Mientras que Patricia Bullrich y Mauricio Macri proponen, con sed piromaníaca, “demoler” y “dinamitar” todo, la verdadera bomba arde y estalla bajo los pies del PRO, que tironeado por la derecha libertaria, por un lado, y por el radicalismo, por el otro, se fragmenta en mil pedazos y deja más candidatos que ideas.
Después de ser tentada por Javier Milei, que aprovechó el desplante de Larreta a Macri con el desdoblamiento electoral en la Ciudad para promover un espacio junto a su temida “casta”, la exministra Bullrich se calzó ante empresarios el traje de candidata y propuso, lista y llanamente, “demoler el régimen económico de los últimos 20 años”.
La titular del PRO en licencia, que no le escapa al traje camuflado y la proclama de “mano dura”, aseguró que para lograr su “demolición” está dispuesta a aplicar una “inmediata” devaluación de la moneda nacional y una política de represión a la protesta social.
La promesa de campaña, recibida con cálidos aplausos, no fue un cualquier lugar, sino que formó parte de su discurso en el lujoso Hotel Llao Llao, en Bariloche, durante un foro que reúne a las fortunas más grandes de la Argentina y al de nominado “círculo rojo”.
Bullrich no hizo más que ponerse en sintonía con Macri, quien la semana pasada en la Sociedad Rural disparó que “hay que semidinamitar todo” y propuso ir a una interna con La Libertad Avanza, el partido del tercer mosquetero con sed de pólvora, Javier Milei.
De hecho, la propuesta del expresidente se asemeja bastante a la ya repetida idea de Milei de “dinamitar” el Banco Central por considerar que la emisión monetaria es la causa y motivación de todos los males del país. El que esté libre de reduccionismo explosivo que tire la primera bengala.
La bomba de las internas del PRO
Lo cierto es que la verdadera bomba estalló bajo los pies del PRO y muestra la realidad detrás de un espacio débil y astillado. Las diferencias ya se venían marcando desde hace más de un año, cuando el ala dura miraba con ojos de enamorado a Milei y su discurso anti-todo mientras que las “palomas” buscaban tentar a los extremos sin perder el equilibrio, camino que transitó Larreta, que intentó calzarse, siguiendo con la metáfora, el traje de pirómano y bombero al mismo tiempo.
Finalmente, la balanza en la Ciudad pareció caerse del lado del centro. Así, la decisión de desdoblar con elecciones concurrentes la votación elevó la temperatura. Generó el enojo de María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich y Mauricio Macri, que lo tildaron de traidor.
Este escenario fue olfateado por el león doméstico Javier Milei, que no perdió tiempo en sugerir el armado de un espacio con los “halcones” del PRO.
"Estamos a tiempo de crear un partido e ir a una interna con Patricia Bullrich, el que gana conduce y el que pierde acompaña. Sería darle una solución más pura" a los votantes, planteó el economista en diálogo con Radio Rivadavia.
Mucho no le costó aceptar esta propuesta a Macri y Bullrich, que ya habían sugerido en varias ocasiones la necesidad de incorporar a la extrema derecha en Juntos por el Cambio —propuesta que fue negada en una cumbre opositora, hace exactamente un año, donde la exminsitra aseguró que le hicieron la cama y que la decisión de excluir a Milei se tomó cuando ella todavía no había regreso de su viaja por Miami—.
En este contexto Vidal no encontró respuesta en la curiosa propuesta con la que sorprendió esta semana: pidió “bajar todas las candidaturas y dar una discusión interna sobre cuáles van a ser las reglas para competir”. Paradójicamente, en un mundo de halones y palomas la idea no levantó vuelo. Apenada, sostuvo que se lo propuso a Macri y que el expresidente fue el único que le hizo caso.