Frente a los principales empresarios del país, la precandidata a presidenta de Juntos por el Cambio Patricia Bullrich prometió que si llega al gobierno va a “demoler el régimen económico de los últimos 20 años”, y aseguró que para ello está dispuesta a aplicar una “inmediata” devaluación de la moneda nacional y una política de represión a la protesta social. Su propuesta fue aplaudida.
La promesa de campaña fue hecha en el lujoso Hotel Llao Llao, en Bariloche, durante un foro que reúne a las fortunas más grandes de la Argentina y al de nominado “círculo rojo” al que responde la oposición de derecha.
Frente a ellos, Bullrich habló de “salir del cepo cambiario desde el día cero”, de “dinamitar el régimen cambiario del kirchnerismo”, “desregularizar la economía” (es decir, liberarla eliminando la intervención del Estado) y aplicar “mano dura” contra los piquetes y protestas de mapuches en el sur.
Más sincera no pudo ser. Y todo bajo el slogan del “orden”, palabra que eligió como eje de su campaña en la descarnada interna del PRO, desde que Horacio Rodríguez Larreta se cortó solo y llamó en la ciudad de Buenos Aires a elecciones concurrentes con las nacionales.
“Vamos a demoler el régimen económico de los últimos 20 años, que redujo drásticamente los incentivos para invertir, exportar y crear empleo”, dijo ante el aplauso de los empresarios que en los últimos 20 años crecieron exponencialmente sus fortunas a costas de fuertes incentivos otorgados por gobiernos peronistas que, como en esta última etapa, redujeron el desempleo a un dígito.
Frente a la sonrisa de propios y no ajenos, Bullrich continuó con su discurso. Recalcó que “salir del cepo cambiario” va a ser “una prioridad desde el día cero” de su eventual gobierno porque, si hay que devaluar, “cuanto antes se haga, mejor”.
En su panóptico de la economía, “no hay cambio de régimen económico sin antes dinamitar el régimen cambiario del kirchnerismo”, y para esto “es una prioridad desmantelar los controles de cambio” que contienen la presión de la divisa sobre el valor de los salarios de los trabajadores.
La promesa de devaluar fue hecha sin eufemismos y con el eco del expresidente Mauricio Macri, que la semana pasada también habló de “semi dinamitar todo” frente a los popes reunidos en la sede de la Sociedad Rural Argentina, en el barrio de Palermo.
También resonó la promesa del ultramontano Javier Milei y su propuesta de "dinamitar el Banco Central", sin medir el nivel de destrucción que ello produciría en la producción nacional, los salarios de los trabajadores y la economía doméstica.
Luego de lanzar esas bombas conceptuales que serán el eje de su campaña, bendecida con el aplauso de cada uno de los invitados al convite, Bullrich rellenó su discurso con explicaciones de cómo hará lo que dice. Y para ello sacó a relucir los viejos tópicos del sector que representa: “Restaurar el equilibrio fiscal”, “limitar la emisión monetaria” y “reducir el déficit cuasi fiscal”.
También aumentar “las tarifas de los servicios públicos” y –he aquí la frutilla del postre- “implementar una reforma monetaria”, que no fue explicada pero que huele a dolarización. Lo mismo que promete Milei.
Para poder hacerlo, agregó, pondrá freno a la protesta social tanto en la dinámica urbana como en la rural. En la primera contra los piquetes y en la segunda contra las comunidades indígenas que reclaman territorios, dijo y volvió a ser aplaudida.
El concepto que regirá en su gobierno, prometió, será “el orden”. “Orden económico. Orden para encarar los desafíos contra el narcotráfico y la seguridad de las personas. Orden en educación, salud, en el Estado (nacional) y en las provincias”, puntualizó.
“En esto consiste mi estrategia: un país en orden donde se respete la ley, en que la macroeconomía esté estabilizada”, insistió.
Entre los empresarios que la vitorearon estuvieron Marcos Galperín, dueño de Mercado Libre; Facundo Gómez Minujin, representante de Amcham y el JP Morgan; Santiago Bilinkis, de Endeavor; Martín Migoya, de Globant; y Marcos Bulgheroni, de Pan American Energy Group.