín y el viernes 28 de abril a las 20:25 en Multiplex Lavalle en el marco del Bafici.